sábado, 4 de septiembre de 2021

DIÁLOGOS CON EL SHAYKH.

DIÁLOGOS CON EL SHAYKH.
La mística del amor y conocerse a uno mismo. 

Tenemos que aprender y desaprender a ver los errores asimilados como virtudes. Anular el orgullo espiritual para llenarnos de humildad es una necesidad para esa humildad de entrega. (Sh. Sidi Muḥammad al-Ghalli).

Cuando entramos en un proceso de iluminación anímica, la humildad espiritual inunda nuestra alma. Descubriremos que ella no puede vivir sin la luz divina del amor, y que pasa a ser su único objetivo y alimento. El único deseo del alma es retornar al océano de Amor Divino del cual procede y extinguirse en él. 

Al alma no le importan las posesiones materiales ni las vanidades del mundo y sus placeres. No juzga y no condena. Se anula en la grandeza del amado y se dispone para dejar de ser "yo" y pasar a ser el otro, el infinito, el universo entero. El alma aprende a renunciar al ego con dicha experiencia espiritual. Aunque, a veces, no es suficiente con dicha muerte, porque el espíritu que lo habita sigue creyéndose único y está separado temporalmente de la divinidad que lo ha creado.
Después de la muerte, del cuerpo material, el resto de los cuerpos sostienen al espíritu en su individualidad para que termine el proceso de aprendizaje que tiene encomendado por el alma. 
En un momento dado, el espíritu es tocado por la chispa divina del amor y entonces es cuando el alma se ilumina. 

¿Qué ciencia humana puede llamarse perfecta?.. Ni una sola. En el Tasawwuf no se trata en modo alguno de estudiar matemáticas o de predecir la buena ventura, sinó únicamente descifrar los signos legibles, verdaderamente existentes que se traducen como "antiguas reglas de la experiencia" que comprenden el pasado (en cuanto tales signos no se han borrado aún), aplicarlos en el presente y esperar el más allá, y en cada momento hacer una comprobación. Las personas que lo niegan padecen de pereza en el pensar; sin embargo, estas mismas personas creen en los mapas del tiempo, etc. Detengámonos por un momento a pensar: ¿Qué es el tiempo? La edad de un hombre que suele llegar, como fecha de caducidad. Pero en los años vividos, llegamos a concebir únicamente la diferencia que existe entre el día y la noche. Supongamos que la tierra tuviera siempre sol: ¿quién podría decir entonces ¿hoy, mañana, o ayer? Tendríamos un hoy permanente. Considérese la concepción "tiempo" desde el punto de vista de Allah, del Cosmos o como se quiera, y se reconocerá desde luego que, en el sentido cósmico la duración de la vida humana constituye sólo un instante. Y entonces cabe preguntar: ¿Dónde quedan el pasado, presente y futuro en tal instante?.. Se han transformado en un único concepto.

Medíten con más detenimiento. Cuanto más elevada sea la vida consciente espiritual (no intelectual) del hombre, tanto más corta le parecerá. ¿Sólo los hombres de poca o ninguna vida interior conocen el "aburrimiento"?.. Y es, entre otros, por éste motivo también que una persona de elevado espíritu jamás llegará a suicidarse por el hastío.

En el antiguo simbolismo se encierran grandes verdades. Estos símbolos no son hijos de la "casualidad", sinó que éstos: responden a las funciones de cada parte y de ciertas cualidades con que los hombres descifran los componentes. Así, por ejemplo, cuando existe una amenaza, ciertas señales avisan.. todo tiene un significado y sentido tonante. Nosotros hacemos señas, indicamos, avisamos, ordenamos con el índice.. Asi también afirmamos o negamos el "yo", perfilando o anulando su ayuda.  

El símbolo del Sol es el oro. En el dedo anular las mujeres llevan las sortijas, sobretodo, el anillo nupcial. El hombre lleva la plata (la luna) más humilde y que generalmente significa el reflejo que permite guiarse en la oscuridad. 
Cuando alguien quiere dárselas de muy elegante, ya sea bebiendo un the, etc., extiende su dedo meñique hacia afuera y le da una postura especial. Lo mismo ocurre con la vida del pensamiento: su diplomacia es un fingimiento sobre ciertos atributos totalmente simbólicos que enmascaran la verdad. 

