viernes, 9 de julio de 2021

LATAIF-E-SITTAH (LATIFAS) Y SUS EFECTOS. (Segunda parte).


Las etapas de la Luz (energía espiritual) pueden ser comprendidas a través de las vasijas espirituales de los Profetas (PyB).  Las llamadas «Lataif» o «Latifas».
Libro "Así hablaba el mendigo" pag. 153.
Shaykh Ahmad Salah As Sufi (2019).

Enseña el dhikr y utiliza las cinco latifas; los cinco puntos sutiles del cuerpo sobre los cuales el místico debe concentrar la rememoración (dhikr) hasta lograr la transformación completa de su ser. Por medio de la contemplación de la Unidad abstracta (muraqabah) el buscador es capaz de atravesar la "esfera de la posibilidad" (dâ'ira-i imkân), la mitad inferior de la cual está conectada con el Mundo de la Creación y se halla por debajo del Trono divino (al-arsh), y la mitad superior está vinculada con el Mundo del Mandato, que se sitúa por encima del Trono.

Las primeras "facultades sutiles" (latifas), informales y universales, del alam-i amr, llamadas "las cinco joyas" (al-jawâhir al-khamsa), son: el corazón (qalb), el espíritu (ruh), el secreto (sirr), el arcano (khafî) y el super arcano (akhfà). Estos centros sutiles constituyen los principios (usul) de los cinco elementos verdaderos y propios de la manifestación individual del Mundo de la Creación. Dichas latifas, son las luces que se difunden por el cuerpo y los receptores de la gracia divina emanada (fayd), integran la vida interior del ser humano (bâtin-i insan), el cuerpo interior. Las correspondencias específicas entre las latifas del hombre y los Nombres y Atributos de Allah (al-asma wa-l-sifât) permiten que las emanaciones divinas -experimentadas por el sufí como lluvia, rayos sutiles o luces descendentes- lleguen a éste a través de los canales de las latifas. Las latifas del alam-i khalq son, respectivamente, el alma (nafs) y los cuatro elementos: el aire, el agua, el fuego y la tierra. Es importante precisar que el término nafs se refiere al alma entendida en su aspecto más propiamente mental (el ego), y si se incluye a la cabeza de los elementos corporales es porque, con relación al hombre, representa la verdadera y propia "quintaesencia" (lubb u rubb) de los otros cuatro elementos.

Entre los centros sutiles del "Mundo del Mandato" divino y los del Mundo de la Creación existe por lo tanto una correspondencia que viene expresada simbólicamente diciendo que a los primeros, a diferencia de los segundos, les han sido dados el apego (ta'alluq) y la afección (ta'ashshuq). En virtud de tal correspondencia las latifas del Mundo del Mandato se hallan en los elementos del mundo corpóreo, y de forma particular en el cuerpo del hombre que, en tanto que el vicegerente de Allah en la tierra, es el centro de dicho mundo. En el organismo humano, la parte más adecuada para acoger el reflejo de las latifas informales es el pecho (sadr), en tanto que éste último es considerado el "lugar" del saber ('ilm) y del conocimiento (‘irfân). Así, en el interior del tórax cada latîfa posee una localización propia, determinada por el vínculo (munasaba) que la pone en relación con una parte concreta del cuerpo humano.
Con respecto a las latifas correspondientes del Mundo de la Creación (alam-i khalq), los cuatro elementos (aire, agua, fuego, tierra) no tienen obviamente una localización determinada, ya que están presentes en todo el cuerpo espiritual, constituido precisamente de su unión; en cambio, la latîfa nafs, (que como hemos visto representa la quintaesencia de los elementos humanos y que corresponde a el componente anímico y mental), se localiza en el centro de la frente, en el entrecejo (en relación con el primer lóbulo del cerebro). Finalmente se contempla una última latîfa, denominada qâlab (lit. molde, matriz), situada en la coronilla, que representa el receptáculo corpóreo interior, no tanto en su constitución ordinaria, sinó como principio sutil de la modalidad corpórea verdadera y propia. Así pues, cuando en los textos se habla de siete latifas, hay que entender los cinco centros sutiles situados en el tórax, más el aspecto anímico que reside en el centro de la frente (nafs) y el cuerpo físico (qâlab).
En las cinco latifas del Mundo del Mandato divino (alam-i amr) son más importantes las correspondencias que se establecen entre cada una de las latifas y los diferentes profetas interiores, tal y como aparece en los escritos de la tariqa. Las razones de tales correspondencias se particularizan en el hecho de que el Principio esencial no guarda relación alguna con los mundos (Corán, 29:6); no obstante, la manifestación (zuhûr) de éstos mundos no se refiere directamente a la Esencia, sinó a las revelaciones de Sus Nombres y Atributos (tajalliyât-i asma u sifât), que son infinitos. Cada uno de estos Aspectos divinos es como un todo (kulli) que comprende indefinidas partes (juz'iyyât): así, cada uno de estos aspectos posee innumerables revelaciones, y cada una de estas revelaciones posee innumerables reflejos (lit. sombras), y cada reflejo posee indefinidos puntos (niqat). Así, cada profeta tipifica en el mundo manifiesto un determinado aspecto divino en su totalidad, mientras que los individuos humanos singulares son como los reflejos (zilâl) o los puntos de los reflejos (niqât-i zilâl), como las indefinidas facetas que el aspecto en cuestión es capaz de asumir. Cada latîfa está destinada a estar bajo el control (lit. zîr-i qadam) de uno de los profetas mayores (ulû-l-'azm), lo que significa que la "vía" (maslak) representada por aquella latîfa tiene una conexión particular con un determinado aspecto divino.

