domingo, 24 de enero de 2021

LA JIRGA DE AL-KHADIR (Al-Khezr--Al-Hudr).



 AL-KHADIR (Al-Khezr--Al-Hidr) EN EL CORÁN.

Existe en el Islam la figura de Al-Khadir. Generalmente se le asocia con la historia de la Sura decimoctava, (la Sura de la Caverna), que recoge un encuentro extraño entre Moisés y uno de "Nuestros Siervos", a quien "Nosotros le hemos concedido Nuestra misericordia y a quien le hemos mostrado el conocimiento de Nuestra propia Presencia". 
En ésta historia, observamos que Moisés, profeta de su tiempo, fue el único que habló con Allah y Le miró frente a frente,.. quedó profundamente desconcertado ante la Verdad que éste siervo le trae en cuanto a su planteamiento. A pesar de haber prometido conformidad, no pudo asumir las contradicciones aparentes en las acciones de ésta persona: hunde un barco en perfecto estado, mata a un niño y reconstruye un muro, sin pedir ninguna recompensa a la gente que le había negado la hopitalidad.. ¿que se debe esperar?. En cualquier otra situación, ya sea negociando con el faraón o con los poblemáticos israelitas, Moisés se presenta con continuidad en la comunicación con Allah con mucho conocimiento y capaz de hablar y obrar sabiamente. Sin embargo, aquí aparece impaciente, incomprensible e incapaz de contener sus palabras o mantener su promesa. Perturbados por esta razón, algunas autoridades han llegado a preguntar si el Moisés mencionado en ésta Sura, no sería otro Moisés, ya que precisamente lo que desconcierta de esta historia, es que Moisés, (uno de los profetas más importantes), seguramente no se hubiera comportado así.. de forma tan desconcertada, y que el Sagrado Corán apunte a otro tipo de enseñanza distinta de la traída en perfección.. por eso, (sólo el Corán), como revelación que todo lo alumbra, puede albergar la Verdad.
Sin duda, su fin es mencionar una historia con moraleja, pero no sólo por su hecho historico. Esto no quiere decir que no sea verdad, (al contrario), es de naturaleza mitológica y nos muestra una verdad y realidad que pueden llegar a ser mucho más importantes que muestras verdades sobre éste mundo. Por ésta razón, algunos han afirmado que ésta figura que enseña a Moisés es realmente un significado ajeno a éste mundo, "una figura sin nombre", "uno de Nuestros Siervos", que se le conoce como Al-Khadir, Al-Khezr, Al-Hidr, una persona misteriosa como profeta y que tampoco está obligado a convertirse en mentor de nadie. 

Ibn Arabi trata la figura de Al-Khadir desde cuatro perspectivas diferentes:

1) La propia figura, sus orígenes tras el diluvio y la historia de como consiguió la inmortalidad.
2) El papel como mentor espiritual de Moisés, que ofrece una base textual para una enseñanza esotérica (interior) dentro del Islam - presentando muchas doctrinas interesantes, entre la tensión creativa de lo externo y lo interno, entre la conformidad y el entendimiento, con la total aceptación del conocimiento de los misterios divinos por parte de la mentalidad humana, etc.
3) Su estatus espiritual como integrante de los cuatro Soportes (literal del mundo). Según Ibn Arabi, hay cuatro guias humanos que jamás han pasado por la muerte Enoch/Idris; Elias/Ilyäs Jesús/Isā, y Al-Khadir. Entre ellos, dos se encuentran en el cielo tras haber ascendido (Enoch y Jesús) y dos en la tierra (Elias y Al-Khadir). Entre otras cosas, cada uno de ellos está asociado con una de las esquinas de la Kaaba, (la Casa de Allah).
4) Su función como iniciador de santos y, por ende, de los encuentros personales del propio Ibn Arabi con él. En el tasawwuf, cabe indicar, que Al-Khadir no se le relaciona únicamente con los milagros, como ocurre en las mitologias populares, sinó que es representado como el "maestro", un iniciador en los misterios divinos de uno mismo; tal y como refleja la cita coránica mencionada anteriormente,.. "para quien le hemos mostrado el conocimiento desde Nuestra propia Presencia".

