sábado, 4 de marzo de 2017

La TARIQA

TARIQA.

Es el Sirata l´Mustaqim, el Recto Sendero. Por extensión también se llama Tariqa a una Orden Sufi, y en otro sentido constituye el segundo de los periodos del desarrollo espiritual. Durante éste periodo se alcanza el estado de "Safa," desprendimiento de las ataduras y condicionamientos, y el estado de "Wilaya," docilidad ante la Acción Creadora. Es la puerta que nos conduce hacia el estado de Simplicidad Esencial por el que permitimos que, Allah (SWT), «ocupe Su lugar de trabajo» en la criatura. Al inicio de éste periodo mantenemos el esfuerzo en acoplar definitivamente nuestras vidas a las normas de modificación en nuestra conducta. Por ello nos esforzamos en perfeccionar su aplicación según lo hemos aceptado en el periodo de aprendizaje. Al unísono ejercitamos una mejor comprensión de las enseñanzas guardadas en La Revelación, y surge la «intuición» de que en Ella se guarda «algo» más. Es una base de sustentación para la etapa siguiente. Esta intuición más aguda sobre la Revelación irá dejando paso a aquel otro entendimiento más profundo del contenido sabiamente oculto en ella.
Simplificando: en primer lugar el periodo Tariqa está dedicado, ya sin las anteriores reticencias, a la mejor comprensión, práctica y perfeccionamiento de la norma, (Sharia,) a la que entenderemos, no ya como una piedra, sino como una buena aliada. Es en éste delicado momento más avanzado en el que la Sharia, como Ley, deja de ser una piedra sujeta a cada pie y tiende a transformarse en unas alas para poder volar y romper otras barreras. Debido a ésto, y algo más tarde en éste periodo, el concepto de Sharia se comprende como Revelación que no sólo viene desde fuera, sino que se percibe en el interior  mostrando el Principio de Simplicidad, el inicio a la Ma´arifa, (la Gnosis), y la persona que lo experimenta inicia su transformación progresiva hacia la naturaleza del ´Ârif. Empiezan a desaparecer los «velos».
En segundo lugar está dedicado éste periodo a un proceso de transformación en que las habilidades de la percepción y entendimiento  se generalizan–nuevo enfoque de la Creación como Revelación– y por medio de éste nuevo enfoque al descubrimiento de lo oculto en la Revelación horizontal y vertical. En los comienzos de éste periodo –Tariqa– se inicia en la entrada al segundo estado del Tasawwuf, el que llamamos Safa. Es el estado durante el que la persona, que va siendo libre de sus ataduras y condicionamientos, ha realizado el asentamiento definitivo de los nuevos hábitos, la nueva conducta adquirida interiormente ya es como una costumbre. En Safa el iniciando va a ir asentando las bases del estado de sencillez por el que recuperamos la Fitra, libres de la inocente ignorancia primitiva. Poco a poco la persona va siendo revestida de la Luz del Conocimiento, aquel otro estado por el que desde la consciencia de lo que somos nos habremos de situar dóciles ante el Creador (estado de Wilaya). Aquí la presencia del maestro (Shaykh) se hace enormemente apreciable como ayuda para eliminar ciertas dudas y algún que otro escrúpulo que fácilmente pueda surgir. Durante éste periodo, (el murid), iniciado en el Sufismo, puede verse necesitado de compartir prudentemente algunas de sus experiencias con sus compañeros de la Tariqa y recurrir con cierta frecuencia a pedir la asistencia de su maestro-Shaykh, del que recibirá las indicaciones que éste considere necesarias. Es un periodo más o menos intenso de prácticas espirituales que el Shaykh supervisa, al igual que cualquier otro maestro, de no importa qué disciplina, pues su aguda mirada penetra más allá de las simples apariencias. Como en cualquier otro método de enseñanza, es el murid por medio de su respuesta ante el método, quien determina el tiempo de duración de cada periodo durante el desarrollo de su proceso de modificación. No obstante, consideremos que el desarrollo espiritual no es una «ciencia precisa», y aunque las etapas por las que se pasa y los estados que se alcanzan están sabiamente descritos sobre la experiencia de los siglos, cada persona es todo un universo de posibilidades. Conociendo ésta circunstancia, el Sufismo, aún en su ortodoxia, se ha mantenido flexible en toda su historia, con el objeto de poder ser comprendido y practicado en cada diferente época y por  diferentes personas, sin necesidad de violentar sus principios fundamentales. Por lo tanto, la capacidad para aprender en cada discípulo se mide por el nivel de su docilidad a las enseñanzas que recibe. «Cuanto más vacía está la vasija, más facilidad se tendrá para llenarla».
Es la propia persona la que decide el grado de llenado para "ser".

FDO