Según nuestro maestro, el origen del centro sutil del corazón (qalb) se halla en la iluminación de las Acciones divinas (tajallî-i fa 'lî), el origen del espíritu (ruh) son los Atributos divinos positivos (sifât-i thubûtiyya), el del secreto (sirr) son las Potencialidades divinas esenciales (shuyûrât-i dhâtiyya), el del oculto (khafî) son los Atributos divinos de negación (sifât-i salbiyya) o de la trascendencia divina (sifât-i tanzîhiyya) y el del centro sutil más oculto (akhfà) es todo lo que abarca la Potencialidad divina (sha'n-i jama).

Cada uno de los centros sutiles (latifas) de dicha psicofisiología se localizan en el interior del tórax (sadr) en una disposición triangular que presenta el siguiente orden: Qalb está situado dos dedos por debajo del pezón izquierdo, ligeramente desplazado hacia el costado; ruh está situado en posición especular respecto al centro sutil precedente, dos dedos por debajo del pezón derecho, igualmente desplazado hacia el costado; sirr y khafî se hallan, de modo simétrico y respectivamente, al lado del pezón izquierdo y del pezón derecho, hacia el centro del tórax; finalmente, akhfà se ubica en el vértice del triángulo, en la posición superior y central del pecho, en el esternón. En cada uno de estos cinco grados el dhâkir (seguidor)  imagina que el centro sutil correspondiente está situado justamente enfrente de ese mismo centro sutil del profeta Muhammad (s.a.w.s). Tanto la profetología multinivel como los fenómenos esplendorosos de las luces coloreadas percibidos en la visión extática son similares a los de la fisiología sutil de Simnann y culminan, como ésta, con la radiante luz verde. Las cinco sustancias sutiles (latifas), según Ahmad, son las siguientes:

1) El centro sutil del corazón (latîfa qalb). El buscador contempla las almas de los shaykhs de la orden como espejos de los espectáculos a través de los cuales él ve. Entonces con serenidad de mente y espíritu espera que la energía o gracia divina (fayd) descienda sobre él de forma profusa. El buscador pronto empezará a sentir que su corazón está perdido en la iluminación (tajalli) de las Acciones divinas, y le resulta claro que la acción humana no es nada, que él no tiene poder ni voluntad propia y que todas las cosas son dadas por el poder de Allah que las mueve y que las lleva al reposo. La condición del corazón iluminado por la irradiación de las Acciones divinas se denomina la Santidad de Adán, (wilayat-i-Adam). El buscador que alcanza ésta santidad se dice que está bajo el pie de Adán (Corán, 10:2), que tipifica simbólicamente la "irradiación de los Atributos erativos" de Allah (tajallî-i sifât-i Allah), y más en concreto el que corresponde al nexo creador (takwîn), en tanto que fuente y origen de todas las operaciones divinas (manshâ'-i sudûr-i af'âl). Es el grado de contemplación de la "extinción de la Acción divina" (fanâ'-i fa'li). Las luces que fluyen sobre el corazón son de color amarillo (zard).