UN SIERVO: LA TIPOLOGÍA ESPIRITUAL.
La descripción coránica de Al-Khadir como "uno de Nuestros siervos" atrae a una de las obras de Ibn Arabi menos conocidas pero muy importantes, [Aitab at-Abadila, El Libro de los 'Abd Allahs], es decir, los siervos de Allah. En dicho documento, se establece una sorprendente visión global de los tipos espirituales de gran relevancia a efectos de éste trabajo. Esta tipología se acerca en la noción del verdadero siervo de Allah, el que ha culminado su entendimiento y al que por lo tanto se le puede llamar con propiedad un siervo del Omnisciente. El documento contiene las expresiones de 117 "personas" o modalidades espirituales. Cada una recibe normalmente el nombre de 'Abd Allah de P.ej. (un profeta) y (un nombre divino). Asi, encontramos por ejemplo a 'Abd Allah b. Ilyas.. Abd al-Hayy o también 'Abd Allah b. Muhammad b. al-Muhsin..etc. Dichas expresiones reflejan una combinación de la sabiduria del profeta y del nombre divino mencionado en este particular.
En éste grupo de 117 personas aparecen tres tipos de figuras proféticas y sagradas: coránicas y bíblicas como por ejemplo: Idris, Abraham, Lot, José, Moisés, Yehoshua/Josue, David, Salomón, Job, Zacarias, incluyendo también las: judias/biblicas de Set, Samuel); y cristianas, Juan el Bautista, san Jorge). En si misma, ésta combinación de fuentes que abarcan las tres tradiciones religiosas parece ser bastante única en los escritos de Ibn Arabi, que normalmente usa la exégesis musulmana, del Corán y la Sunnah - no he encontrado ningún tratamiento similar, en comparación con otros autores sufies -. Es como si quisiera aliviar sus enseñanzas mediante una investigación amplia, espiritual y religiosa sobre los innumerables elementos que se encuentran en las tradiciones elevadas.
Observa al-Hayy (el Viviente), y hace notar la conocida asociación con la Resurrección, el agua, la vida y la muerte, etc. dando a entender su ascetismo y una elevación espiritual; el nombre al-Zahir (el Testigo), quizás está haciendo referencia a esa presencia en la mesa o en las ceremonias, y el nombre al-Rahman (el Misericordioso), que muestra misericordia con los creyentes. Aparentemente, aqui nos encontramos frente a un resumen de los aspectos de Elias, y aquellas otras cualidades que el mismo encarnaba, dada su dimensión universal de la que permite a todos tomar parte. En el caso de Al-Khadir hay únicamente una entrada, que aparece con el Nombre de al-Wahäb mostrando (el Dador), que evoca la cita coránica de uno de Nuestros siervos a quien le hemos mostrando el conocimiento y que sugiere que el atributo más destacado que encarna Al-Khadir proviene directamente de Allah, (y que se le otorgó libremente sin pedir nada a cambio), excepto el cumplimiento absoluto de sus requisitos, y que es diametralmente opuesto al conocimiento de la mente humana ordinaria. Tal y como le dice Al-Khadir a Moisés en la historia coránica, "Yo tengo algún conocimiento que Me han meritado, el cual no ha emenado para ti, mientras que tu tienes un conocimiento que te ha sido enseñado y que yo no conozco". También está una entrada para san Jorge bajo la rubrica del nombre Shahid (el mártir/el testigo). Dicha asociación no es para el nombre del martir, y para nada sorprende el puesto que la historia de Oriente Medio le ha dado a san Jorge, precisamente hace hincapié en su martirio (diferenciando la versión inglesa que sólo le considera un héroe patriótico de los grandes éxitos militares), y lo que aún es más curioso, es que él es el único personaje del que se habla en léxico como un verbo, sugiriendo una conexión entre el caballo que monta, (la oferta de la imaginación), tal y como explica Ibn Arabi en algún lugar, y que únicamente pueden expresarse en verso y no en prosa. Lo que aparece en éste trabajo nos muestra claramente que para Ibn Arabi, el hecho de haber vivido muchos años en Damasco, Alepo y en la Anatolia meridional debió suponer un conocimiento profundo de las tradiciones asociadas con san Jorge.
Por lo que a mi respecta, ésta es la única referencia a la figura cristiana en los documentos de Ibn Arabi.

