Todas las cualidades del atributo puente son propensiones naturales. En lo que respecta a la propensión natural, un atributo no es reprensible. Los atributos se vuelven encomiables o reprensibles por la operación que desarrollan. Rasulullah (Sallallahu Alayhi Wa Sallam) dijo: "Aquel que da por el bien de Allah y lo niega por Allah, en verdad, ha perfeccionado su Iman". La estipulación, 'por el bien de Allah' se relaciona tanto con 'dar' como por 'retener'. A partir de ésto, queda claro que la generosidad ilimitada no es digna de elogio, ni tampoco es censurable la retencion del gasto. Ambos serán dignos de elogio si se emplean por el bien de Allah Ta'ala y ambos serán reprensibles si no fuera para Allah Ta'ala. El principio que gobierna la eliminación de los atributos reprensibles es "por Allah o no por Allah".
Todos los atributos reprensibles están interrelacionados.
Por lo tanto, el nafs tendrá un control más amplio sólo después de la eliminación de todos los atributos. Rectificar un atributo sin tener en cuenta otro no será beneficioso. Una persona afligida por una serie de dolencias se considerará saludable sólo después de que todas las dolencias hayan sido curadas. Del mismo modo, el hombre habrá adquirido una hermosa forma interna, cuando todas sus condiciones internas se hayan vuelto loables. Rasulullah (Sallallahu Alayhi Wa Sallam) dijo que, de hecho, un musulmán es aquel cuyo carácter es perfecto. También dijo que el creyente más noble es el que tiene el mejor perfil base. Ésta base se llama Din, y Rasulullah (Sallallahu Alayhi Wa Sallam) llegó a perfeccionar éste Din.
miércoles, 13 de diciembre de 2017
TODOS LOS ATRIBUTOS SON NATURALES.
ACERCA DE AQL (INTELIGENCIA)
El equilibrio en Aql hace que el hombre sea sabio, culto, agudo y perspicaz. Su consejo será sólido y éste posee la capacidad de actuar en todos los asuntos. El ingenio se manifiesta en él.
Si Aql excede I'tidal se llamará engañoso, fraudulento e impostor. Aql por debajo del grado de I'tidal será ignorancia, tontería y estupidez. La consecuencia de ésto es que una persona así es rápidamente engañada. En resumen, se describirá que el hombre tiene un hermoso puente sólo cuando todas éstas facultades se encuentran en equilibrio. Se ha dicho que lo mejor es el medio (su estado de equilibrio). Allah Ta'ala dice: "Nuestros sirvientes son tales que no son extravagantes ni mezquinos, pero permanecen en una situación intermedia (es decir, en el estado de equilibrio)". La belleza interna (puente) varía con las personas al igual que la belleza externa es diferente. El poseedor del puente (atributo) más hermoso fue Rasulullah (Sallallahu Alayhi Wa Sallam). Acerca de su excelencia, el Corán declara: "En verdad, estás en un personaje espléndido". Entre los musulmanes, el grado de belleza del personaje será proporcional al grado en que se parezcan al personaje del Rasulullah (Sallallahu Alayhi Wa Sallam). Cuanto mayor sea el parecido en ellos con el carácter de Rasulullah (Sallallahu Alayhi Wa Sallam), mayor será la belleza de su puente; es evidente que el éxito y la fortuna en el Ajirah serán proporcionales a la belleza del puente (atributo) adquirido.
SOBRE LA FACULTAD DEL DESEO.
El nombre del estado de I'tidal (de la facultad del deseo), se llama (Castidad).
Cuando ésta facultad excede al equilibrio, se denominará Hirs (avaricia) y Hawaa (lujuria). Allah Ta'ala ama la condición de la castidad. Las excelencias producidas por la castidad son generosidad, vergüenza, paciencia, contentamiento y también se denomina Ittiqaa. En éste estado, el deseo y la esperanza del hombre disminuyen, el miedo y la humildad aumentan y el deseo de ayudar a otros se engendra. Si ésta facultad cae por debajo de I'daal resulta en codicia, expectación, adulación, servidumbre a las personas adineradas, desprecio por los pobres, desvergüenza, extravagancia, espectáculo, estrechez de miras, impotencia, envidia, etc.
