jueves, 26 de agosto de 2021

EL VALOR SEMÁNTICO DE LAS PALABRAS.

EL VALOR SEMÁNTICO DE LAS PALABRAS. 

Para la Semántica islámica. 
Una traducción fidedigna tiene que corresponder con una óptima presentación conceptual, en cuyas reflexiones hemos de esforzarnos para validar adicionalmente la consulta con la bibliografía específica al respecto, con las sugerencias y el asesoramiento de especialistas en la materia.

En lo referente a las citas coránicas, se han contrastado distintas traducciones del Corán al castellano, pero éstas no se han condicionado en el contenido ni en la forma de redacción de las traducidas, cuando algunos discrepan de aquéllas. He cotejado algunas versiones presentadas sobre el original, y falta suavidad en la concepción de la histología consensuada, y aunque resulte de un castellano algo menos fluido y elegante, es prioritario, exponer la obra en sí y con su claridad original (sin riesgo) contra su elegancia inicial. 
Tenemos miles de palabras que podemos ofrecer, pero sólo se utilizan aquellas herramientas sencillas y mecánicas, aunque sean menos dulces, pero no es lo mismo.. y no es lo mismo Allah que Alá.. y no es lo mismo Muhammad que Mahoma.. y así sucesivamente. 

Por esta razón concordamos con el original en la expresión entre paréntesis de los sustantivos referidos junto con los pronombres referentes, ya que, al extraer el texto citado de su contexto, quedarán sin identificación; igualmente como sucede con la información relevante sobre algunos acontecimientos que se pueden entender desde diferentes perspectivas. 

Es una tarea para las diversas comunidades musulmanas en España y otros países Occidentales, adaptar su mejor léxico particular para que éstas traducciones sean lo más ajustadas al original y evitar así malas interpretaciones que distorsionen el auténtico contenido. 

HISTORIA DE LA TRADUCCIÓN. 
La primera traducción del Corán fue hecha al latín, en 1143. El Corán, por su estilo único en la formulación de ideas y principios, atrajo la atención de muchos europeos, en particular, de sacerdotes y monjes. Estos últimos, para comprender las ideas y los principios expresados en el Corán, pidieron traducirlo antes de estudiarlo. De modo que esta primera traducción al latín del año 1143 fue impulsada y pagada −a sus expensas− por Pedro el Venerable, monje del monasterio de Cluny en Francia y responsable de algunos monasterios en España. La realizaron dos monjes en Aragón: el inglés Robert de Ketton y el alemán Hermann de Carintia. De esta suerte, el mundo cristiano pudo leer por primera vez una traducción de los textos coránicos, realizada y difundida bajo el patrocinio de Cluny (Martínez Gázquez 2005: 11-14) e impresa por primera vez en 1543 en Basilea (Suiza). 
Pero esta versión era una traducción muy “libre” que contenía muchas supresiones y adiciones y que se alejaba mucho del texto original. El objetivo específico de Pedro el Venerable, al ordenar esta traducción, era denigrar el islam a través de una traducción sesgada y demasiado 
manipulada del libro sagrado. Desde entonces, muchas traducciones realizadas por orientalistas se han hecho con éste mismo propósito denigrante. 
La traducción latina de Ketton, sin embargo, no es la única que conocemos. En la Edad Media no se traduce el texto sagrado, sino que a lo sumo se le dota de glosas que explican el original. Entre esta y la traducción elaborada por Ludovico Marracci (Padua, 1698), se sitúan la de Marcos de Toledo (terminada entre 1209-1213); la de Juan de Segovia (1458), de la que solo se conserva el prólogo; la misteriosa traducción atribuida al Patriarca de Constantinopla, Cirilo Lúcaris (1572-1638), y el no menos misterioso proyecto de traducción ideado por el franciscano Dominicus Germanus de Silesia a mediados del 
siglo XVII.

TRADUCIBILIDAD DEL CORÁN. 
El Corán es una fuente inagotable de conocimiento, que ha sido y sigue siendo un objeto de estudio desde los más diversos enfoques. Desde su revelación (hace casi 15 siglos), ha ido generando a su alrededor una extensa literatura, desarrollada tanto por musulmanes como por no musulmanes, arabófonos o no, e incluso por orientalistas occidentales. Fruto de esa ingente labor lo encontramos en las innumerables exégesis (tafsīr) que han abordado este tema de investigación, desde perspectivas a veces tan distantes entre sí como la lingüística (léxica, retórica, textual), la política, la teología, el derecho, el esoterismo, y un largo etcétera. Es importante tener en cuenta que, para comprender los significados más profundos del Corán, a menudo hay que recurrir a dichas exégesis: 
La interpretación del Corán no es una tarea que pueda hacer cualquiera. A través de la historia los eminentes maestros del Islam, tanto Sunnies como Shiíes, han escrito numerosos libros sobre esta materia y sus esfuerzos han sido, por supuesto, muy valiosos. Pero cada uno de ellos ha escrito bajo un punto de vista de su propia especialización y conocimiento, e interpretaron solamente ciertos aspectos del Corán y no se puede saber si de manera completa. (González Bórnez 2008: xxii)

Sobre la traducción de Melara Navio, citamos la opinión de Míkel de Epalza: 
Parece tener cada vez mejor difusión y aceptación, por la forma en como ha sido 
hecha y por su claridad de conceptos, de estilo y de tipografía, a la que se añade el 
que la tercera edición, bilingüe, tiene el aval de la editorial Saudí con sede en 
Medina, especializada en traducciones bilingües del Corán, y que su extensa red de distribución, es prácticamente gratuita. (2008: 130).

EJEMPLOS COMPARATIVOS.
Ejemplo de Sura 12, (José), verso 18: 

--Y presentaron su túnica manchada de sangre falsa. (Abdulrasak). 
--Luego, le mostraron su túnica falsamente ensangrentada. (Castellanos/Abboud). 
--Y presentaron su camisa manchada de sangre falsa. (Cortés). 
--Y trajeron su camisa manchada de sangre falsa. (González).
--Y enseñaron una túnica con sangre falsa. (Melara Navio).
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Assalamo aleikum. 

Shaykh Ahmad Salah As Sufi.