Lo que es más importante señalar, es que a todos estos personajes se les ve como siervos de Allah, ya sean profetas o santos. No estando vinculados a ningún nombre divino o atributo en especial hasta despues de haber sido el Nombre Divino y Absoluto que todo lo abarca, Allah, el que les ha capacitado. De acuerdo con la visión de Ibn Arabi, la premisa fundamental del ser humano completo o del Hombre Perfecto, es aquel que conoce su realidad como imagen creada a imagen del creador.., Esta imagen es idéntica a su origen en todos los aspectos, con la salvedad de que su existencia es absolutamente dependiente de dicho origen Espiritual. Puesto que todo procede del original, la imagen no tiene nada de ella misma - excepto - su capacidad inherente e ilimitada de reflejar y de manifestar todo aquello que se le otorga espiritualmente en concesión. 

LOS ENCUENTROS CON AL-KHADIR.  
Fueron directos y son parte y ámbito de la tradición sufi, que comienza con cuentos de un encuentro entre Al-Khadir y el mismo Muhammad (s.a.w.s). En todos los casos, se trata de acontecimientos profundamente personales, la transmisión del conocimiento de sí mismo desde un "aparentemente otro" al propio sujeto. Por ésta razón se ha dicho que "trata a quienquiera que te encuentres como si fuera Al-Khadir", haciendo alusión a la posibilidad de hallar el entendimiento personal en cualquiera de los encuentros que suceden en nuestra vida. Un maestro de Asia central, (cuyo padre se dice que era un íntimo de Al-Khadir), fue llevado por éste último ante su maestro terrenal, Yüsuf al-Hamadani,.. "Fariduddin al-Attar habla de muchos maestros que estaban relacionados con Al-Khadir, como Ibrahim al-Hawai o Ibn al-Daggaq". El agua destaca de manera prominente en estas historias y se dice que Hakim al-Tirmi tomaba unas lecciones diarias de Al-Khadir, y que éste, habia hecho que uno de sus alumnos tirase un libro al rio Oxus para que Al-Khadir pudiera leerlo. También está el famoso comentario de Yahya Efendi (c. 1492-1570), de quien se dice que recibió el 'ilm ladumni de parte de Al-Khadir y que además fue el consejero de Suleiman I el Magnifico y de Selim II. En un barco cruzando con el sultan, compañero del Saylat, un joven, posteriormente se identificó con Al-Khadir y de repente agarró el tesbih del propio sultán y, ante la perplejidad de éste, lo tiró al agua, y únicamente para recuperarlo más tarde de forma milagrosa.

