lunes, 21 de diciembre de 2020

LAS ILUSIONES ABSTRACTAS.

Después de haber declarado las características del espíritu humano y cuáles son las señales y los modos con que Allah obra para llevar suavemente a las almas al camino, y cuantas son las astucias de las ilusiones que conducen al lado contrario, y que tratan de alterar el espíritu que mora en nosotros, que es el humano. Lo haré ahora, pero con  brevedad; porque éste espíritu, tomado por sí mismo, no es tan eficaz como el divino, así que, no hay necesidad de ser tan exactos en las advertencias, después de haber conocido la calidad de los referidos espíritus, y nos sirve de mucha luz entender bien todo esto. 
El espíritu humano es movido entre lo  sobrenatural y lo que viene a ser divino. 
Es el invitado de la carne y de los sentidos estimulados del mundo para el logro de las honras, las dignidades, las riquezas y los engrandecimientos terrenales, y entonces es tentado al lado contrario. 
El espiritu humano, en cuanto es distinto del divino, se considera en sus propios movimientos; esto es, en cuanto que es un impulso que nace de la naturaleza humana. Si el impulso, tiene su origen de la luz natural, de la recta razón, el espíritu humano es bueno, pero si se deriva de la naturaleza viciada, como de ordinario suele suceder, entonces el espíritu humano es negativo. 

Confieso que no es fácil discernir en ciertos movimientos los que son nuestros interiores, si son excitados por nuestra misma naturaleza, ó los que son movidos por el Supremo, por la semejanza que pueden tener estos movimientos, ahora con los impulsos de uno, y después con los del otro. Con todo eso, se pueden hallar algunos indicios y señales probables, porque nuestra naturaleza inficionada, cuando es dejada a sí misma de ordinario en aquellas cosas que son cómodas y conformes al cuerpo vil, (esto es), a sus gustos, sus adelantamientos y su reputacion, y aborrece las cosas que son contrarias, estas inclinaciones últimas son imperfectas y defectuosas y se llaman puntualmente impulsos humanos, aunque también tiene otro nombre, se le dice amor propio. 
Para comprender qué cosa es espíritu humano, basta entender ésto, que en el cual se exprimen casi todos sus características y propiedades.. El 'saber' que por espíritu humano no se entiende aquí un impulso que venga del Supremo por inspiracion, sino sólo por una inclinación de la naturaleza debilitada, pero éste espíritu, que siempre se busca a sí mismo, y así tiene siempre por fin sus operaciones, porque sólo se inclina a la propia comodidad y la propia satisfacción de su estimación. Busca todos los dias en muchas personas espirituales aquello que  tiene abandonado, con el pretesto de conservar la salud y las fuerzas para el servicio, no viéndose por otra parte, como de altura suficiente para servir a la gloria que mantiene intacto y vigoroso el continuo movimiento.