SOBRE LAS CUATRO FACULTADES INTERNAS.
La Facultad de Conocimiento (ilm).
El ser humano tiene la habilidad para distinguir entre declaraciones de falsedad y verdad; entre las creencias auténticas y las bagatelas y entre las acciones del vicio y la virtud. Cuando se han cultivado éstas habilidades, se experimentarán los frutos de la sabiduría (Hikma). Con respecto a tal Hikma, Allah Ta'ala dice: "Aquel a quien se le ha concedido Hikma, de hecho se le ha concedido abundante bondad". En realidad, éste hikma es la raíz de toda significación y excelencia. La facultad de distinguir y la facultad del deseo. Estas dos facultades comienzan a funcionar siguiendo las líneas de Hikma y Shari'a, sometiéndose en su totalidad a las demandas y órdenes de la Shari'a y absteniéndose de incurrir en prohibiciones.
La Facultad de Justicia
El I'tidal de la facultad de justicia; es tomar las riendas de la facultad de la ira y la facultad del deseo y asegurarse de que se ajusten al Din y a la Inteligencia. Aql (inteligencia) es como el rey y la facultad de justicia es como un diputado del rey, tiene que cumplir con las órdenes del rey. Las facultades de la ira y el deseo deben ser entrenadas respondiendo y actuando de acuerdo con el llamado del maestro. Cuando éstas condiciones se cultivan y se vuelven dignas de alabanza, el hombre será descrito como el depósito de un bello carácter, (Adab). Se dice que su puente es hermoso.
Sobre la Facultad de la Ira.
Cuando ésta facultad se encuentra en el estado de I'tidal, se la conoce como Shuja'at (Valor, valentía). Esto es digno de alabanza por Allah Ta'ala. Un exceso en ésta facultad se llama Tahawwur (temeridad) y una deficiencia se denominará Yubnat (cobardía). Ambas condiciones de Tahawwur y Yubnat son reprensibles. En el estado loable de Shuja'at (Valor) fluyen las cualidades de la bondad, caballerosidad, coraje, generosidad, tolerancia, constancia, ternura, la capacidad de contener la ira, la dignidad y la clarividencia en todos los asuntos. El estado de Tahawwur produce inexperiencia, jactancia, orgullo, incapacidad para contener la ira y vanidad. El estado de Jubnat crea cobardía, deshonra, desprecio, inferioridad. Todas éstas cualidades se encuentran en la manifestación externa.
DE DÓNDE VIENEN LOS TRES DÍAS.
Yahya me relató de Malik que Humayd Ibn Qays al-Makki dijo:
“Yo estaba con Muyahid cuando él estaba realizando el tawaf alrededor de la Kaaba, y un hombre se acercó a él y le preguntó si los días (de ayuno) por kaffara debían ayunarse consecutivamente, o bien podían hacerse por separado. Yo le dije: “Sí, se pueden hacer por separado, si la persona así lo desea.”
Muyahid dijo:
“No debe separarlos porque en la recitación de Ubayy Ibn Ka’b se habla de ellos como de tres días consecutivos.”
(Al Muwatta de Imam Malik).
Yahya me contó de Malik, de Sa'id Ibn Abu Sa'id al-Maqburi, de Abu Shurayh al-Ka'bi, que el Mensajero de Allah, que Allah le bendiga y le conceda paz, dijo: "Quienquiera que crea en Allah y en el Último Día, debe hablar bien o permanecer en silencio. Quien cree en Allah y el Ultimo Día, debe ser generoso con su huésped. Su bienvenida es para un día y una noche, y su hospitalidad es para tres días. Lo que es más que ésto es sádaqa. Para un huésped no es halal quedarse con un hombre hasta que se convierte en una carga."
(Al Muwatta de Imam Malik).