Muchos de los contemporáneos de Ibn Arabi fueron privilegiados con éste tipo de encuentros, al-Baqi, (por ejemplo), que describe a Al-Khadir como uno de esos siervos especiales de Allah que vuelan en amor; cuenta que, en su primer encuentro del joven con el, éste le dio una manzana.. Tras comerla, tal y como le dijo, vio como si bajara un océano desde el Trono hasta la tierra,.. (y lo único que vi fue como el brillo del sol y se me abrió la boca sin yo desearlo y todo se me metió dentro. Me bebí todo el océano y no quedó ni una sola gota de él). Sin embargo, no se puede vincular a una afiliación concreta, ni tiene conexión directa con un supuesto maestro invisible. 
Uno de los maestros de Ibn Arabi, Abü l-Abbas Ahmad al-Harrat, también habló de algunos encuentros con Al-Khadir: "Dejamos Sevilla como un grupo deseoso de emprender su camino. Nos acompañaba Muhyiddin Ibn al Arabi y designamos al llamado Ibn 'Ammär como amir para que dirigiera nuestros pasos. Mientras recorriamos un área desértica, vimos la figura de Al-Khadir que se aproximaba hacia nosotros. Se subia las vestimentas por encima de los tobillos y sus pies no tocaban el suelo. Tan pronto como lo vimos, supimos quién era. Un estado de parálisis y preocupación imperó en el grupo. Vino hasta nosotros y nos saludó, pero fui el único que fue capaz de devolverle el saludo, puesto que el resto se vio muy afectado por los rastros de sus pretensiones individuales, (osea, se quedaron mudos)".

De todos los maestros, Ibn Arabi parece ser el unico que ha tratado con detalle el lugar y el significado espiritual de Al-Khadir dentro de la jerarquia de los profetas y santos. Sus explicaciones autobiográficas son a la vez un tanto particulares. En el capitulo 25 de la "Futahat", dedicada al conocimiento espiri- tual del Soporte, distinguido para una larga vida, Ibn Arabi hace mención a la historia coránica de las tres lecciones de Moisés hablando de tres ocasiones diferentes en las que conoció y supo aprovechar la presencia de Al-Khadir: "la primera en Sevilla, la segunda en la Bahía de Túnez y la tercera cerca de la costa meridional de Cádiz". De manera análoga a la historia de Moisés, dos episodios enfatizan el quebrantamiento de las reglas a través de manifestaciones y milagros de poder, y en otro representa una acción corriente que se opone a las leyes de la naturaleza. Después aparece la descripción de Mosul, donde tuvo lugar su investidura con el manto (jirga) a la manera de Al-Khadir, y luego el encuentro restante de los capítulos no parecen estar relacionados entre sí y están dedicados a las enseñanzas de uno de sus maestros de Granada y terminan con una breve sección de explicación metafísica. La intención de ver algo en éste capítulo, (o simplemente una parte aislada sin relación alguna con el resto), implicaría pasar por alto la visión más amplia a la que se refiere Ibn Arabi sobre las perlas del fondo del océano a las que anima a sus lectores para buscar. Esta es una problemática especifica que plantean los escritos de Ibn Arabi: ciertos pasajes pueden ser bastantes claros para el lector, pero a la hora de relacionarnos con lo que viene del antes o el después, pueden resultar inescrutables y podría ser una manera de dar a entender la superioridad narrativa de Ibn Arabi, (al menos), según la visión de su discipulado.

El capítulo 25 "sobre el conocimiento del Soporte" que ha sido mencionado y que ha recibido una vida prolongada sobre los misterios de los Polos diferenciados por los cuatro tipos de conocimiento, el secreto de la marca y las moradas espirituales y sobre el que está en ellas desde éste mundo".

Somos conscientes y sospechamos que ha habido otros encuentros con Al-Khadir. No obstante, al mencionar inicialmente tres, el Shaykh mantiene con cautela espiritual la referencia del número de episodios coránicos relativos a Moisés y Al-Khadir.


LOS ENCUENTROS.
Existen dos relatos del primer encuentro.
En éstos, se le muestra al joven Ibn Arabi la condición de confiar en los maestros espirituales y de no cuestionarlos en nada. 