2) El centro sutil del espíritu (latîfa ruh). Cuando el buscador, por medio de la práctica constante de esta contemplación, alcanza la Unión con la Realidad, experimenta que sus atributos y los atributos de todo lo contingente han desaparecido y sólo existen los Atributos de Allah. Es el grado de contemplación de la extinción de los Atributos divinos (fanâ'-i sifât). El dhâkir (seguidor) se dice que está bajo el pie de Ibrahim (o de Noé), símbolo de la irradiación de los Atributos afirmativos o positivos (tajallî-i sifât-i thubûtiyya), y en concreto el más sintético (ajma') de estos ocho atributos, (esto es), el Atributo de la Ciencia o del conocimiento (ilm). El color de esta latîfa es el rojo (surkh).

3) El «centro sutil secreto» (latîfa sirr). Después de conseguir la extinción del sirr, el buscador descubre su propia esencia (dhât), y la esencia de todas las cosas que existen extinguida en la Esencia indiferenciada de Allah, y ve a Allah y sólo a Allah por todas partes. Es el grado de contemplación de la aniquilación en la Esencia de Allah (fana' fi-l-dhât). El viajero que lo consigue alcanza el rango de una persona que experimenta la Unidad del Ser. El buscador que alcanza la Realidad a través de esta latîfa se contempla como bajo el pie de Moisés. Este centro tipifica la irradiación de los Modos y de las Relaciones de la Esencia (tajallî-i shu'ûn u i'tibârât-i dhâtiyya), con referencia en particular al Modo de la Palabra (sha'n-i kalâm). El color de esta latîfa es el blanco (abyad).

4) El centro sutil oculto (latîfa khafî) se vincula con Isa (Jesús) (o con algunos ángeles), símbolo de los Atributos de negación (sifât-i salbiyya) y por ello es expresión de la santificación (taqdîs) y de la trascendencia divina absoluta (tanzîh). Cuando el arcano se extingue en Allah, la separación (tajrîd), el aislamiento (tafrîd) o la trascendencia de Allah se hacen evidentes para el viajero. Es el grado de la extinción de la extinción (fanâ' al-fanâ'). El buscador que alcanza éste grado experimenta la wahdat al-shuhûd, la unidad de visión o unidad testimonial. El color de esta latîfa es el negro grisáceo (siyah).

5) Finalmente, el centro sutil más oculto (latîfa akhfà). El dhâkir (seguidor) debe imaginar que su latîfa akhfà, la más sublime y más íntima de las latifas, está situada enfrente del akhfà de Muhammad, en tanto que es Sello de los profetas y representa la síntesis última de los Atributos y de los Modos divinos (jam -i sifât u shu'ûn), síntesis expresada de manera eminente por el Modo de la Ciencia (sha'n-i 'ilm), en cuanto que éste último es el Modo supremo ('azîm) que sintetiza todas las perfecciones divinas (jam'-i jamî'-i kamâlât). El viajero que alcanza la Realidad a través de este centro sutil realiza la permanencia después de la extinción (baqa' ba'd al-fanâ') en Allah. Se supone que el buscador se encuentra bajo el pie de Muhammad. El color de ésta latîfa es el verde (sabz).
A través del dhikr del nombre propio de Allah, y del dhikr de negación y de afirmación (lâ ilâha illâ-Llâh), las latifas ganan en claridad, expansión e intensidad, se difunden y brillan; cuando se han clarificado adquieren la luminosidad y alcanzan la pureza (tahârat). Por medio de la muraqabah (vigilancia contemplativa) el murid ve a Allah el vidente. El verdadero culto sólo es posible cuando se ha logrado ésta pureza, y únicamente por medio de este culto el buscador es capaz de concentrarse en la Realidad absoluta para la completa exclusión de todo lo demás, es decir, del mundo fenoménico, o de todo cuanto no es Allah.

"Profundiza en las Latifas"
Pag. 392. Libro "Así hablaba el mendigo". Primera edición. 
(2019) Shaykh Ahmad Salah As Sufi. 

Assalamo aleikum. 

PD. Shaykh Ahmad Salah As Sufi