¿Porqué sucede ésto?, ¿aun no ha podido explicarse?, pero, vemos las experiencias repetidas que demuestran que es así. La proporción tiene sus características determinadas. Si vemos, por ejemplo, que algo nos produce un mal efecto, ipso-facto nos damos cuenta, sin saber el porqué del carácter brutal y hasta vulgarista de su naturaleza. Aquí se cumple el apotegma de la hermenéutica: "Lo interior da forma a lo exterior", y el individuo, en éste caso, muestra su manera de ser, reflejada exteriormente. Una persona así no debe condenarse de ninguna manera, pues su destino es recorrer y vivir el sendero que le ha sido señalado. Así, pues, no debemos hacer nunca responsables a los padres ni a la educación que hayan recibido los hijos, si éstos no se portan debidamente. Y el que no lo entiende así, será muy corto de alcances. Un hijo es de sus padres sólo carnalmente, pero jamás espiritualmente. El espíritu y el alma del niño no tienen nada de los padres. La esencia del espíritu es intención y objeto. El mismo constituye una individualidad aparte, y forma una personalidad propia. El impulso y la fuerza (la potencia) que obligó a los padres a juntarse para poder crear aquella combinación de cuerpos que responde a la expresión externa de la individualidad motriz, es la individualidad emanente. El niño al nacer no pudo eligir otros padres, por ser justamente los dos cuerpos de éstos los que a su vez, vuelven a producir una nueva combinación de cuerpos perfectamente determinada. Y esta nueva combinación, juntamente con las influencias necesarias para el destino de una vida humana determinada, produce precisamente aquella vida física que viene a manifestarse con el permiso del aliento. Claro está que el cuerpo del niño puede tener de los padres mucho parecido con respecto a sus cualidades genéticas, pues muchas de estas semejanzas (ni siquiera tienen que ser muy visibles), resulta que esta herencia, es indispensable para la "escuela experimental de la vida" ya sean estos parecidos de carácter físico o de carácter psicológico. El talento no se hereda; únicamente se herédan, en mayor o menor escala, aquellas cualidades indispensables para ello.. Así, pues, si un niño tiene un parecido muy grande con su abuelo  (corporalmente) no significa que éste niño, respecto a su espíritu, [que constituye un "YO"], sea una clonación.. espiritualmente nada tiene que ver con su abuelo, ni con sus mismos padres. Sus antepasados sólo han contribuído para hacer la envoltura carnal, ajustada y necesaria para él, pero la chispa espiritual, el aliento, el espíritu, es nuevo para él.
La formación de tu estructura, tu cabeza, tu carácter, son tu destino terrestre.

