jueves, 24 de septiembre de 2020

VAISHWANARA

Es un logro de este grado-estación, que determina un verdadero fenómeno físico,  por el cual las limitaciones de la  percepción humana ordinaria son  trascendidas y el vishwa se aleja de la condición espacial del hombre común.  Esto ocurre cuando el ser ha realizado  plena e integralmente el estado humano,  entendido como plano de existencia  específico, por que ahora él ha llegado al  centro del círculo ocupando el “eje inmóvil de la rueda”. Es, como ya hemos visto, el  punto central gracias al cual existe un  determinado ámbito espacial, no teniendo ninguna forma o dimensión se coloca, en  realidad, fuera del espacio y por tanto no  está sujeto a las condiciones limitativas  de éste, siendo su mismo principio. De la  misma manera, el ser humano que ha alcanzado este punto central ha superado verdaderamente la totalidad de los límites  propios de la condición humana, porque  se ha transformado en el punto central realizando el estado de este “Hombre primordial” (al-insân al-qadîm). Por esto,  decía ‘Al Arabî, en un escrito que: “la forma del Hombre en su verdad esencial (fî-i haqîqa) es esférica (mustadîr)”. Ver en éste mismo blog el artículo titulado 'La letra ocho'.
EL VERDADERO VAISHWANARA. 
Lo primero es corregir la creencia de acuerdo con las que los sabios Ahl as-sunna nos comunican en sus libros. Es solo este Madhab el que se salvará del infierno. ¡Que Allâh ta'ålâ dé muchas recompensas por los esfuerzos de esas grandes personas! Los eruditos de los cuatro Madhabs, que alcanzaron el grado de ijtihad y los grandes eruditos educados por ellos, se denominan eruditos Ahl al-sunna. Después de corregir la creencia (îmân), es necesario realizar los actos de adoración transmitidos en el conocimiento del fiqh, es decir, cumplir los mandatos de la Sharia y abstenerse de lo que se prohíbe. Uno debe realizar namaz (oración) cinco veces al día sin desgana, y debe tener cuidado con sus condiciones y ta'dil-i arkân. Aquel que tenga dinero o propiedades como nisâb debe dar zakât. Imâm-i azam Abû Hanîfa dice: "Además, es necesario dar el zakåt del oro y plata que las mujeres usan como adornos". Uno no debe desperdiciar su preciosa vida en trivialidades, incluso si están permitidas (mubâh). Ciertamente es necesario no perder el tiempo con el daño. No debemos ocuparnos de fiestas, cantar, instrumentos musicales y/o canciones. No debemos dejarnos engañar por el placer que dan a nuestros nafses. Estos son venenos mezclados con miel y cubiertos de azúcar.

Uno tampoco debería cometer giybat. Giybat es harâm. [Giybat significa hablar sobre las faltas secretas de un musulmán o de un Zimmi a sus espaldas, osea, el (chismorreo). Es necesario contarle a un musulmán sobre las faltas de los Harbis, y sobre los pecados de quienes cometen estos pecados en público, sobre los males de quienes atormentan a los musulmanes y engañan a los musulmanes comprando y vendiendo con manipulación. Por lo tanto, los musulmanes serán conscientes de sus daños. Exponer la difamación de aquellos que hablan y escriben sobre el Islam de manera incorrecta no es un giybat. (Radd-ul-Muhtar: 5-263)

Uno no debe esparcir chismes (llevar palabras) entre los musulmanes. Se ha declarado que se infligirán diversos tipos de tormentos a los que cometan estos dos tipos de pecados. Además, es dañino mentir y calumniar. Un Vaishwanara evitará estos defectos de los que debe abstenerse. Estos dos males eran haram en todas las religiones. Sus castigos son muy duros. Es una gran bendición ocultar los defectos de los musulmanes, no difundir sus pecados secretos y perdonarlos por sus faltas. Uno debe compadecerse de sus inferiores, (en todos los sentidos) y de aquellos bajo su mando, tales como esposas, hijos, estudiantes, soldados] y de los pobres. No se deben reprochar sus faltas. No se debe herir, golpear o maldecir a los débiles por razones triviales. Uno no debe atacar la propiedad, la vida, el honor o la castidad de otro. No contraigan deudas con nadie o con el gobierno, esas deudas deben pagarse lo antes posible para que no estén revoloteando. El soborno, aceptarlo o darlo, es haram. Sin embargo, no será un soborno darlo cuando no haya otra salida, (p. Ej). bajo la opresión de un tirano. Sin embargo, es perjudicial aceptar un soborno incluso en tales condiciones. Todo el mundo debería ver sus propios defectos, y en cada hora debería pensar en las faltas que han cometido hacia Allâh ta'âlâ. Siempre deben tener presente que Allah no se apresura a castigarlos ni les corta el sustento. Las órdenes de los padres de uno, o del gobierno, si son compatibles con la sharia deben ser obedecidas, pero aquellos que son incompatibles con la sharia no deben ser resistidos de una manera que provoque fitna. [Pag.123 del segundo libro de Maktûbåt-i Ma thâmiyya.] 
Después de corregir la creencia y seguir los mandatos del fiqh, uno debe pasar todo el tiempo recordando a Allah. Uno debe seguir recordando y mencionando a Allah como han prescrito los grandes hombres de religión. Uno debe sentir repulsión hacia todas las cosas que evitan que el corazón recuerde a Allâh ta'âlâ. Cuanto más se adhiera al Sharf'at, (aquello que es honesto y honorable hacerlo) más delicioso será recordarlo. Aunque en cierta medida, la indolencia y la pereza aumentarán en obedecer a la Shari'at, pero ese sabor disminuirá gradualmente, desapareciendo finalmente. 
El secreto se da, por su verdad esencial,  [sobre la evidencia del hecho] y que en  realidad, las cosas del corazón no se  crean las unas para las otras, ni las cambia sino Allâh ta'ala. Él las retrae a la  Estación del aislamiento (maqâm at-tafrîd) hacia Él. Y es Él [la razón] por lo que son  queridas, y por que Allâh ha dicho: “No he  creado a los genios ni a los hombres para  que se encuentren a gusto los unos con los otros ”ni para que“ sean amantes los  unos de los otros ”ni para que“ algunos  conozcan los secretos de los otros”. Allâh ha creado a los seres legalmente  responsables (mukallaf) y solamente para Sí, sin mirar a ningún otro. Por medio de  este secreto el Imâm separará aquellos corazones de todo lo que es otro que Allâh y los reenvía a Allah, y no hay ningún  estado espiritual que los hombres  encuentren en sí mismos y que sepan de  dónde les viene. Su fuente es el corazón  de este Imâm, porque [el corazón] está  bajo Su autoridad, de acuerdo con el  secreto que corresponde a la persona  observada cómo Vaishwanara y según lo  anteriormente establecido respecto a la  Ciencia de Allah. El secreto está, por  tanto, establecido en el corazón del Imâm de esa manera. Y lo que le da la verdad  esencial, en la cual está la integridad de lo creado (salâh al-khalq), procede de éste  secreto. 
¿Qué más puedo escribir, de lo que ya he escrito, sobre esto? Será suficiente para una persona razonable. No debemos caer en las trampas de los adversarios al Islam cayendo en sus mentiras y calumnias.

Shaykh Ahmad Salah As Sufi.