Le conocí en Sevilla y me enseñó a confiar en los maestros espirituales y a no cuestionarlos. Ese mismo día, había puesto en entredicho a un maestro por un tema concreto y abandoné su presencia.  Me encontré con Al-Khadir en el barrio de Qaws al-Hanniyya de Sevilla, y me dijo: "Confia en lo que te diga el Shaykh". Por ello, me fui directo a ver de nuevo al maestro y cuando llegué a su casa, fue él quién me habló antes de que yo pudiera articular palabra alguna: "Oh, Muhammad, ¿esto quiere decir que cada vez que me pongas en entredicho en algún asunto, tengo que pedirle Al-Khadir que te diga que confies en el maestro?", A lo que respondi: "Maestro, ¿me estás diciendo que la persona que me instruyó era Al-Khadir?" "Asi es", afirmó. En ese momento, exclame ¡Alabado sea Allah por esta enseñanza! No obstante.. siempre tuve la razón en lo de antes...". -

Este es un ejemplo breve y delicado de un comportamiento adecuado en su contexto educativo (ya sea espiritual, religioso o académico). ¿Estuvo acertado Ibn Arabi en su opinión? Si. Hasta donde sabemos, la disputa fue sobre la identidad del Mahdi y su firme intuición resaltó ser verdad posteriormente. ¿Estuvo acertado en la forma en que expresó su opinión? Claro que no. Podemos imaginarnos el tono de intercambio entre un joven brillante de unos veinte y años y un anciano y verierable Shaykh. Para que ocurra la enseñanza, es vital que el alumno respete a su maestro y que acepte su autoridad externa, incluso en el caso de que el maestro no parezca estar en lo cierto. Sin ese acto de reverencia al maestro, ¿cómo se va a fomentar el progreso en la vía espiritual?.  En el caso de Ibn Arabi, el desafío fue sin lugar a dudas mucho más sutil. Él mismo añade, que si se hubiera tratado de una cuestión de prescripciones religiosas no hubiera estado, (de forma alguna), en posición de contradecir a su maestro. La importancia que se le otorga al buen comportamiento, de cara a los superiores, es algo que puede encontrarse en infinidad de lugares.. Pídele a Allah por los dirigentes y autoridades, no te pongas en contra de ellos, incluso cuando muestren opresión.

Lo que es realmente importante de éste principio, de respetar a los maestros, tal y como lo representa Ibn Arabi, es la manera en la que el mismo guía eterno enseña la lección y como enfatiza la relación de la obediencia interna en la propia vida de Ibn Arabi. Mientras, que él fue en algunos aspectos, un perfecto ejemplo de místico autodidacta, sin ningún maestro visible de entre los hombres; cabe señalar la paradoja aparente de que esta confianza interior en Allah no excluye la obediencia a los maestros espirituales, al contrario, la refuerza. Esta instrucción es idéntica a la regla de los afectos, que establece que la obediencia a los superiores es obediencia a Allah.

Su segundo encuentro tuvo lugar por la noche en el mar, bajo la luna llena en la Bahía de Túnez en el año 590/1194, cuando Ibn Arabi estaba cercano a los treinta años. Ibn Arabi regresaba de una visita a su Shaykh, Al-Kináni, de La Marsa, un pueblo cerca de Tünez. Mientras todos dormían, levantó la vista desde su barco hacia el mar y vio que alguien que se le acercaba caminando sobre las aguas. Cuando alcanzó el barco, se sostuvo sobre una pierna y levantó la otra para mostratme que no estaba mojada. Luego hizo lo mismo con la otra y tampoco lo estaba. Tras hacerlo, conversó conmigo en una lengua especial. Se despidió y se marchó en dirección al faro que se encuentra en lo alto de una colina a un par de millas de distancia. Él las recorrió en dos o tres pasos. Podía oírlo encima del faro glorificando a Allah. En ocasiones fue a visitar al Shaykh Al-Kinani. 
A la mañana siguiente le preguntaron a lbn Arabi sobre su noche con Al-Khadir, dando a entender que por el momento no reconoció por completo quién era o que se necesitaba confirmación exterma de su identidad. De nuevo encontramos un motivo mosaico, con la historia del barco, aunque esta vez no hay agujeros. Si el primero de los encuentros detonó en el uso erróneo del poder de la intuición, al no estar de acuerdo con una autoridad externa, el segundo muestra el poder real de la fe interior en forma de un acontecimiento y aparentemente milagro sobre la habilidad de Al-Khadir para caminar sobre las aguas y de cruzar grandes distancias en un abrir y cerrar de ojos y su manera especial de comunicarse.

