jueves, 31 de enero de 2019

DIVINOS CONOCIMIENTOS.

Es sorprendente, que el milagro del misterio, es lo más alejado de nuestro conocimiento y que en el transcurso del tiempo, el pasado, sea la piedra de choque, (sin la cual), no podríamos tener ningún conocimiento de nosotros mismos. No hay duda, de que ese choque, está dirigido más a nuestra razón que a la propia moral o voluntad; pues estando tan lejos de aquel tiempo, el pasado deja culpables alejados del origen y el hombre parece incapaz de participar en él. La transmisión, no sólo parece imposible, sinó que parece injusta; porque  ninguna regla es contraria para condenar  eternamente lo que concebimos desde la condición humana, pues sería inconcebible, que el hombre excediese al hombre sin el auxilio invencible de la fe y condenase al resto a la ignorancia.
Nos choca más rudamente, que las doctrinas sin misterios sean incomprensibles, cuando somos nosotros  los incomprendidos.. pues el nudo de nuestra condición, gira en torno a los misterios inconcebibles para el hombre; pues la divinidad, queriendo hacernos ver las dificultades de nuestro ser ininteligible, ha ocultado el verdadero nudo de todo en lo más alto, pero  específicamente no en lo más recóndito.. por esa razón, nos instruye para conocernos mejor a nosotros mismos desde la sumisión y así, establecer fundamentos sólidos sobre las verdades que nos dan a conocer el estado creacional del hombre y sus constantes por la acción de la Gracia, que ha elevado al hombre por encima de toda la naturaleza.
Éstas proposiciones, firmes y eternas, dejan al hombre la opción de participar de la Gracia divina y dejar la brutalidad de las bestias, pues sin la Gracia, ¿cómo podría elevarse interiormente con una debilidad sin virtud? Porque no viendo las verdades al completo, no habría llegado a completar la perfecta virtud de ver más allá de la naturaleza. ¿Os podéis imaginar al hombre sin conocer la verdadera enfermedad de la naturaleza y dejando su propia excelencia? Sería una irreparable corrupción en todos los vicios mundanos y la impotencia sería mayor para ver la verdad entera. Conociendo la dignidad de nuestra condición, debemos desterrar la corrupción y conociendo la enfermedad no olvidar la excelencia que nos han dado.
¿Quien puede rehusar de las Gracias celestiales? Aquellos que no tienen excelencia.
¿Quien puede pregonar sin creer?
Aquellos que participan de la hipocresía y vanidad.
¿Quien podrá resistirse al milagro sin asegurar la creencia? Aquellos que sólo ven obstáculos imposibles.
Nada puede detener la volubilidad de nuestro espíritu, pues se rige por parámetros del más allá en los que no se aplica la excepción ni se tiene que demostrar nada para ser suficiente.
La verdadera religión, es aquella, que obtiene luz de la Grandeza y comulga humildad entre sus fieles.

Sh. Ahmad Salah As Sufi