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617. Abû Huraira dijo: ‘Mi amigo (el Profeta (B y P)) me aconsejó tres cosas que no dejaré hasta morir:
1. Ayunar tres días de cada mes.
2. rezar Al-duhâ
3. rezar el witr antes de dormir.’
(Sahih Al Bujari).
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...el Profeta (B y P) dijo: «Estoy bajando». Entonces se levantó y (vi que) tenía una piedra atada al vientre, pues teníamos tres días sin probar bocado. El Profeta (B y P) golpeó la roca con la espada y la roca se convirtió como en arena’.
(Sahih Al Bujari).
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El aislamiento y las palabras del Profeta (B y P): «No está permitido que un hombre se aisle de su hermano por más de tres días»
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2038. Abû Ayyûb Al-Ansârí relató que el Mensajero de Dios (B y P) dijo: «No es permitido que un hombre se aísle de su hermano por más de tres noches, encontrándose y uno desvía la mirada y el otro también. El mejor de ambos es quien saluda primero».
(Sahih Al Bujari).
Dijo Attá: “por la paciencia que tuvieron con el hambre que pasaron los tres días de la promesa del ayuno”. En general, la paciencia en la perseverancia de la obediencia a Allah y todo tipo de obras justas. Página 68 del Tafsir del Corán Al-Quturbi.
LAS FUNCIONES DEL SHAYKH.
Un shaykh acepta a un discípulo sólo por amor a Allah (lillâh), y nunca por amor a sí mismo. Cuando un maestro no tiene más propósito que servir de utilidad a sus discípulos, estos aprovechan sus enseñanzas. Si se trata de un farsante que busca prestigio o riquezas, entonces sus palabras son cáscaras y no llegan a trasformar corazones.
El maestro comienza con su discípulo dándole buenos consejos, sencillos y con suavidad. No le impone nada por encima de sus fuerzas. Emplea el rifq, (la amabilidad), porque la amabilidad permite la confianza y la intimidad. Cuando se apercibe en esa intimidad que el discípulo tiene aptitudes y aspiración poderosa, le ordena cargar con tareas más penosas. Le obliga a dejar de depender de su naturaleza, le retira las licencias del Islam y le impone el ‘açm, la resolución y la decisión firme. Si no es así, si el discípulo es de carácter débil, va más despacio en las exigencias; y si en él no hay aptitudes, ni tan siquiera para eso, no lo priva de su bendición.
El shaykh debe estar vigilante e indagar en el corazón de su discípulo, estando alerta contra las señales de las enfermedades del ánimo. Para ello debe ser experto en la conducción de los corazones. Si el aspirante está demasiado atado al mundo, lo libera exigiéndole anonimato; si está demasiado satisfecho de sí mismo, lo reduce con hambre y haciéndole velar por las noches; si tiene en demasiada consideración la opinión de la gente, lo priva de compañía y lo sumerge en la soledad, el retiro y el silencio; si es de carácter rudo, se lo suaviza obligándole al estudio y a la cortesía.
Cuando el maestro ve que su discípulo mejora y supera las trabas secretas de su ego, es sincero en su combate y tiene firme voluntad de alzarse por encima de todas las cosas, entonces ya no le perdona nada, se vuelve instructor y le exige los ejercicios más desafiantes para acceder a los rangos espirituales elevados (maqâmât). Se considera, que el Shaykh que no es severo en ese grado está traicionando a su discípulo.
El shaykh debe también cuidar de su discípulo interiormente. Un maestro verdadero es un ser especial, tal como hemos visto al principio de este apartado, y vela por su discípulo a un nivel que éste todavía desconoce, pues el corazón del maestro habita en un mundo sobrenatural y secreto para la inmensa mayoría de los hombres. El Shaykh al-Yîlâni dijo: “Yo guardo a mi discípulo. Si le ocurre un mal estando en occidente mientras estoy en oriente, lo protejo. Si mi discípulo no es excelente, yo sí soy excelente”.