El tercer episodio tuvo lugar en una mezquita en ruinas en algún emplazamiento en la costa atlántica cerca de la costa meridional de Cádiz a finales de mismo año; Viajando en compañia de un joven que se negaba a creer en los milagros, Ibn Arabi llega a la mezquita con tiempo para realizar la oración: Un grupo de peregrinos errantes encerrados en si mismos llegaron también con la intención de llevar a cabo la oración. Entre ellos estaba el que me habia hablado en el mar, el que según me dijeron era Al-Khadir. Entre ellos también había un hombre de méritos que estaba por encima de él. Le conoció antes y había sido su amigo. Me puse de pie y me apresuré para saludarlo. Me saludó también y estaba muy contento de verme de nuevo. Entonces se dispuso a rezar. Al terminar.. Nos pusimos a hablar en la puerta de la mezquita cuando el hombre que me habian dicho que era Al-Khadir tomó una alfombra de oración del mihrab de la mezquita.. la estiró en el aire siete codos por encima del suelo y se subió a ella para llevar a cabo los rezos 
supererogatorios. Le pregunté a mi amigo: "¿Has visto a ese hombre y lo que está haciendo?" Me respondió que fuera a preguntarle a él... Cuando Al-Khadir acabó de rezar, le salude y le recité algunos versículos.. Me dijo: "La única razón por la que hice lo que viste es por el bien de aquel que se negaba a creer", señalando así a mi compañero de viaje que se negaba a creer en los milagros y que estaba sentado en el patio de la mezquita. Mirándole, continuó: "Para hacerle saber que Allah hace todo aquello que estima con quien Él estima". Regresé con el que se negaba a creer, (mi compañero), le pregunté si tenía algo que decir y me respondió: "¿Hay algo que se pueda decir después de ver esto?"-

Esta historia pone de manifiesto de manera muy clara el poder de Al-Khadir, alguien que no se contenta simplemente con hacer milagros, sinó que se comunica directa e irresistiblemente, dejando a los demás sin palabras. Incluso quien rechaza la posibilidad de los milagros, deja de hacerlo. Tal y como anota Ibn Arabi, Al-Khadir pide que no haya objeciones; pero de igual manera, se dice también que representa objeciones inútiles a través del poder del conocimiento indiscutible. 
Tienen dos sentidos, las ideas puntuales de estos encuentros, en primer lugar: la presencia de uno de los maestros espirituales de Ibn 'Arabi: Al-Kináni y el hombre sin nombre de rango superior al de Al-Khadir. Esto puede suponer, que para Ibn Arabi, la aparición de Al-Khadir está vinculada de forma directa a la compañia espiritual de los maestros y no solamente, (como algunos presuponen), a la práctica espiritual del retiro solitario o a ser, como lo expresó Corbin, "el maestro de los que no tienen maestro". Su aparición coincide con la persona que necesita escuchar algo sobre la condición interna de una manera plena de confirmación directa, concisa e inequívoca. Y, (en segundo lugar), en cada ocasión siempre es otro alguien el que confirma realmente, que ésta persona es en efecto, Al-Khadir, lo cual sugiere que uno tiene que ser muy cauteloso a la hora de dar por sentado algo sobre ésta figura por uno mismo. De todos estos apuntes, deberia hacerse especial hincapié en que Al-Khadir no se presenta como un personaje imaginario/simbólico que sólo se muestra en sueños o visiones, sinó como un ser humano físico y real a la vista de otros. 