Sucede muy frecuentemente, que quien ha renunciado a las delicias del mundo y los placeres de la carne, impelido después de éste espíritu culpable, se vaya detrás de las satisfacciones, derramándose en discursos inútiles, en novedades de charlatanería y en curiosidad, fomentando amistades conformes al carácter y procurando recreos, no ya por motivo de la gloria Suprema, o de la propia necesidad, sino por el fin imperfecto de su propio agrado. Busca la utilidad propia. 
De todo esto, se sigue, que reciben en ésta vida la paga que les estaba prevenida para la otra, si hubieran ejercitado sus empleos movidos del espíritu que busca Su estimacion. Aquí no se habla de aquella gran ambición que reina en el corazón de los mundanos, de conseguir puestos, honores y dignidades, o de adquirir un gran nombre sobre la tierra: porque ésta se reduce al espíritu del mundo. Se habla solamente de un cierto punto de reputación, que frecuentemente se mezcla en las buenas obras de las personas espirituales, para tratar de contaminarlas. Asi, hay predicadores que anuncian palabras para la salud de los pueblos: pero desean, juntamente la salud de los otros por su propio aplauso, como se puede observar en sus sermones compuestos, que son más un arte para ganar crédito, que para acercar almas al camino. Por eso, hay más teólogos que se consumen en el estudio, que para comunicar las noticias de las cosas divinas: y los que quieren enseñar, generalmente, se diversifican en la doctrina filtrada más honorífica. Podemos decir, que ese es un amor a la propia estimación, un cribado de casi todas las obras buenas de las personas espirituales imperfectas: porque en todo lo que hacen buscan el propio crédito. Por lo que conviene concluir, que el espíritu del mundo, el de la carne, es una condenacion para aquellos que se hacen esclavos del vicio; aunque el espiritu humano tiene que ser el orden de aquellos que profesan la virtud.
De esto se sigue, que las personas dominadas de éste espíritu egoísta e imperfecto aborrecen la autoridad y se revelan, contra la muerte, p.ej; porque la naturaleza dominante no quiere ser reprimida, abatida y sujeta: en una palabra, no quiere morir en si misma por los golpes del movimiento espiritual. Estos se solapan y disculpan con el apego que tienen a la comodidad, satisfacción, ganancia y vanidad, con algún motivo virtuoso de caridad y de celo, u otro semejante al que se acogen; y de éste modo, se lisonjean de que obran con perfección y virtud, cuando sin embargo es una continúa adherencia a sus imperfectas inclinaciones. Muestran en las oraciones su naturaleza, que no sólo está muerta, sino que está debilitada por la falta de ejercicio. Si les quitan alguna comodidad o alguna satisfaccion de ganancia, rápidamente hieren el punto de quejas sobre el mundo. Y en efecto, de ninguna cosa tienen más necesidad que de aquello que tanto aborrecen: porque sólo esto puede abatir las inclinaciones de su naturaleza, según las cuales ya se han acostumbrado a vivir: y sólo eso puede reducirlos para obrar únicamente según los dictámenes de la divina gracia.
Que la naturaleza del hombre lleva consigo una cierta disposicion natural y alguna virtud, es bien sabido, pero la cual tiene que encontrar menos impedimentos, y menor repugnancia para otras: y al contrario, tiene también una cierta ineptitud é indisposición para alguna otra virtud, cuyo ejercicio se le hace más dificultoso. De donde proviene, que muchas veces, una cierta reacción a lo bueno parece devoción: más en realidad, no lo es: porque nace del impulso de la naturaleza, propensa a esta o aquella acción buena y virtuosa. De ésta palabra, y de los afectos a las obras de las personas, surgen las jactancias que proceden de éste principio natural, y por eso, deben atribuirse sólo al espíritu humano. Pongamos esto en claro, con uno de los casos que cada día suceden. Encontraréis algunas personas imperfectas,  principiantes en el bien, que son pies para correr en ayuda del prójimo: son todo ingenio para encontrar medios con qué ayudarles, pero son todo manos para ponerlos en la zona del apedreamiento. No son un fiel retrato de la caridad.
Tal vez sucede, (con la analítica previa), que las personas dedicadas, son movidas por éste espíritu propio para buscar en sus fatigas y en sus estudios las operaciones que bien sean beneficios de ganancias temporales, y aquellos, abrazan los trabajos con mas voluntad, de los cuales, esperan sacar la mayor utilidad de los  emolumentos y provecho del conocimiento divino. 

Si creemos en el efecto de la mansedumbre, y examinamos diligentemente esta quietud, encontramos que no nace de la gracia; que no refrena ni modera sus contrariedades, sino que parte de un reportable pseudo-natural flemático, frio y pesado que no sabe avivarse para no incomodarse con el enojo. Frecuentemente os sucederá encontrar personas que en sus oraciones están llenas de ternuras, y tal vez se deshacen tambien en lágrimas. Se creería que llueve sobre ellas por mano de los ángeles: más si examinais aquellas lágrimas, hallaréis que la gracia en ellas es la menor de la menor parte, porque son efectos de la naturaleza sanguínea, ternuras y afecto, que al imaginar cualquier objeto compasivo y amoroso, naturalmente se conmueve. Asi os sucederá tambien, al encontrarse con algunos tan atentos en sus oraciones, que pasan una hora entera casi sin distracción de pensamientos. Pensaréis que han llegado a un profundo y habitual alojamiento, y quizás a una alta contemplación; pero estaréis engañados, porque esa gran atención, tal vez no proviene de la luz celestial que se fija en el corazón con algún objeto divino; sinó que nace de una fuente imaginativa o de un temperamento profundamente melancólico y fijo que tiene clavado el entendimiento en aquellos objetos sobre los que medita.
Lo mismo decir, de aquel que en algunos dias siente un extraordinario fervor y una consolacion muy espiritual con que se cree lleno espiritualmente; pero el pobre se engaña, porqué su gran consolación sólo es obra de la naturaleza. Sabed que le ha acaecido una cosa muy próspera, y es muy agradable, porque dilata el apetito sensitivo y se ha llenado del deleite natural que lleva al pequeño principio de devoción, que le ha dado un cierto calor de espiritualidad: asi que, todo su fervor se reduce a un cierto regocijo natural, abrigado de devoción. ¿Queréis ver cuán verdadero es ésto? Observar cuando le suceda alguna cosa desagradable, y veréis desvanecido de un golpe toda la euforia de espíritu, todo el fervor, y en su lugar,  surge la dificultad del trabajo para levantar el corazón al Supremo. ¡Ah! Cuán fácil es confundir los impulsos que da Allah, con los que da la naturaleza, y tomar por espíritu divino nuestro espíritu humano! ¡Cuán pobres somos! Nos quedaremos avergonzados en el tribunal Supremo, cuando veamos que las operaciones que creíamos que eran pureza de virtudes sobrenaturales, (en sustancia), no eran más que actos naturales, o cuando más, una mixtura reducida de virtud y de naturaleza, y que quizás contribuía más a la naturaleza que a la virtud.

Assalamo aleikum. 

Shaykh Ahmad Salah As Sufi.