lunes, 19 de septiembre de 2016

La FORTALEZA de la CERTEZA de los SERVIDORES.

Murid.. Demasiadas cosas se acumulan en vuestros  corazones.. Más no te frustres ni desesperes. El  peor  andar  es  la  ocupación  exclusiva  y  permanente  al  estudio (al-ḥaqḥaqa).  Ha  de  haber  un  período  de  asimilación  (al-fatra)  para  sacar beneficio  del conocimiento  y  de  las enseñanzas    y   el   sentir  nostalgia  de  volver  de nuevo a  Él». 
En  el  nombre  de  Allah,  el  Misericordioso  y  el  Compasivo.  Alabado  sea  Allah  por  el  número  de  Sus  criaturas,  hermoso  trono,  elevada  esencia  y  abundantes palabras;  Gloria  y  alabanza  a  Allah;  Él  es  el  más  grande.  No  hay  más  fuerza  ni poder  que  Allah;  Que  la  paz  y  la  bendición  estén  sobre  el  más  afable  de  los queridos,  el  señor  de  los  amados  en  el  universo  y  el  más  puro,  Muḥammad saws, el sello  de  los  profetas,  la  ka‘aba  de  la  tierra  y  el  cielo,  sobre  todos  los mensajeros,  los  benévolos  compañeros,  y  sobre  el  total  de  los  seguidores  de  la verdad  y  la  razón,  y  sobre  nosotros,  por  Su  bondad,  generosidad  y  dones  con  los  mejores saludos, y que los incremente con veneración y dignidad. Quien  se  separa  de  un  comportamiento  (juluq)  execrado  por  el  conocimiento de una  naturaleza  alejada  de  la  indulgencia  (al-ḥilm),  no  alcanzará  el  camino  de la  felicidad  y  la  realización  espiritual  (taḥqīq). 
El  iniciado  (al-murīd)  encontrará únicamente  su  verdadera  comodidad  en  la  vigilancia  constante  del  recuerdo (dawām  raqīb  min  al- Dhikr),  que  le  eleva  cuando  baja  y  le  despierta cuando  se  descuida. Los que son  iniciados  tienen  tres categorías.. Aquellos que están en su orientación de fe y son sinceros en su objetivo con aspirar a más.. Aquellos  que son  atraídos  hacia  el  Amado, Él  cual  les  anticipa  la comprensión  y  alegría, y  no prestan  atención  a  otros asuntos.. Y  aquellos  que verifican el secreto de Allah en Su creación y a la vez oculta su realidad espiritual. Estos son los que han probado el sabor de  la  vocación  espiritual  (al-tawba), al haber conocido el desapego y tener constancia y certeza del camino y objetivo. La  mayoría  de  la  gente  cree  que  si  alguien  consigue  ser un  íntimo  de  Allah (un walī),  llegará  a  ser  un  rey,  al  que  se le  rinde  obediencia  o  un príncipe  al  que  cuidan  en  los  cielos  y  en  la  tierra.  ¡Quita  allá!  Sólo  se  preocupa por  la  intimidad  divina  (al-walāya)  quien  no  sabe  que  es  una  carga  tan pesada,  que las  montañas  no  pueden  con  ella,  y  sus  faltas  se  cuentan  por  dos.  Y  se  dice respecto a  eso  lo  mismo  que  se  había  dicho  al  señor  de  los  íntimos  de  entre  los realizados  de  la  tierra  y  del  cielo:  «Si  no  te  hubiéramos  confirmado,  casi  que  te habrías  arrimado  poco  hacia  ellos.  Te  habríamos  hecho  gustar  el  doble  en  la vida  y  el  doble  en  la  muerte.  Luego,  no  encontrarías  quien  te  auxiliara  contra Nosotros»  (Corán, 17: 74-75).  Ciertamente,  los  cimientos  se  construyen  con  un  poco de  arena  y  piedrecillas,  y  no  con  cargas  y  grandes  montañas.  Quien  tenga  la determinación  de  llevar  a  cabo  un  bien  y  se  desespera,  será  desafortunado.  No hay  más  fuerza  ni  poder  que  en Allah.
Aquel que se abandona de sí mismo y permanece en Allah SWT; Quien  es  así, niega  su propia capacidad  y  la anula para adherirse  a  la voluntad divina con una firme certeza. Éste  es  el  estado del íntimo de  Allah SWT  después  de confirmar su identidad divina y su cumplimiento con el pacto hasta  el  final.. El  es  quien obtiene beneficios y beneficia, no renunciado a la verdad.. Ni su mente la niega o contradice de palabra o de obras.

