miércoles, 6 de mayo de 2020

LOS ESPIRITUS Y LOS CUERPOS. Reflexión sobre el libro "Madnun" (Imam Al-Ghazali).


Una de las reflexiones en el Libro titulado “Madnun” de Imam Al-Ghazali sobre los espíritus en relación a los cuerpos y su visión al respecto.
Pregunta:
 «Si los espíritus son creados con los cuerpos, ¿por qué dice el Profeta (s.a.w.s) que «Dios creó a los espíritus dos mil años antes que los cuerpos», y que «Yo soy el primero de los profetas por la creación, y el último por la misión», y que «Yo era ya profeta, cuando Adán estaba entre el agua y el barro?»
Respuesta:
-“Estos testimonios no prueban la eternidad del espíritu, sino su creación en el tiempo. No niego que su sentido literal quizá implique la preexistencia del espíritu respecto del cuerpo; pero es cosa muy cómoda esa de tomar los textos en sentido literal, cuando es posible interpretarlos alegóricamente y cuando, hay demostración racional concluyente que destruye el sentido literal”. 
En estas condiciones, es forzosa la interpretación alegórica, como sucede con todos aquellos textos en que se atribuyen a Dios cualidades antropomórficas.»
«Este supuesto, en el primer pasaje, a que se refiere la pregunta, quizá, haya de entenderse por espíritus los angélicos, y por cuerpos los del universo, es decir, el trono, el asiento, los cielos, los astros, el aire, la tierra y el agua. 
Todos los  cuerpos de los hombres reunidos son cosa bien pequeña en comparación con la masa del orbe terráqueo; éste es muy pequeño, comparado con el Sol; la magnitud del sol es incomparablemente menor que la de su esfera, y la de ésta, mucho más pequeña que la de los cielos que están sobre él. A todo esto supera en extensión el asiento, que contiene los cielos y la tierra, y por fin, el asiento es muy pequeño en comparación del trono. 
Cuando, pues, hayas meditado atentamente sobre todo esto, acabarás por tener en poco, como cosa vil y despreciable, a los cuerpos humanos, y así no pensarás en ellos, al oír la palabra cuerpos.
Ahora bien, de éste mismo modo, comprenderás y tendrás por cierto que los espíritus humanos son, en comparación de los angélicos, como los cuerpos humanos, en comparación de los del universo. 
Porque si se te abriese la puerta del conocimiento de los espíritus, verías que los humanos, respecto de los angélicos, son como una lámpara que toma su luz de un vivísimo fuego que envuelve al universo, éste fuego vivísimo son los espíritus angélicos. 
Y aun dentro de éstos, hay una gradación de jerarquías, cada una de las cuales sólo encierra a un ángel, al revés de lo que sucede con los espíritus humanos, los cuáles se multiplican dentro de la unidad de especie y jerarquía, cada uno de los ángeles constituye una sola especie y él solo es la especie entera. A ello alude el Corán, cuando dice:
 «No hay uno siquiera de nosotros que no tenga su rango determinado, pues en verdad que nosotros somos los homogéneos.» 
Y lo mismo significa aquel dicho del Profeta (s.a.w.s):
 «El que está prosternado ante Dios no se levanta, y el que está levantado, no se prosterna; porque no hay uno de ellos que no tenga un rango determinado» 
«De lo dicho hasta aquí resulta que no debe entenderse por las palabras cuerpos y espíritus en abstracto, más que los cuerpos el universo y los espíritus angélicos.»
«Por lo que toca al segundo pasaje, a que se refiere la pregunta: 
«Yo soy el primero de los profetas por la creación y el último por la misión», hay que observar que ahí la palabra creación significa el decreto sin el acto de hacer existir. 
Y en efecto, antes de que Muhammad (s.a.w.s) fuese engendrado por su madre, es claro que no existía, no estaba creado por Dios; pero, en cambio, en el decreto divino existían ya los fines y complementos de él, antes de su existencia real y enlazados con ella.  Y esto es lo que significa el axioma:
-Lo primero de la intención es lo último de la ejecución. 
Expliquémoslo brevemente:
-El arquitecto que hace el plano de una casa, lo primero que se representa dentro de sí mismo es la forma de la casa, que aparece en su proyecto ideal completado y perfecto, aunque cabalmente, lo último que ha de resultar de todos sus trabajos será esa misma casa completa; luego, respecto del arquitecto, la casa perfecta es lo primero en su proyecto o decreto, y lo último en la realidad o existencia, porque todos los trabajos previos, la fabricación de los ladrillos, la edificación de las paredes, la unión de las diversas partes, etc., son medios para el fin y acabamiento, que la casa, objetivo por el cual se han realizado de antemano. 
