sábado, 17 de octubre de 2020

FITRA.

Cuando llegamos a éste mundo traemos un sollozo interior y un llanto de anhelo exterior, pues perder la pureza de la inocencia, (fitra), no nos reportará un beneficio mayor para el acercamiento posterior. (Shaykh Ahmad Salah As Sufi)

Abû Huraira (PyB) dijo: "El Mensajero  de  Allah (s.a.w.s.)  dijo: Todo recién nacido  nace en la fitra (la fe natural del monoteísmo;  el Islam). Sus padres son  los que lo hacen judío, cristiano o  zoroastriano. Así como el animal da a luz un animal completo, ¿acaso veis que sale  mutilado?".  Entonces, Abû Huraira recitó el verso del Corán:  
"Así que permanece firme con todo tu ser en la Religión (del Islam) como Hanif alguien de pura fe (libre de incredulidad, politeísmo e hipocresía). Éste es el patrón original perteneciente a Allah en el cual ha originado al ser humano. Ningún cambio puede haber en la creación de Allah. Ésta es la Religión siempre verdadera y recta, pero la mayoría de la gente no lo saben".
{Corán, Sura 30 (Ar Rum) aleya 30.}

Hazm afirma que todos los seres humanos nacen musulmanes, incluso los idólatras y otras clases de infieles, y que todos han de ser considerados musulmanes hasta que alcancen la mayoría de edad. En ese momento de sus vidas han de elegir entre reafirmar su fe y, si no son hijos de musulmanes, de elegir entre la religión en la que han nacido o renunciar a ella. Su decisión afectará a su destino en el Más Allá. 

¿Cuál es la diferencia? respecto a los otros seres humanos. El incrédulo (kâfir) rompe los lazos que unen a los seres humanos entre sí y a ellos con el mundo. Así es como se destruye la fitra, la perfección del mundo tal cual es. Por eso, en el Corán aparece el Shaytan como el que inspira al ser humano para cambiar la naturaleza de las cosas de Allah: 
[Dijo Shaytan]: 
Y en verdad que los extraviaré, les haré tener falsas esperanzas, los instigaré, y haré cortes en las orejas del ganado, y los instigaré, y cambiarán la creación de Allah. Y quien tome al Shaytan por amigo aliado, en vez de Allah, habrá caído en una clara perdición.
(Les ordenaremos que corten las orejas de las reses), <actualmente se practica mucho en las granjas ganaderas>.. y (cambiarán la Creación de Allâh), <esos cambios ya se producen a diario>. (Corán, Sura 4 ~An-Nísa~ aleya 119).
Alterar la naturaleza de las cosas es haram, es un espacio vedado para el ser humano. La rebelión contra la naturaleza es, literalmente, volverse "retorcido", y por el contrario, obedecer a Allâh ta'ala es la armonía de la suavidad, actuar de forma espontánea y justa. El ser humano puede ser recipiente en el que habita ese contenido inmenso que es Allâh ta'ala; el desarrollo material de esa aspiración latente que tiene por lo Absoluto. Ésta es la maravilla que nos libera de nuestra presunta maldad natural, el saber que el ser humano es una estructura material sobre esa fitra en la que cabe Allâh. 
Dijo Allâh: "No me abarcan mi tierra ni mis cielos, pero sí me abarca el corazón de mi siervo (que es) el mu'min". Allâh ta'ala no es un saber hermético del ser humano, sino aquello a lo que se inclina la fitra de todo lo que existe: lo inmenso, lo desmedido, lo inagotable, ya sea en la desproporción del universo o en la imperceptibilidad del menor de los microorganismos. Allâh ta'ala es
lo que hay en cada instante de la vida. El Islâm es el camino de la fitra. A veces auténticos y sinceros buscadores nos preguntan sobre el Islam, pero quizás no se den cuenta que lo importante no es encontrar respuestas, sino abrir barreras. Oxigenar nuestro mundo. El Islam es abrirse y compartir; no morirse en torno a una idea, como les sucede a los que creen en los dogmas y las ortodoxias. Fitra y Islam se corresponden. El Profeta Muhammad (s.a.w.s), dijo: "Todo recién nacido está en fitra. Son sus padres los que lo hacen judío, cristiano o zoroastriano, y sus compañeros (Sahaba) apostillaron: “... o musulmán, y él dijo: 'No'. El Islâm es la fitra". Musulmanes es lo que somos antes de adoptar ningún credo y de proponernos un camino espiritual. Los musulmanes pretendemos retornar a esa
naturalidad de cuando no nos creíamos nadie ni sabíamos nada. Tu vida nunca necesito controlar los medios por los que has ido formándote desde niño: el Sol que te calienta, las cualidades de la comida que te alimenta, los movimientos de tu cuerpo que te hacen respirar dormido o cerrar los ojos por un resplandor.., todo funciona sin necesidad de tu contribución consciente. ¿Por qué ahora desconfías de lo que gobierna esos procesos y actúas como si fueras tú el señor de ti mismo? Confías en aquello que no necesita de tu confianza para seguir manteniéndote en la vida. Al-Hariri dijo: "No acepto como -ilah- (dios) a un Señor que pueda ser desobedecido".
Hemos sentido la palabra de las aleyas.. El universo entero es un "signo", y cada una de sus partes es un infinito cúmulo de signos. Allâh ta'ala no deja de sugerirse a sí mismo, y el ser humano presiente eso en lo más íntimo de sus entrañas, en su fitra. La fitra es la bondad, la confianza y la receptividad más primaria del ser humano. Es ahí, (en ese recoveco de su ser), {corazón} donde el hombre siente a Allah. Ciertamente, sabemos que, con el paso del tiempo, el adulto va perdiendo esa sensibilidad o intuición natural respecto de lo más sagrado que tenía cuando era niño, y entonces el instinto nos induce a protegernos con el îmân. Es el instinto el que nos devuelve al Islâm. Retornamos al camino primario. La fitra es inconsciente, (pero el îmân), por el contrario, es un mecanismo consciente de protección, es la posibilidad de mantenernos en la inocencia cuando ya hemos dejado de ser inocentes. Allâh ta'ala revela a la fitra en la espontaneidad y la fuerza elemental de las cosas que nos rodean. La primordialidad y la contundencia de lo que existe son signo de Allâh ta'ala. El ser humano sabe, sin necesidad de explicaciones, que él mismo es una aleya, un versículo, un signo de Allâh inexplicable pero habitable. Si el Islam es la vuelta a la simplicidad, toda la elaboración dogmática -como ya hemos visto- es una manipulación y corrupción de la fitra. Pensar en todo esto, nos sirve para reflexionar en ello el resto de nuestra vida: debemos entrar en la pesadilla para borrar al monstruo, pero luego hay que despertar.