Y ALLAH SWT SIEMPRE SABE MÁS.

FDO.

miércoles, 14 de septiembre de 2016

AL QALB.. EL CORAZÓN.

El corazón.. Al Qalb.
De todos los términos coránicos de los cuales puede decirse que se dirigen a ellos [los sufíes] y a nadie más, excepción hecha a priori de los Profetas PyB, el más significativo y que se repite con más frecuencia es, probablemente, esta fórmula un poco enigmática: para aquellos que tienen corazón; y si hasta aquí no lo hemos mencionado es porque es suficientemente importante como para constituir el tema central de un capítulo completo de nuestra revista. En efecto, ¿qué es el sufismo, subjetivamente hablando, sino el «despertar de los corazones»?

Hablando de la mayoría, el Corán afirma:

"No son sus ojos los ciegos, sino sus corazones" (1).

Lo que demuestra —y sería asombroso que fuera de otra manera— que la perspectiva coránica está de acuerdo con la de todo el mundo antiguo, tanto de Oriente como de Occidente, cuando atribuye la facultad de visión al corazón y cuando lo cita para designar, no sólo al órgano corporal de este nombre, sino también al centro del alma al que da acceso, centro que sirve de paso hacia un «corazón» más elevado, el Espíritu. Así, el «corazón» es a menudo sinónimo de «intelecto», no en la utilización abusiva que se hace hoy de esta palabra, sino en el pleno sentido del latín "intellectus," nombre de la facultad que permite percibir lo trascendente.

Si el cuerpo en su conjunto es «horizontal» porque está limitado a su propio plano de existencia, el corazón posee, además, una cierta «verticalidad» por el hecho de ser el extremo inferior del eje «vertical» que proviene de la Divinidad pasando por los centros de todos los grados del universo. Si recurrimos a la imagen que sugiere la Escala de Jacob, que no es otra cosa que este eje, el corazón corporal será el escalón más bajo y la escala representará toda la jerarquía de centros o de «corazones» uno sobre otro. Este símbolo es tanto más adecuado por cuanto representa cada centro como separado y distinto a los demás y, sin embargo, vinculado a ellos. En virtud de esta interdependencia, por la que los centros se encuentran de alguna forma unificados en uno sólo, el corazón físico recibe la vida de la Divinidad (según la doctrina sufí toda vida es divina) y la extiende por el cuerpo. En dirección opuesta, el corazón físico puede servir de morada de concentración a todas las fuerzas del alma en su aspiración al Infinito, y pueden encontrarse ilustraciones prácticas de ello en los métodos de la mayoría de las místicas, si no en todas.

En virtud de la misma interdependencia, el «Corazón» puede también corresponder al escalón más alto de la escala, incluso al Infinito, como en la «Tradición santa» siguiente: «Mi tierra no Me puede contener, ni tampoco Mi cielo, pero el Corazón de Mi esclavo creyente Me contiene.»

Se puede encontrar otro ejemplo en el poema del sufí Hallaÿ que empieza con estas palabras: «He visto a mi Señor con el ojo del Corazón. He dicho: ¿Quién eres? Ha contestado: Tú».

