domingo, 15 de mayo de 2022

LA PERCEPCIÓN INTERIOR (parte segunda).


LA PERCEPCIÓN INTERIOR  (Parte segunda).

La Permanecía oculta es Su Mensajero, y como visión abscóndita, es también un símbolo de Su orden imperturbable, purificador, sanador, perfección inconmensurable, una potencia de toda creación increada, que abre y nos lleva a irradiar luz. Mientras multitud de seres miran sólo con los ojos, la vision del despertar esa luz oculta y misteriosa, que fascina al corazón de todo ser germinal, se hace luminosa en el latido del anhelo de la contemplación, gráfica, del primer gesto creador.

Esta circunstancia de la luz original nos sirve como fondo de toda experiencia visionaria, lo que nos permite ver en sí misma la invisible paradoja sin intentar definir lo Munífico ni generar aquellos juicios que parten del ego.
Sostiene la vida en aparentemente respiración, y nos alienta, en lo luminoso mismo que permite tener la visión; sobre las apariencias, y con el trasfondo de la mirada ordinaria.

Para ver lo luminoso, para sentirlo y percibirlo, uno debe alcanzar una transformación, aunque sea durante unos minutos de visión. Por tanto, para poder experimentar en el corazón, órgano al que la mística otorga interior, se debe dejar que aflore la esencia que anexiona  profusamente con los retazos de la visión metafórica o simbólica, que es una luz que percibe el interior. Esta luz cegadora, luminosa y transformadora, es la grieta temporal al infinito, que nos permite atisbar aquel invisible e incognoscible ojo, que es el contrapunto de la manifestación misma.. "Soy el ojo con el que ve".. Dicha visión sobre lo abscóndito se vuelve latente, y con ese palpitar se reabre, se entrega completamente a la búsqueda del sentido que nos lleva a reconocer la visión latente del núcleo y de todo acceso a lo Munífico. Si somos capaces de ayudar con aquello que nos supera y nos transciende, albergaremos los órganos necesarios para persuadir al cuerpo, (el gran órgano perceptivo), que es capaz de alterar sus estados ordinarios de visión para potenciar el ver.

Esa misma percepción, el acto de percibir, el sentido para la supravivencia y el supraalimento espiritual nos permitirá ser parte experiencialmente de lo Munífico. Para éste sentido, el número de tiempo nunca es imprescindible. Este es el gran anhelo de la mística; sin embargo, la persona creadora también necesita vivir y transmitirla y poder traducirla con palabras, aunque la búsqueda del sentido, el anhelo del fondo de toda experiencia visionaria y de toda persona creadora, sea la imagen genuina que crea.

Nos enfrentamos a una paradoja "sirr".. una experiencia de lo inefable que fundamenta. Creemos que toda obra auténtica es de trascendencia. A su vez, la creación puede operar como esa gráfica que permite la frontera que separa lo inmanente y lo metafísico, lo visible y lo invisible, es conveniente explicar y percibir la realidad de la forma sin imposición materialista, sin comprender la dependencia de las culturas tradicionales que viven en contacto con un entorno comunitario y/a la naturaleza marcada del mundo. Ellos viven en un tránsito extraordinario, en una única e intrincada comunidad.. pero el sujeto no está limitado por el cuerpo. El hombre no es un individuo en los vínculos que establecen los derechos de separación con los antepasados, y el tiempo, no es una materia de la naturaleza.

Esta conexión que unifica y transciende, fundamenta la fenomenología del mundo, "á'lam" y sólo existe una textura del mundo con un "pro" de todo lo manifestado de forma aparente con un "ana" de todo ser viviente con conciencia y todo lo inanimado o conformado como un campo fenomenal. La percepción que se produce no es pasiva. En sintonía con los antiguos descubrimientos, los contemporáneos de la Metafísica, aseguran, que nuestra mirada iniciada irradia sobre éstas partes que nos atraviesan.

