sábado, 28 de octubre de 2017

LA REFLEXIÓN DE LA LETRA

Estudia paciente las letras de éste sermón, pues servirán de preludio para la atracción.  Siempre la abeja se siente atraída por la flor más hermosa, aunque se encuentre lejos, es capaz de saborear la esencia para sentir el lazo de unión.

La vida es una esfera para el discurso donde se escurre la poesía que afirma su inseparable tropología de inmersión lingüística cotidiana, como si fuera un arte, que coadyuva la sustitución de la respuesta.  Sustenta a los vivos y recupera a los muertos, pero siempre que estén dispuestos para devorarla con habilidad, por lo que el autor, a lo que aspira, es reconocer su obra en sí mismo, y cómo pasa de boca en boca, sobre todos aquellos que no saben hacer nada más.
El yo es vanidad que se tiene que ofrecer en sacrificio sin ningún altar en la vida y que se desintegre, paradójicamente, al transmutar en la esencia de la vida eterna; en suspenso, se queda la habilidad, y en cualquier caso, la posibilidad de una perfecta clausura con ematopeya de conjetura.  Rara es la connotación ambivalente, que por siniestra , se queda al mismo tiempo sustentada en la juventud del furor y se hace manifiesta la fábula que impulsó a muchos al arrojo de la trama humana por tragarse las cualidades del ciclo natural del exterior.
Quiere el lenguaje ser extraliterario y seguir el movimiento del interior de la circularidad; pero esa analogía, no es sino una variante más de la estructura cíclica del símbolo que termina y se hace visible por la lucha con lo no-humano.
Nunca se puede someter por imposible a la experiencia sin límites, para que traspase el coloquio personal que aspira a la apertura.  Tan sólo el Libro transcurre con eterno retorno, construyendo ese flujo vital en la conciencia.  Sus permanentes caminos son irreductibles, como el movimiento interior, de aquellos que creen sin tomar textos humanos del mundo práctico del interés.
La exopía expulsa el género de discurso que no le interesa, por ser toque ideal del intelecto Eterno; la atrofia semántica, de la lengua, lidia con palabras atroces para contentar a la sociedad del poder cotidiano.  Las reflexiones mundanas no tienen signos del Amor más querido, ni su ir y venir por la vida son signos esenciales  para el aprendizaje del salvar. Tan sólo resiste el lenguaje, que introduce, con demasiado parloteo, a desmesuradas voces de circunstancias.
El verde se convierte en noche, la vida se transforma en instantaneidad, (la percepción), cubre al mundo del pobre, pero todo duelo cobra del drama vilmente con objeto y la evocación de la dimensión; todo se les queda en mero espectáculo de dos sesiones de soneto.
El mundo va mal a cada momento y ese momento sesga el presente; la muerte de ojos huecos, deparará en trágica historia.
No es un emblema del poeta, (ni la pluma, ni el papel, ni la mesa), somos nosotros, los que acabamos su historia con brillo opaco de ojo sin luz para la noche.
Perdido el sentido, apostrofar el poder político que se vislumbra como la muerte; pero la vida rompe con toda definición y se convierte en manifestación de otra ley, que se afirma contra los discursos de actitud crítica, de los que tienen poco de heroica visión.
El legado de la experiencia humana, no puede ser un curso de opresivas maniobras del destructivo orden social; no se pueden establecer límites a la libertad.  No pueden estrechar los caminos para andar dentro de la visión primordial.  No se pueden dibujar dos semblantes que no valoren nada.. o todo se niega o todo se asemeja, (y así la vida), se convierte en algo irreal y pura ficción espectácular.
Son más elevados los valores Superiores, que convierten el elemento en Esencia por Su Voluntad.  No hay límite ni espacio que lo puedan retener, tan sólo el corazón lo puede contener. Luz, visión, mirada, ver, ser, Sufi.. posible lucidez que surge del conocimiento y del entendimiento espiritual; de tal manera, que los aforismos se quedan en el género de la máxima: "La dimensión, [es esencialmente], la facultad del espíritu interior, (que también es el Aliento del Creador), una afirmación vital de Amor."

Ahmad Salah As Sufi.