¿Un sabio no puede nacer todo el tiempo? También él tiene que someterse a las leyes que trabajan y se realizan de manera cronométrica. Es que todo es: causa y efecto.. como hemos aclarado en algunos artículos. En esto se basa también: Que toda la culpa tiene su castigo correspondiente. Con una culpa (pecado) cualquiera, pecamos contra las leyes y la armonía preestablecida creando nosotros mismos las causas, y cuyos efectos tendrán que recaer forzosamente sobre nosotros. Toda acción supone un "pensamiento". Pero los pensamientos son fuerzas y estas formas de fuerzas son los vectores que nosotros mismos hemos creado, sin podernos librar nunca de ellos, porque nos siguen como sombras hasta llegar el momento en que tenemos que experimentar su influencia, ya sea maléfica, o ya sea benéfica. Todo cuanto nos sucede hoy es lo que en las últimas décadas se "pensó y deseó". Y como todo hombre constituye su individualidad independiente viviendo en su propia esfera mental y sin tener en realidad ningún parentesco corporal, él sólo tiene que seguir el sendero que le está señalado, y nadie puede abordarle en su camino. Sólo puede ayudarse él mismo, y por sí mismo. Por consiguiente, la más elevada misión de su vida terrestre es examinarse y reconocerse a sí mismo, con lo que al mismo tiempo reconoce su destino. Y la condición primordial para esto es la de actuar y pensar con exactitud. Aprender a pensar con exactitud.. a desear con exactitud.. a querer con exactitud, pues de ello emanan tus acciones y éstas, a su vez, determinan un destino. De lo falso sólo algo falso se puede formar. El primer paso para el avivamiento espiritual consiste en la firme convicción, en el reconocimiento inquebrantable de que nuestro cuerpo físico no es nuestro ser (el "YO" verdadero) y que, antes bien, éste cuerpo físico (como todo el mundo de los fenómenos) es sólo un efecto, unas fuerzas espirituales; y de que nuestro ser substancial es el hombre inmortal interno, ese.. es el hombre verdadero. En la misma proporción en que la chispa espiritual divina se despierta en nosotros para su actuación, en esta misma proporción seremos dueños de nuestro destino: "Todas las cosas por las cuales oraréis y rogaréis con profunda convicción de obtenerlas, indefectiblemente las recibiréis". "¡Piensa con cuidado, pues eso serás". Una fuerza capaz de dirigir y guiar un sistema cualquiera, como la vida humana, o de dar a un objeto una forma adecuada y conveniente, como al cuerpo humano, una fuerza tal no obra ciega ni automáticamente, sinó conscientemente con su finalidad. Por ésto, el espíritu no sólo constituye una forma más elevada de la energía, sinó que es más que ésta energía todavía, puesto que domina y dirige a todas las energías; es el Dueño de la materia y "función". Lo que el hombre significa empieza allí donde no es únicamente un ser procreador de la especie, sinó un ser individual. De lo que hay entre el nacimiento y la muerte no puede explicar la configuración espiritual. La diversidad de los hombres (con respecto a su espíritu) de ninguna manera está basada en el ambiente que les puede rodear, ni tampoco en su educación,

El acontecimiento más importante en la vida del hombre consiste en el momento en que adquiere el conocimiento de su "yo". Las consecuencias de éste conocimiento pueden ser las más beneficiosas o las más funestas. Todo ello depende infinitamente de si el individuo se siente hombre o animal o hombre espiritual.. etcétera, pues dos personas, con las mismas influencias a su alrededor, de su instrucción, se desarrollan en forma completamente distinta y precisamente porque cada persona constituye en lo espiritual un ser propio e independiente. La configuración física la tengo de mis antepasados físicos, pero mi configuración espiritual (meta) la tengo del Dador del aliento mismo, y por medio de mi desarrollo espiritual crece y se expande. Por esta causa adquiero la configuración de mis antepasados, pero no la configuración espiritual de mi propio ser, pues ésta no la puedo obtener de nadie más que del Espíritu máximo, porque "¡lo exterior es el reflejo de lo interior!" Como mi entrada en el mundo físico no la he efectuado con disposiciones indeterminadas sinó determinadas, y como que por estas disposiciones queda definida la ruta de mi vida, tal y como se manifestó en la manera del ser interior, por consiguiente, mi labor en mí mismo no puede haber empezado por el azar. Como individualidad yo tengo que haber existido antes de mi nacimiento terrestre, en el útero. Con seguridad que no he existido en mis antepasados, pues éstos se diferencian de mí como hombres espirituales. Mi manera de ser no puede encontrarse en la de ellos, pues ninguna relación existe entre ellos y yo. Por consiguiente, como ser espiritual soy único de mí mismo, pues únicamente en mí mismo está la explicación del mí mismo y de mi propio ser, y de mi manera de ser y actuar. De manera que ¡he existido desde un principio de eternidad! ¡Existir significa obrar! Cada acción crea en si nuevas causas (lo mismo nos da si somos conscientes o inconscientes) y estas causas tendrán que transformarse y se transformarán nuevamente en efectos valiosos espirituales. Esta es la cadena infinita de acontecimientos que tienen que experimentarse y vivirse; pues han sido ustedes creados por nos espiritualmente (y con ello también físicamente), quedando por consiguiente comprendidos dentro de la esfera de nuestra manera de pensar y de actuar. 