Nuestro cuerpo, como órgano perceptivo, se engalana con un gesto de reciprocidad y se percibe, (en el cuerpo), despojado de sus límites, una capa de lo invisible. Es entonces, cuando el campo fenomenal se convierte en un campo y centro universal de los conocimientos, la conexión debe ser realizada en una región particular del ser, aunque dicho conjunto ya no reside (o no se reduce) al dominio que la psicología había reconocido antiguamente, sinó que las demás cosas, existen por ésta GPA.

Traspasar el mundo ordinario, la apariencia y lo creativo hasta lo invisible,  sólo puede ser visto preceptivamente. En ese gesto de transcendental realidad, no hay límite entre el cuerpo y lo superficial de lo visible, que sólo existe para la vida.

El despertar del ser tiene horizontes que facilitan experiencias y revelan visiones del infinito con sensaciones perceptivas que se sienten con las inspiraciones súbitas de lo divino.

En el otro extremo del éxtasis, el salirse de sí, en sí.. el elevarse y profundizar en lo distinto y complicado de explicar, es la misma realidad la que abisma al encuentro de lo desconocido. Y en el sumo recogimiento del éxtasis, solo en el éxtasis, como introducción de la visión, se da la contemplación y el conocimiento de lo sublime. Lo Munífico es sublime, al igual que lo pueden ser los sentimientos contrarios, (reacciones que se van a lo atrayente), de lo insidioso a lo fascinante y representativo para manifestar el sentimiento, que no sería otra cosa que la misma estética. Ambos conceptos tienen en común la emoción que provocan. 

Los místicos rescataron éste sentimiento con el significado de su fuerza y esplendor para fascinar, encantar y provocar la admiración y percepción de lo sublime, así como el aroma rosáceo suave y arrebatador, que embriaga conmoviendo intensamente para sumirnos en el alojamiento y el éxtasis espiritual, que implica "no solo la apertura" de las energías vitales, sinó también el corazón conciencia. El giro participativo compromete al misticismo desde una perspectiva experiencial de inmanencia en lo Munífico y la sacrasensualidad del cuerpo. La interacción parte del modo de vivir los valores de la experiencia, que se integran sin preocupaciones ni acciones del practicante para "conocer" y aproximarse multidimensionalmente al creador y la criatura, al cielo y la tierra, sobre la atracción у la separación sin perder la fuerza.. osea, un entrelazamiento continuo, que se refleja en mantener la visión de un acontecimiento transformador para participar en una noción o forma de conocer y dar a luz. Se trata de la participación (a todos los niveles) del proceso transformador de uno mismo.

Del compromiso del creador visionario, de la investigación, nace una experiencia en los niveles de percepción o formas de visión transcendente. La vocación del creador no puede ser un taller, estudio o laboratorio, sinó que de estos, florezca una actitud de vida. El dar luz a través del mundo de las fisuras que se abren en esta visión, no puede decirse cotidiana, ya que sabemos que todo lo que forma el ver del mundo, (al mismo tiempo), afecta al mundo y también a lo que hacemos. Es entonces, cuando el hacer, puede llegar a ser creación o mantenerse en ese flujo inspirado que preserva nuestra mirada. Los órganos creacionales en ello toman forma, y el anagrama cuida la lente con lo que decidimos ver.. pues es lo que entra en el ojo lo que constituirá la prima para provocar temblor, asombro, arrebato y la física de la luz, que no hacen sinó confirmar el estado de la luz. Si bien en un inicio se comportaba como una onda, más adelante se comporta como una partícula.. considerando la ciencia de la óptica con la voluntad y energía para intentar desvelar la luz; pese a ello, Únicamente vemos la energía que no son sólo los colores que vemos en realidad, pués traducimos ésta energía en imágenes.. pero, en todo ese proceso no percibimos las características de la luz, sinó lo Munífico que es difícil de explicar.
Es una faceta de éste prisma misterioso, que aún con múltiples caras, la podremos llegar a ver si hacemos esquiva a la naturaleza.

Assalamo aleikum. 

Shaykh Ahmad Salah As Sufi.