Desde este último punto de vista, «Corazón» puede ser considerado como sinónimo de «Espíritu», que posee tanto un aspecto divino como un aspecto creado; y uno de los grandes símbolos del Espíritu es el sol, que es el «corazón» de nuestro universo. La expresión coránica los que tienen corazón posee de esta forma una relación con el nombre mismo del sufismo, al mismo tiempo que da cuenta directamente de su esencia.

Hasta aquí hemos considerado al Corazón principalmente como centro que comprende todas sus prolongaciones «verticales». Pero cuando la palabra Corazón, en el sufismo —como en todas las místicas—, se refiere a un centro particular y diferente de los demás, normalmente no se trata ni del más alto ni del más bajo, sino del centro del alma. En el macrocosmos, el Jardín del Edén es a la vez centro y cúspide del estado terrenal (2).

Por analogía, el Corazón, que en el microcosmos corresponde al centro del Jardín, es a la vez centro y cúspide de la individualidad humana. Más exactamente, el Corazón corresponde al centro del Jardín, punto donde crece el Árbol de la Vida y de donde brota la Fuente de la Vida. De hecho, el Corazón no es sino esa Fuente, identidad implícita en la palabra árabe ‘ayn, que significa al mismo tiempo «ojo» y «fuente». La particularidad de este penúltimo grado de la jerarquía de centros es que señala el umbral del Más Allá, el punto en el que acaba lo natural y empieza lo sobrenatural y lo trascendente.

El corazón es el istmo (barzaj) tan a menudo mencionado en el Corán (3) que separa los dos mares que representan el Cielo y la tierra, siendo el agradable mar de agua dulce el ámbito del Espíritu y el mar salado y amargo el del alma y el cuerpo; y cuando Moisés declara: "No cejaré hasta que alcance la confluencia de los dos mares" (4), está formulando el voto inicial que debe hacer, implícita o explícitamente, todo místico para alcanzar el Centro perdido, que es lo único que da acceso al conocimiento trascendente.

Una de las claves coránicas para la comprensión de los sentidos ocultos es este versículo:

"Les mostraremos Nuestros signos en los horizontes y en sus propias personas"(5).

Nuestra atención se concentra aquí en la correspondencia entre los fenómenos exteriores y las facultades interiores, y, si se piensa en lo que significa el Corazón, resultará particularmente instructivo considerar cuál, entre los «signos en los horizontes», es su símbolo.

Ya hemos visto que, como centro de nuestro ser total, el Corazón es el sol interior. Pero sólo lo es en virtud de su «conjunción» con el Espíritu; en su propia esfera, como centro del alma y umbral del Cielo, corresponde a la luna. En un comentario16 del Corán, un sufí del siglo XIV interpreta la palabra «sol» como Espíritu; la luz es la gnosis; el día es el Más Allá, mundo trascendente de la percepción espiritual directa; y la noche es este mundo, mundo de la ignorancia o, en el mejor de los casos, del conocimiento indirecto reflejado que simboliza el claro de luna. La luna transmite indirectamente la luz del sol a la oscuridad de la noche; y, de modo parecido, el Corazón transmite la luz del Espíritu a la oscuridad del alma. Pero lo indirecto no es la luna, sino su luz; cuando brilla en el cielo oscuro, está mirando directamente al sol, y éste no está en la noche, sino a pleno día. Este simbolismo revela la trascendencia del Corazón y explica qué sentido tiene decir que es la facultad de la visión espiritual (o intelectual) directa.

Pero esta facultad se encuentra velada en el hombre caído, y ello incluso por definición, porque si se dice que perdió el contacto con la Fuente de la Vida cuando tuvo que abandonar el Paraíso terrenal, significa que ya no tiene acceso directo al Corazón. Así el alma del hombre caído es una noche en la que el cielo está cubierto de nubes; y esto nos conduce a una cuestión de importancia fundamental para el sufismo: si se pregunta qué calificación es necesaria para ser admitido en una Orden sufí o qué es lo que puede incitar a alguien a buscar la iniciación, la contestación será que, en la noche de su alma, la capa de las nubes deben ser lo suficientemente finas para que al menos algunos resplandores de la luz del Corazón puedan traspasar las tinieblas. Cuando se le preguntó por qué venían a él aspirantes novicios a pesar de la ausencia de proselitismo por parte de sus discípulos, un Šayj de este siglo respondió: "Que estaban los buscadores en el peregrinar por el pensamiento de Allah SWT pues Él es quien sabe guiar a quien quiere y si quieres la puerta siempre queda abierta." (6).

