ATIENDE MURID.
DHIKR.. El comienzo.
Centra tu atención en una sola palabra sin la intervención del pensamiento analítico; puedes permitirte experimentar directamente la realidad que significa. No emplees la inteligencia lógica para examinar o explicar esa palabra, ni consientas ponderar sus diferentes sentidos, como si todo ello te permitiera incrementar tu amor. El razonamiento no ayuda nunca en el Dhikr ni en la contemplación. Además, debe de ser una palabra monosílaba, que es más adecuada a la naturaleza espiritual, de nuestro Dhikr, que las largas. Y desde ahora, se ha de mantener continuamente presente en el más profundo e íntimo centro del alma.
Podremos entender la eficacia de una palabra interior, que no llega a pensarse, pero que surge desde lo profundo del espíritu de un hombre y que es la expresión de todo su ser. En el ámbito del espíritu, las medidas no existen, pero lo breve permite llegar al cielo.
La repetición del Dhikr va apartando la consciencia del primer obstáculo, que es la percepción de las distracciones, las ataduras del nafs, (el ego), como elementos que te invitan a fundirte en la confusión de lo aparente y frustrarte con la dulce seducción de sus exigencias. Son distracciones naturales que indican que por el momento no hemos podido aparcar las inquietudes y quehaceres. Pero no nos preocupemos por ellas, no les prestemos atención y no hagamos el esfuerzo de apartarlas, porque se harán mas insistentes. Mantén la constancia en el ejercicio porque éste acabará doblegando la dispersión. Más tarde comenzaremos a percibir cómo el Dhikr va conduciendo suavemente la atención hacia la Gran Presencia. A partir de ese instante perderemos la consciencia de la palabra que se repite y se convertirá en un sonido monocorde, mecánico, cuya funcionalidad será la de tener atrapada la mente fuera de la distracción. Poco a poco el espíritu gozará de un simple estar contemplando, sin más, en la intimidad con Aquel que todo lo llena. Hay un período al inicio de las prácticas espirituales cuya duración está condicionada a cada persona y al poder que tenga el ego sobre ella. En éste período surgirán dudas de si estamos aprovechando adecuadamente nuestro tiempo, de si no lo estaremos perdiendo en vez de dedicarlo a otro tipo de legítimas distracciones, como hace todo el mundo.. etc. Aparecerán en nuestra mente observaciones como aquellas de; «tengo que divertirme y aprovechar mi vida», «total, para cuatro días que vamos a vivir…». Y ¡ciertamente!, estas exigencias se fundamentan sobre un principio de verdad, que nos indica en lo más íntimo que, si hemos sido llamados a la vida, indudablemente ha de ser con el derecho natural a gozar de ella, sin duda, de lo contrario la existencia seria una crueldad. No hemos nacido para sufrir, como se nos ha inculcado desde nuestro entorno religioso occidental, pues aún cuando el sufrimiento aleatorio esté incorporado a la vida misma, no tiene porqué formar parte del aprendizaje, el objetivo de nuestra existencia es «El Conocimiento», que no el dolor. La práctica del Dhikr afinará nuestra percepción de las «ataduras» de lo ilusorio y supondrá un avance en la agudeza de la visión y, por ésta causa, aquellos nudos que se van deshaciendo irán siendo sustituidos por la percepción cada vez más habitual de La Realidad que pugna por ser descubierta en nuestro beneficio, lo que irá facilitando el acceso a un equilibrio, sosiego y paz interna permanentes. Desaparecen poco a poco los temores, las inquietudes y surge la práctica correcta del Dhikr, conjuntamente con los demás ejercicios de la 'Ibadat, que comienza a generar en nosotros la energía espiritual que impulsa nuestro proceso de modificación hacia la plenitud de nuestra Naturaleza. Ésta es la energía espiritual a la que denominamos como "El Hikma"; fonema, que se forma desde la raíz «hakama» y que indica acción, movimiento y dinámica evolutiva. Su significado lingüístico se relaciona con la idea de auto gobierno, de ser Sabio. Es decir, de regir tu existencia según la Sabiduría, la "Ma'arifa" como Verdad Esencial. Hikma es por lo tanto la matriz original que se alberga en todo cuanto existe, pero que en el hombre es el equivalente al poder de la Sabiduría de Allah (SWT) puesta en acción.
Continuará.