Del "cómo" vivimos, pasamos y aprovechamos estos acontecimientos espiritualmente y, por consiguiente, también físicamente, de todo ésto depende el desarrollo posterior de nuevas causas y efectos en la calidad y cantidad, como también en el mejoramiento o empeoramiento de nuestro destino. Dentro de los límites señalados por el nacimiento y la muerte, el hombre pertenece a los mundos: físico, mental y espiritual (o sea cuerpo, alma y espíritu).

El alma es el intermediario, el enlace entre el cuerpo y el espíritu, siendo así que como cuerpo-alma está dotada de sensibilidad y compenetra el cuerpo físico, y como alma-conciencia impregna el cuerpo-espíritu-, uniendo y enlazando a ambos. Así, pues, el alma, durante la vida del cuerpo, participa de éste y del espíritu.
Esta participación se expresa y exterioriza en todas las fases de la existencia. Dependerá de la organización del cuerpo-alma como del alma-sensación la que podrá devolver sus facultades.

Por otra parte, dependerá de la vida y del ritmo del alma-conciencia, hasta el punto en donde el espíritu a su vez, (en ella), se pueda desarrollar.

El alma-sensación, en sus relaciones con el mundo externo, hallará tanto mejor la expansión cuanto mejor se ha formado y desarrollado esté en el cuerpo-alma. El espíritu de por sí se hace de mayor contenido y poder en la misma proporción en que el alma-sensación le acarrea más substancia en forma de cosas vividas, de experiencias; durante la vida de las experiencias, que son elaboradas en el cuerpo, y llevadas como nutrientes por el alma-conciencia al espíritu, para su enriquecimiento y robustez.

Estos tesoros adquiridos no permanecen en el espíritu de forma inalterada. Las ideas que el hombre adquiere de estos acontecimientos de carácter externo e interno, van desapareciendo paulatinamente de la memoria, pero no sus frutos. El espíritu transforma lo que la memoria acumula, y de ello sólo saca la fuerza para aumentar sus conocimientos. De ésta manera se aprovechan todos los acontecimiento, sobre todo cuando son de importancia. El alma los conserva, como recuerdo, por algún tiempo; el espíritu extrae de él lo que ha de aumentar sus conocimientos, su esencia y valor para continuar y aumentar su progreso espiritual. El espíritu humano crece por medio de los conocimientos adquiridos. Aunque estos últimos no pueden hallarse guardados como en un museo, encuentran sus efectos en los conocimientos que el hombre ha adquirido, y por consiguiente también en la aplicación de estos conocimientos, en el carácter, en su destino y en la senda de su vida. Sólo en éste sentido se labra cada uno su propio destino. Para aquel que ha adquirido la visión espiritual, estos hechos se desarrollan en su presencia con la misma naturalidad que ante sus ojos físicos. Los ve todos claros y naturales.

Cuando uno ha llegado a conocerse a sí mismo, entonces reconoce también a Allah y a sus semejantes, y les puede ayudar. Reconocer quiere decir también amor y comprensión. "El que comprende, no condenará jamás"; pues reconoce en seguida los motivos, la causa fundamental de la acción. El reconocimiento de sí mismo es la primera ley para todos. Y el logro de éste reconocimiento es el deber de toda persona para consigo mismo y para con sus semejantes y el motivo de su acervo en nuestro planeta. Muchos y variados son los caminos que al fin conducen al Sendero Unico, Verdadero, aunque no son igualmente fáciles para todos.

El Tasawwuf construye éstos caminos, pudiéndose señalar como positivos, claros y prácticos. Lo que no se tiene que pensar es que ustedes puedan aprenderlo todo en un par de meses. 
Para juzgar a otros, (un juez) tiene que conocerse a sí mismo primeramente y conocer el sentido de la vida. Es un error pensar que, de la pura curiosidad, quieran ustedes aprender o estudiar superficialmente las reglas de una ciencia para aprovechar o hacer tiempo, como si fuese un hobby con el que entretenerse. Seamos un poco más serios. La espiritualidad no es ningún juego. 

Assalamo aleikum. 

Shaykh Ahmad Salah As Sufi.