Dicho de otro modo, iban porque las nubes no eran suficientemente espesas para que desapareciera la conciencia de la realidad espiritual. Lo que hace también pensar en esta fórmula: «Tener un presentimiento de sus estados superiores.» Este presentimiento ha sido mencionado por varios autores como motivo válido para buscar el compromiso con una vía espiritual y como criterio de calificación para ella; y la cumbre de este presentimiento es el sentido, por muy remoto que sea, de lo que el mismo autor traduce como «Identidad suprema» (7); en otras palabras, un sabor anticipado de la verdad.

Notas:
1/ Corán 22:46
2/ Con frecuencia se le representa en la cima de una montaña.
3/Como, por ejemplo, 25:53.
4/ 18:60. La Fuente está aquí sustituida por el mar celeste, cuyas aguas son las Aguas de la Vida.
5/ 41:53.16 Por ‘Abd al-Razz.q al-K.š.n´; atribuido también, sin razón, a Ibn ‘Arabi.
6/ Šayj  A. Salah. Conf. Universidad San Jorge.
7/ En árabe tawhid, literalmente «realización de la Unidad».

Reportaje de Alfonso Feijoo.

lunes, 12 de septiembre de 2016

CONTACTO-TACTO.

Assalamo aleikum.

Nos parece legítimo hablar, mejor dicho, escribir sobre la mística Islámica sin darle más expresiones del sentido propio de las palabras, para no crear parajes dimensionales ni etiquetar los conceptos, que ni los antiguos Sufíes le han implantado.
El órgano que tratamos no es el cerebro, sino el corazón, y por ello, no se puede circunscribir a unos determinados estudios librarios de manera directa, aunque nos apoyamos en algunos textos, el estudio es más práctico que teórico, y por ende, está más directo el alcance que el simple hecho de centrarse en una plantilla determinada, naturaleza-objeto, pues es en el corazón (tan sólo) donde el hombre es lo que conoce, y lo que conoce que es.
El conocimiento se une con su propio ser, allí donde el Ser se conoce en su inmutable actualidad. En la etapa espiritual, el hombre constituye una unidad interna, que por una transposición de lo individual, llama al hombre esencial (el prototipo eterno y universal) ilimitado y divino de todos los seres.
Por la unión con el Espíritu, las criaturas se unen con Allah SWT, ahora bien, Allah SWT es TODO y al mismo tiempo se halla por encima de TODO; es a la vez Inmanente y Trascendente.. Igualmente, el Espíritu, en tal estado de unión, se une a las criaturas en sus esencias, por una intuición directa.. Al mismo tiempo, es como un diamante que no se mezcla con nada y en el que nada penetra, pues participa de la Realidad divina, que se basta a sí misma. En esa medida, el conocimiento intuitivo puede avanzar en la conciencia distintiva, bien porque su brillo atraviesa súbitamente el velo de ésta última, bien porque su actualidad (siempre presente) haga trasparentes las cosas que se ofrecen a la experiencia humana. Desde ese momento, podrá decirse que el Sufi lo conoce todo, aunque ignore mucho sobre los libros y las cosas de éste mundo, aunque las conozca todas en su esencia.
En cualquier caso, nunca el hombre tendrá la cualidad de Omnisciente, sea cual sea el grado de su transparencia espiritual, con respecto a la Luz divina, pues la Omnisciencia sólo es Atributo de Allah SWT.
La unión con Allah SWT es a la vez conocimiento y ser, ambos aspectos deben reflejarse en el alma de aquel que aspira a la Unión. Es la idea de la doctrina, lo que corresponde al aspecto del conocimiento literario, mientras que el "ser" se refleja en una actitud cualitativa del alma, es decir, en su belleza interior.