Recuperar la fitra no es un revestimiento de lo que nos es ajeno, sino desnudarnos de todo lo que es artificial en nosotros. Para lograr el imân están los Mensajeros de Allâh ta'ala, los Profetas, las Revelaciones, que hablan al que desconfía de sí mismo y le permite recuperar la inocencia de la fitra. Los profetas son los instrumentos con los que Allâh ta'ala desencadena el recuerdo (dhikr) mediante el que se contraresta el olvido natural que tenemos hacia Allâh.. es llegar a ser hombre o mujer. La palabra insân (ser humano) evoca -más allá de los rígidos esquemas gramaticales- el nisiân (olvido). Se llama mu'min al que responde a la llamada del Profeta porque las palabras de ese mensajero resuenan en lo más hondo de su ser, las reconoce en lo que había olvidado, y se produce en el corazón un reencuentro poderoso que lo ilumina, en todo aquel que está predispuesto para Allâh y sólo necesita un estímulo. Mu'min es el que se abandona a Allâh, el sensible ante el desbordamiento de Aquello que lo hace ser, y ahí se universaliza él mismo, se agiganta en ese vórtice de (ar-rahma) Misericordia (fecundidad divina) que configura todo lo que existe.
La fitra es inocencia, no mojigatería: la edificación de la misma exige un yihad (sobresfuerzo) personal contra uno mismo. Hablando con propiedad, la fitra de lo humano no puede ser recuperada sino reconstruida. Si el ser humano trata de "volver a la fitra" como el que desata lo atado e intenta ser un "buen hombre", no logra más que su involución. El hombre tiene una fitra que lo rige, adquiriendo en él -como en el resto de los seres- su carácter específico, y en esa fitra tiene cabida un proceso racional que no pertenece a la fitra del resto de los seres vivos. Ya vemos la importancia que el Corán y Muhammad (s.a.w.s) dan a la razón y a la reflexión, así como la palabra tiene importancia, es también importante la alegría,.. todo ello constituye la figura humana.

Exonerados los musulmanes del pecado original, el reto surge en reconstruir nuestra fitra y que nos aleje del ideal popular del perfeccionamiento a base de la idolatría que nos rodea, idolatría de la miserabilidad del pecador católico, que, al fin y al cabo, son la misma persona, pues pecan una y otra vez encadenados a la ley cósmica de la compensación.
Dijo el Profeta Isa (Jesús): 
—De cierto les digo que si no se vuelven y se hacen como los niños, jamás entrarán en el reino de los cielos. (Mateo, 18:3).

¿CUANDO ENTENDERÁN?

Assalamo aleikum. 

Ph.ced.ix.gb.