LA CONDUCTA DEL DISCÍPULO.
En primer lugar, el aspirante que se dirija a un maestro con la intención de que éste pueda pulir su corazón, corrija su universo interior y lo asome a Allah, debe tener la certeza de que la persona en cuyas manos va a ponerse es la más idónea y presentarse ante ella con esa seguridad. Para ese discípulo no puede haber nadie mejor como guía que el maestro que ha elegido. A esto se le denomina sinceridad (sidq). Sin sinceridad, el discípulo no aprovecha lo que su shaykh puede darle.
Esto no quiere decir que deba creer que su maestro es infalible (ma‘sûm), pero sí que el bien que puede sacar de él sólo puede ser fruto de una buena manera de acompañarlo, basado en una exquisita y sincera cortesía basada en la seguridad que hemos mencionado.
El discípulo debe obediencia (tâ‘a) a su maestro, cumpliendo externamente lo que le pida, sin resistencias ni reparos de ningún tipo y no oponiéndose a ello en su corazón. Si se trata de algo que no entiende, debe relegar su opinión. Al-Yîlâni decía: “Contrariar a los shuyûj es un veneno mortal”. Ibn ‘Arabi decía que si un maestro te ordena entrar por el ojo de una aguja, debes intentarlo pensando que es posible.
Es muy importante la cortesía (adab) en la presencia del maestro. El discípulo no debe hablar ante él innecesariamente, ni interrumpir sus palabras para expresar su propia opinión, y aunque crea que se equivoca o se confunde, guardará silencio. Un sufí dijo: “Quien diga ‘no’ a su maestro, no triunfa”. Al-Yîlâni decía a un discípulo cuando lo aceptaba: “Cuando te presentes ante mí, pliega tu ciencia y deja de verte, y entra sin nada. Si vienes a mí con tu ciencia y contigo mismo, no verás nada de lo que te indique”.
Es imprescindible que el discípulo no oculte nada de sí a su maestro, aunque se trate de algo vergonzoso, dando así la oportunidad al maestro para que le hable, le guíe o invoque en su favor, pues tal vez su bendición lo trasforme.
El aspirante no debe dudar acerca de su maestro ni acusarlo de nada. Si cree que su maestro ha cometido un error o algo censurable, que piense que es él el que se equivoca debido a su propia ignorancia y falta de entendimiento. Si no puede abandonar la sospecha, que deje al maestro, tal como dijo al-Yîlâni: “Si acusas de algo a tu maestro, no lo acompañes; el enfermo, si duda del médico, no se cura”.
El discípulo siempre debe estar dispuesto a servir a su maestro y atento a cumplir sus deseos, apresurándose a satisfacerlos incluso antes de que los formule. A esto se le llama jidma, servicio. El discípulo no debe excusarse ni anteponer sus necesidades, pues para un verdadero aspirante no existe más que su shaykh.
El discípulo acompaña a un shaykh por amor a Allah (lillâh). El maestro es un medio y por ello el murîd cumple las condiciones, vaciando su corazón de todo lo que no le exige ese momento suyo. Cuando sigue a un maestro, la condición es la plena dedicación a él, hasta que llegue la separación. Someterse a un shaykh representa ‘abandonar del mundo’, centrándose el discípulo en él para olvidar el duniâ (el mundo efímero de las apariencias y las ilusiones), preparándose el aspirante para un vacío aún mayor en el que sólo tendrá a su Señor. Esto es lo que significa Irâda, (la Voluntad, que es el progresivo desapego de lo mundanal para afrontar la Realidad del Uno-Único) de la que deriva la palabra murîd.
Por último, en su relación con el maestro, el discípulo tiene que armarse de una sólida paciencia (sabr) -Paciencia que le ayude a soportar la aspereza (jushûna) del maestro. La aspereza es con lo que el shaykh suaviza el carácter del discípulo y mata sus quimeras. Al-Yîlâni decía: “No huyáis de la aspereza de mis palabras. A mí me ha hecho crecer la aspereza”.