La idea - o la comprensión doctrinal - es la premisa indispensable para toda realización espiritual; sin embargo, no es directamente operante con respecto a la sustancia humana, que será la base de toda obra y trabajo
espiritual.
En cuanto a la belleza interior, (que implica la simplicidad) la amplitud y la armonía o el equilibrio, es ya el fruto de un contacto divino, aunque no tenga más que una realidad subjetiva y nunca pueda objetar una idea general. Es esta belleza del alma lo que (humanamente) se relaciona con el hombre universal.
La unión se realiza por anticipación del significado de la iniciación que realiza el sheikh con el discípulo (murid). " No verás lagunas en la creación del Clemente; mira bien: ¿Ves alguna fisura? (Corán 67:2)
Todo lo que integra el conocimiento es una inagotable y sola verdad.. La esencia única de todas las inteligencias. (Corán 15:85)(46:2).
Bajo el aspecto de su unidad interna, el cosmos es entonces como un sólo ser; "Hemos enumerado todas las cosas en un prototipo evidente". (Corán 36:11).
Si se le llama hombre universal, no es en razón de una concepción antropomórfica del universo, sino porque el hombre representa, sobre la tierra, su imagen más perfecta. Todo depende estrechamente de la perspectiva que está ligada a la realización espiritual, de la que será como un modelo permanente.
En la medida que uno se aproxima, se le hace desaparecer en la Unidad divina. En este sentido, se dice, que nadie encontrará a Allah SWT sin haber encontrado antes al Profeta saws. y a sí mismo, pues el que se conoce a sí mismo, conoce al Señor.
El contemplativo musulmán no considera otro fin que el conocimiento de Allah SWT y recuerda constantemente a la Unidad divina. Allah SWT no vierte Sus Gracias plenamente más que sobre el hombre universal purificado, que es el único al que Allah SWT (al observar Su creación) llama de "muy bueno". Sólo rogando la efusión de las gracias, el "pobre hacia Allah SWT" (Al faqir ila-Llah) se prepara para recibir la iluminación que sin cesar brota de la divina Oscuridad hacía el "mejor de la creación" (Khayr al-Khalq).
Del sheikh seguidor de la cadena de transmisión (silsila) de Al-Shadhili, Muhammad Fawzi Sha'a, surge la plegaria que dice:"Oh, Allah SWT, bendice a aquel de quien derivan los secretos espirituales, a aquel de quien brotan las luces, en quien se unen las verdades, y en quien fueron depositadas las ciencias de Adam. Los jardines de los Mundos celestes (Al-malakut) florecen por su belleza.. Los depósitos de los Mundos supraformales (Al-jabarut) desbordan el flujo de sus luces.. Nada hay que no lleve su sello, pues sin el mediador, todo lo que de él depende desaparecería. Oh, Allah SWT, Tu secreto todo lo engloba y Te demuestra, y también Tu velo supremo, ante Ti, entre Tus dos manos.. Úneme a sus allegados, juzgame según él, y hazme conocer mediante una sabiduría que me sane de las influencias de la ignorancia, y que me haga beber de las fuentes de la Gracia. Retírame de los cenagales y fíjame en la esencia del (Tawhid) a fin de que entienda todo por Ella."
Muhammad Al-Harraq dijo en éste sentido: "No he bebido más que una *gota y he comprendido."

No se pueden realizar las cualidades universales más que aquel que antes ha realizado un aspecto cualitativo de su alma.
En cuanto al conocimiento de la Unidad (Al-Ahadiyah) implica la aniquilación del EGO.

Assalamo aleikum wa rahmatullah wa barakatu.