miércoles, 30 de marzo de 2022

ACERCA DEL RAMADAN.


Recomendaciones Generales:
El Profeta Muhammad ( qué la paz y las bendiciones de Allah sean con él) recomienda enérgicamente se sigan estas normas, especialmente durante el Ramadán :

1 . Tomar una comida ligera antes del amanecer, conocida como « Suhur ».

2 . Para romper el Ayuno es recomendable empezar con tres dátiles y beber agua justo después de la puesta del sol diciendo esta oración : «  Al-Lahumma Laka Sumna, Wa ‘ala Rizqika Aftarna » 
( ! Oh, Allah ! Por Ti hemos ayunado y ahora rompemos el Ayuno con el alimento que Tu nos has dado ) .

3 . Hacer las comidas tan ligeras como sea posible, porque, como dice el profeta Muhammad (s.a.w.s ), lo peor que puede hacer el hombre es llenar su estómago.

4 . Observar la oración super-rogatoria conocida como «Tarawih » .

5 . Intercambiar los encuentros sociales e intensificar los servicios humanitarios.

6 . Incrementar el estudios y la recitación del Corán.

7 . Ejercer la máxima paciencia y humildad.

8 . Ser extraordinariamente cauto en el empleo de los sentidos, la mente, y especialmente, la lengua ; abstenerse de charlas banales y chismosas y evitar todos los movimientos sospechosos.

CONCEPTO DEL AYUNO. 
 Con el ayuno de Ramadán, el musulmán también pretende asemejarse a los ángeles (at-tashábbuh bil-malâika), que son seres de luz privados de pasiones y apetitos. Proponiéndose en lo posible el ejemplo de los ángeles, el ser humano se eleva definitivamente por encima de su condición animal, pues la luz de su inteligencia se lo permite hasta cierto punto. La inteligencia coloca al hombre en un rango intermedio entre los animales y los ángeles: cuando se sumerge en sus pasiones y apetitos se acerca al grado de los animales, cuando los trasciende se eleva hasta el horizonte de los ángeles. Dicho de otro modo, el hombre se compone de ego y de corazón: por su ego busca su exclusiva satisfacción y por su corazón aspira a lo infinito. Por su condición sutil y desapegada de la materia, los ángeles están cerca de Allah, y acercarse a ellos es acercarse a Allah. Acercarse quiere decir adoptar su naturaleza, pues el que busca asemejarse a algo se acerca a esa cosa. Y, al igual que sucedía en el caso anterior, al atardecer el musulmán retorna a su grado humano habiendo saboreado formas de ser que abren su entendimiento y lo emancipan de su tendencia a lo más fácil, al carácter animal de su egoísmo.

         El at-tajalluq bis-samadía y el tashábbuh bil-malâika no se logran más que cumpliendo con todas las exigencias del ayuno, las formales y las espirituales. Pero de nada sirve obsesionarse en los pormenores del ayuno si no se tiene como objetivo lo que posibilitan las enseñanzas interiores. Si uno se priva tan sólo de comer y beber durante el día sin hacer ayunar al resto de su ser, tan sólo satisface una de las demandas de Ramadán. Es cierto que con ello cumple con un mínimo, pero no saca del ayuno más que haber pasado hambre y sed, tal como enseñó el Profeta (s.a.s). Sin duda, esa hambre y esa sed son bendiciones, pues calman y amansan a su animal, pero no despiertan su corazón. El corazón sólo emerge cuando se abandonan todas las vilezas y la atención es puesta en Allah.

         El Profeta (s.a.s.) dijo: “El ayuno es un depósito que Allah os ha confiado. Que cada uno de vosotros guarde con celo lo que le ha sido confiado”. Lo que Allah ha puesto bajo la vigilancia del ser humano, éste debe salvaguardarlo y evitar que se pierda. El Corán dice: “Devolved (en buen estado) lo que se os ha confiado a su Dueño”, y el Profeta (s.a.s.) se llevó las manos a los oídos y a los ojos y dijo: “El oído es un depósito entregado al hombre en confianza y el ojo es un depósito entregado al hombre en confianza”. Si juntamos ambos temas, obtenemos que el oído y el ojo forman parte del ayuno, que es la Amâna, el depósito confiado por Allah al ser humano. Es obligación de cada musulmán proteger y preservar todo lo que Allah le ha dado, y no exponerlo a la destrucción y el daño. Por ello, el Profeta (s.a.s.) recomendó al que estuviera ayunando y fuera agredido o insultado por alguien que, en lugar de responder a la provocación, le respondiera: “Estoy ayunando, estoy ayunando”, que es como si le dijera: “Allah me ha obsequiado con el oído y no estoy dispuesto a echarlo a perder atendiendo a las afrentas y me ha obsequiado con mi lengua y no estoy dispuesto a malgastarla en responder a la estupidez. Ha depositado en mí ojos, que no voy a gastar en mirar la superficie de las cosas. Me ha dado manos que no voy a utilizar en defender mis derechos y pies sobre los que no voy a ir a responder a quien me provoque”. Quien ayuna de este modo permite a su corazón atender cosas más importantes, y ese es el núcleo del ayuno.

OMAR.