jueves, 23 de noviembre de 2017

ASÍ DECÍA EL MENDIGO. DESCUBRIR QUE NO PUEDES DORMIR.


No era la voluntad del Creador que la humanidad se destruya a ella misma.. Entre la esclavitud y la corrupción, entre la guerra de ideologías y las batallas serviles de fines economistas con marginaciones racistas.. Al semblante de las luchas cruzadas y los razonamientos pseudo-sectaristas con  infames teólogos que desechan el garante humano para que el hombre se vea abocado y ahogado al sacrificio mediático, al que están acostumbradas las viejas personalidades que viven aún en la edad de las sandalias y los maderos de tormentos.
La humanidad tiene que completar la Voluntad y propósito del Creador pero no con el exterminio selectivo ni inventándose guerras sin sentido para satisfacer el mercado de armas y venenos que hay que utilizar para decidir quién vive y quien perece.. Aunque la mayor parte de la injusticia siempre la sufren los débiles y pobres, que pagan el precio de las desigualdades sociales.. Pues el Creador, no quita la vida a nadie sin que ello le confiera una enseñanza.. Al menos, cuando se trata de agonizantes que tienen conciencia de su muerte física inminente.. La muerte súbita, es que el soplo inspirado, vuelve a salir, sin que venga seguido de una nueva inspiración.. Esa es la muerte súbita, en la que no tienen conciencia.. De otro modo, el que muere con conciencia de su muerte, (lentamente y natural), está necesariamente dotado de contemplación directa y de fe en lo que contempla.
-Oscura es la noche y fría la compañía, que te lleva al lugar para que te entierres con tus propias manos.. Pues los que viven en pecado por el pecado se condenarán aún más.
El hombre perverso tiene la costumbre de caprichos extraños que satisface con ser un salteador y pirata para lograr alcanzarlos.. "Mi hambre estomacal no la quita el desierto, pero despierto al pueblo del lugar, sin llamar a las puertas, y les quito el sueño para reconfortarme con sus pertenencias en las ausencias, que a mi, me faltan"..
El mendigo se retiró y me saludó con un hasta pronto, cuando era para mañana.
La marcha de retorno, era más sencilla, pues no había lugar ni cosa que escuchar.. Sólo meditar en lo escrito, para aquel cuaderno de línea gruesa, que en vez de completar con matemáticas, se llenaba de semántica espiritual y de signos sin igual.
(Octubre, 1.967)