lunes, 17 de diciembre de 2018

LA REALIZACIÓN INICIÁTICA. de Ibn Al Arabí.

En la realización iniciática hay algo verdaderamente ineluctable que empuja al ser a pronunciar expresiones impregnadas de unión y unificación; ésto no puede ser más que una evidencia intuitiva del estado, de carácter momentáneo, que tiene lugar tras franquear un límite existencial. Tal límite no consiste en realidad más que en una concepción subyacente, bien por la separación, bien por la continuidad; en ambos casos se trata de una concepción  de no identidad.
Vemos además, cómo nuestro sufi imputa a los racionalistas la fijación del sentido de éste proceso como si fuese una unión de dos cosas esencialmente distintas.. ésta precisión tiene su importancia, ya que, teniendo en cuenta que tiene su propio sentido, hablaríamos de tener la misma aplicación de unión, expresa y esencial del ser con el principio Divino, es decir, la realización iniciática en la morada de identidad Suprema.
La idea de éste conocimiento es esotérica.. reservada sólo para aquellos que tienen las aptitudes correspondientes, su enseñanza debe mantenerse lejos del alcance de los profanos, entre los cuales se encuentran los literatos, los racionalistas especulativos y los molestos filósofos jurídicos y del descualificado ignorante que no son doctores ni expertos espirituales y cuyas pretensiones de sabiduría, en los que la natural incomprensión, lo dividen todo con el sistema de la intolerancia y llegan a los métodos de investigación con ideas contrarias al mundo espiritual. Sin embargo, ésta Vía esotérica de conocimiento es auténticamente muhammadí, y está incluida, desde su origen, en la definición y la realización de la tradición espiritual islámica.
Citaremos también a éste respecto, algunas palabras del Profeta Muhammad y de sus Compañeros, que ilustran con el recuerdo del comportamiento la autoridad  religiosa de Hasan al-Basri que, para hablar de cuestiones de orden iniciático, se aislaba con las Gentes del Gusto que se encontraban entre sus seguidores.
Aquellos que no presentan una disposición para seguir ésta Vía, o aquellos que ignoran su naturaleza y su objetivo, deben abstenerse de juzgarla a ella y a los hombres que la siguen; ésta es una actitud conveniente y saludable para todos. Las Gentes del Conocimiento, (o al menos algunos entre ellos,) tienen por ejemplo, la posibilidad de establecer, de una manera que les es propia, la validez de los relatos auténticos y tradicionales existentes, mediante la vía directa del desvelamiento intuitivo; de ésto puede resultar que, para las prácticas personales, consideren algunos Hadices de forma diferente a los sabios exotéricos, cuyos criterios son siempre extrínsecos.
La dificultad que tienen los profanos para comprender las ideas iniciáticas se manifiesta en principio por su ignorancia de los términos técnicos establecidos por los esotéricos para establecer la formulación de sus enseñanzas. Éste es sólo un primer obstáculo; en realidad, el verdadero método de conocimiento de los misterios de ésta Vía es la aspiración profunda e ininterrumpida del ser hacia el Objetivo perseguido, la concentración total y constante sobre la Realidad Una, (al-haqiqat al-ahadiyya), de la que resultan la resolución de los enigmas e insospechadas revelaciones. Esta orientación fundamental de la Vía es designada en la enseñanza sagrada por la  noción de (ikhlas) pureza y sinceridad. Estos términos y especificaciones incluyen el (ikhlas al-dini li-Llahi, ikhlas al-ibadati li-Llahi) que se aplican esencialmente al culto ofrecido en exclusiva para Allah SWT, a la adoración desprovista de toda idea de retribución y cuya finalidad es sólo Allah SWT mismo. Allah SWT es servido, adorado, buscado sólo por Él mismo. Esa es la Vía directa de los Hanifas, los Unitarios Absolutos, vía en la que uno presta atención a los frutos de las obras- que aunque reservados en Allah SWT- no se pierden, y tal es la purificación que Allah SWT les orienta a la Luz Suprema y les ofrece Sus dones a cada uno de estos verdaderos adoradores.. Éste le pide que Él mismo lo tome, con el fin de que el gesto de tomarlo él no le suponga un velo sobre la Visión Esencial.