domingo, 19 de marzo de 2017

CUANDO DEL ERROR INCIERTO SE ALCANZA EL VÍNCULO DE LA VERDAD Y LA REALIDAD.

Todos tenemos alguna clase de experiencia de que, cuando iniciamos una nueva ruta en cualquier disciplina, empieza para nosotros una aventura en la que, evidentemente, podemos hacer las cosas bien o de hacerlas mal. Comenzamos con el beneplácito de una mayor o menor consciencia y experiencia, con nuestra voluntad y con el bagaje de nuestras contradicciones. Es el signo de la búsqueda, al que no hay por que temer, pues es que, gracias a éste ir y venir entre el acierto y el error por lo cual también aprendemos. Naturalmente, que obtendremos mejores resultados, siempre que vayamos acompañados de la prudencia y el discernimiento.
Una parábola de la Tradición, que puede ilustrar éste ejemplo:
«Había un rey que a pesar de ser muy poderoso (y no obstante querido por sus súbditos,) solía ir y venir de la alegría a la tristeza con cierta facilidad y con algo de exageración. Por lo que, a causa de su inestabilidad emocional, éste no podía llegar a ser tan feliz como él desearía. Fueron convocados los consejeros del reino y ya sin haberse mostrado capaces para solventar el asunto, decidieron consultar a un sabio Sufi que vivía retirado del reino con un pequeño grupo de sus discípulos. El sabio, puesto en antecedentes de lo que sucedía, y pasados unos días, se presentó ante el rey y le entregó un sencillo anillo de madera, al tiempo que le daba éste consejo al rey: –«Majestad, cuando se sienta muy triste o cuando se sienta muy alegre y note que esa emoción habitúa su estabilidad, mire el anillo y lea la frase que lleva escrita». Ante la sorpresa de los presentes, (que no entendían nada) se dibujó una sonrisa de complicidad en el rostro del rey, pues aquel anillo llevaba ésta frase grabada: «Recuerda que ésto también pasará».
Todos estos movimientos tan apasionados y repentinos, tan nuestros, que nos desconciertan entre cúspides y valles, forman parte del movimiento creacional. Son el resultado permanente de la lucha entre los opuestos, cuyo objetivo es el de impulsar el aprendizaje que nos exige la evolución para la plena madurez. Es por esto que la diversidad de nuestras emociones cotidianas debe de servirnos como un ejercicio de dominio sobre los arrebatos emocionales descontrolados, ya que por medio de ellos, el ego puede jugar con nosotros,
como el gato juega con una madeja de lana entre sus garras. Este esfuerzo de autodominio es necesario para que el dinamismo Creador, impreso en cada uno de nosotros, trabaje y vaya modelando en la evolución. Este esfuerzo de consciencia y autodominio se convierte así en una parte de nuestra aportación «co-creadora», como seres que nos autocuestionamos primero, aprendemos después y por último construimos. Sabemos que lo que no hagamos, cada uno de nosotros, quedará definitivamente sin hacer, porque nuestra individualidad, es un acontecimiento único e irrepetible en la historia del Universo. Indudablemente, el Principio Creador, Alláh (SWT) cuenta con nuestros errores en el proceso de nuestra búsqueda y desarrollo, de la misma manera que el ensayo entre el acierto y el error forman parte de la dinámica del Poder Creador. Al fin y al cabo, por encima de los aciertos y de los errores como valores subjetivos, siempre permanece la dinámica creadora.  Ésta dinámica (en donde estamos injertados y donde nuestros errores están justificados,) se identifica con el Amor de Allah (SWT) y equivale a Su justicia. Recuerda que los grandes Profetas legisladores y los Maestros inspirados de la Tradición son válidos modelos cercanos a nuestra comprensión. Ellos también vivieron como hombres y mujeres que tuvieron sus momentos de dudas, de aciertos, de errores y de preguntas. También ellos, en los momentos en los que tuvieron que aceptar las funciones del magisterio, lo hicieron desde la consciencia de las propias limitaciones. Ejercieron su labor entre personas corrientes y (al aceptarlos para instruirles,) tuvieron necesariamente que preveer sus cualidades por despertar y sus defectos por aparecer. El Dinamismo Creador, no ha de pedirnos más a nosotros, que conocemos la Antigua Sabiduría velada en el tiempo y aún a veces cubierta por el polvo de las tradiciones étnicas. Contradictoriamente, algunas religiones resaltan tanto la idea del "pecado original" que se olvidan del concepto de "inocencia original".  Necesitamos pensar menos en nuestras limitaciones (pero sin caer en la prepotencia), con objeto de dar un margen para que la Acción Creadora actúe en nosotros. Hemos de confiar más en la impronta de Su dinámica sobre nosotros, ver con ojos nuevos, más limpios e inocentes, el mensaje libertador de lo que significa Revelación. Percibirla como un acto cotidiano inevitable y excepcionalmente como una intervención singular. Es necesario que cada persona se reeduque en la inocencia y en la inquietud, para desarraigar de cada uno el lastre de los miedos o del absentismo, porqué ¿qué Revelación ha recibido el que vive oprimido por el temor? o ¿qué servicio puede darnos una herramienta que nos negamos a usar?. Nuestra naturaleza, (a pesar de sus carencias,) es limpia por principio e increíblemente fructífera en posibilidades, como todos los dones del Creador. Son los temores,  infundidos en nuestra educación, los que la ensucian ó los que la limitan a partir de según qué creencias. Hemos sido llamados a la existencia por la Creación y somos renovados por la Revelación permanente como seres nuevos, libres e inocentes (por principio) y sin «pecados originales». No necesitaríamos ser justificados y purificados constantemente entre sentimientos de impotencia y de culpa, si no hubiéramos sido inducidos por la acción negativa de un entorno cultural y religioso, cuando éste ha sido vulgarizado.

aa/fdo