Esto supuesto, has de saber que el fin de la creación de los hombres fue que consiguieran la felicidad de aproximarse a la Majestad Divina. Más éste fin no podrían alcanzarlo, si los profetas no se lo enseñaban; luego en el decreto de la creación iba ya envuelto el de la existencia de los profetas; más aún, su existencia precedía a la creación, aunque no debía cumplirse en la realidad sino gradualmente según el orden de la providencia, como la construcción de la casa no se realiza tampoco sino por grados. 
Así, el germen de la profecía comenzó a desenvolverse con Adán, y no cesó de crecer y perfeccionarse hasta que alcanzó su completo desarrollo con Muhammad (s.a.w.s). 
Este completo desarrollo era el fin y meta  y el desenvolvimiento del germen por los primeros profetas y el medio para aquel fin, a la manera que concurren, como medios para conseguir la perfección de la casa, el echar los cimientos y el levantar las paredes. 
Y en virtud de este misterio, Muhammad (s.a.w.s) es el sello de los profetas, porque el aumento de lo que ya está completo, constituye una imperfección. 
Así, por ejemplo, la perfección del órgano aprehensor está constituida por la palma de la mano de cinco dedos; y tan imperfecta es la que tiene sólo cuatro, como la que tiene seis, porque a ésta última le sobra uno más de los necesarios y suficientes, y por tanto, es una imperfección en realidad, aunque no sea un defecto, sino un exceso. Y a esto, alude aquel texto del Profeta (s.a.w.s):
-«La profecía es como una casa construida, a la que no falta más que el hueco de un ladrillo por llenar; yo soy el que llena ese vacío».
«De todo lo cual se deduce que, siendo Muhammad (s.a.w.s) el sello de los profetas, a quien ningún otro ha de suceder, es evidentemente el primero en el decreto divino y el último en la existencia.»
«Y finalmente, el último pasaje a que se refiere la pregunta:
«Yo era ya profeta, cuando Adán aún estaba entre el agua y él barro», alude también a la doctrina que acabamos de exponer. Es decir, que Muhammad (s.a.w.s) era ya profeta en el decreto divino, antes de que Dios hubiese acabado de crear por completo a Adán.
Porque Dios creó a Adán para comenzar en él la depuración de la semilla de la profecía, y no cesó de depurarla, hasta que llegó gradualmente al colmo de la purificación y estuvo en aptitud de recibir el espíritu  profético de Muhammad (s.a.w.s).
 El quid de ésta cuestión no se entenderá, pues, mientras no se de uno cuenta de que la casa, por ejemplo, tiene dos existencias, una en el espíritu del arquitecto, en su cerebro, a la cual él mira como si existiese ya fuera del espíritu, real y objetivamente. 
La existencia ideal y subjetiva es causa de la existencia externa, real y objetiva, y le precede indudablemente. Del mismo modo. Dios decreta primero, y crea después conforme a su decreto. 
Este decreto está grabado en La lámina reservada (Kitab Mahfud), como el proyecto del arquitecto lo está en la lámina o en el papel, teniendo en él una forma completa y perfecta, aunque sólo ideal y subjetiva, la cual es causa de su existencia posterior, objetiva y real. 
Y así como esa forma ha sido grabada en la lámina del arquitecto por medio de la pluma, y la pluma se ha movido en conformidad con la idea, es decir, con la ciencia del arquitecto, o aún mejor, ésta ciencia ha sido la que le ha hecho moverse, así también las ideas divinas, sus eternos decretos están grabados en la lamina reservada, y esto mediante su pluma, la cual se mueve en conformidad con la ciencia.  O en términos propios, la lámina reservada significa una realidad apta para recibir el grabado de las formas o ideas y la pluma es la entidad que produce sobre la lámina esas formas.
Porque entiéndase bien que lo esencial en la definición de la pluma es ser dibujante, y en la definición de la lámina, ser apta para recibir el dibujo; sin que exijan esencialmente ni una ni otra, ser de caña y de madera.
 -Más aún, la esencia de ambos seres exige no ser cuerpos. La corporeidad no, va envuelta en la definición de una ni de otra, es únicamente algo sobreañadido, es su forma exterior, no su idea y quididad. 
Luego no se rechaza que de Dios se diga que tiene entre los dedos de su mano la pluma y la lámina, entendiendo la frase en un sentido que se armonice con "su esencia y divinidad, puesto que en Dios esas entidades están exentas de corporeidad, más aún, son todas ellas sustancias espirituales y sublimes:
-La pluma es Dios ilustrando. La lámina es la ilustración comunicada, porque Dios enseña por medio de la pluma.»
«Y una vez que hayas entendido las dos especies de la existencia, resulta claro que Muhammad (s.a.w.s) existió antes que Adán, en cuanto a la existencia primera, en los decretos divinos, no en cuanto a la segunda, es decir, a la real y objetiva.»

AfF.