viernes, 29 de mayo de 2020

EL FARO QUE GUÍA


En un mundo y con una cultura que propone sin el menor pudor el individualismo y el egoísmo como valores fundamentales para sobresalir y triunfar, que presentan el consumismo y acaparar cosas como medios de lograr la auténtica realización personal, necesitamos hoy mucho más de la oración. Una oración que transforme, que dé fruto, que se traduzca en disposición a cambiar, con fuerza para seguir nadando contra corriente, en cercanía y más  servicio a los demás. Necesitamos mucho la oración para ser fuertes, para ser libres, para comprometernos en la entrega y el amor.. Una oración que nos mueva en el servicio.. Ya que una obra y oración que no se traduzca en cercanía con el Creador y lo Creado (el prójimo) es una obra y oración estéril.
La oración que agrada a Allah SWT es la que brota del corazón sincero e impulsa a ser cada día mejor. Una oración que se traduce en obras. Pero Orar y no comprometerse en el servicio al hermano, es encontrar un diálogo narcisista con uno mismo. De la oración, si es sincera, debemos salir fortalecidos, más comprensivos, más buenos, más serviciales. Rezar implica el compromiso de intentar vivir de acuerdo al Din, y  (los mandamientos). De muy poco sirve pedir por los pobres,  y sus familias, por los que sufren y padecen, si no hacemos nada por ellos, si no estamos pendientes de sus necesidades y no nos comprometemos a remediarlas. 
Recuerda la historia de aquel hombre que, al ver la miseria de los niños de la calle, las necesidades de los humildes, los tormentos y dolores de tantas personas víctimas inocentes, preguntó a Allah SWT de ésta manera: ¿Cómo se puede solucionar esto?.., ¿Porqué no haces algo?.  De pronto, se abrieron los cielos y bajó de ellos una respuesta.. “¡Cómo puedes decir que no hago nada!. Te he hecho a ti”.