CUARTO EPISODIO: DESCRIBE BREVEMENTE LA INVESTIDURA DE LA JIRGA.
El cuarto episodio describe brevemente la investidura que recibió Ibn Arabi en el año 601/1204 a las afueras de Mosul, donde se le puso formalmente el "manto" de Al-Khadir a modo de gorro.
El Shaykh Gami me impuso la jirga exactamente en el mismo lugar de su jardin en el que Al-Khadir se la había impuesto a él y bajo el mismo estado espiritual que le vino a él cuando se la impuso.
La investidura con una prenda de vestir, supone un cambio en el estado interno del Shaykh para perfeccionar a su acompañante, era muy conocido éste gesto entre los maestros espirituales.. No obstante, la importancia que tenia para Al-Khadir fue lo que hizo de Ibn Arabi un abierto defensor de la misma y que se la impusiera a otros, incluyéndose numerosas discipulas mujeres. Como un juez, que se pone la toga en el despacho del juzgado con el propósito de representar a la justicia en acción, ésta ceremonia le otorga a quien la recibe el estado espiritual de Al-Khadir. De ésta manera, no sólo se encuentra con Al-Khadir en persona, sinó que también, (de algún modo), se conciencia realmente en lo que representa. La transmisión de la gracia espiritual se salvaguarda cuando se le transmite a otra persona, siempre y cuando este proceso se lleve a cabo exactamente de la misma forma, con plena consciencia y receptividad. Dicha transmisión hace referencia directamente a la historia de la increible transformación de Eliseo con el manto de Elias que el propio profeta le dejó durante su ascensión en el carro. Fue así que se convirtió en su heredero espiritual absoluto. Por su parte, Al-Khadir habría investido a muchos de la misma forma, tal y como se ha practicado en circulos sufies durante siglos, como medio de transmisión y transformación espiritual. Por ello, Ibn Arabi añade: "Esta es la investidura tal y como la conocemos, la transmitida por los verdaderos realizados (al-muhaqqiqun) de entre nuestros maestros. Podemos apreciar que éste episodio revela que el "manto" no sólo adopta la forma de una capa, sinó que también puede tratarse de otros tipos de vestimenta que "cubran", y es válido hasta con un simple gorro.

LOS TIPOS DE SERES ESPIRITUALES.  
Después de estos cuatro encuentros, Ibn Arabi cambia de tema y pasa a tratar, sin que exista relación aparentemente con lo anterior, los cuatro grados en los que se puede clasificar a la gente de Allah. Entonando esta estructura con la tradición profética que aparece en los versiculos del Corán, de que no hay versiculo/o signo alguno en el que no esté presente un significado exterior, (exotérico), un significado interior, (esotérico), un límite, (alcance), y una elevación, (lugar de completo conocimiento), y añade:
Los hombres de Allah se dividen en cuatro grados: los que poseen el exterior, los que poseen el interior, los que poseen el límite y los que poseen la elevación [...] Hay gente en los cuatro tipos y para cada uno de estos grupos hay un Polo, alrededor del cuál, la esfera de éste develamiento gira.
Éste momento describe a uno de sus maestros andalusis Muhammad Abdallah al Sakkaz, que vivió en Granada, y el que le mostró estos cuatro tipos de hombres y como se les hace alusión en algunos versiculos del Corán que mencionan "hombres"l:
Visite a nuestro Shaykh en la provincia de Granada en el año 595, uno de las mås importantes de cuantos he conocido en éste Sendero espiritual.
Me dijo: Hay cuatro tipos de seres humanos espirituales:

1/ Entre los creyentes se encuentran los hombres fieles a la unidad que forman filas con Allah. (Corán, 33:23), esos son los hombres del exterior. 

2/ Hombres a quienes ni el comercio ni los negocios les apartan del recuerdo de Allah, (Corán, 24:37), que son la gente del interior, los que se sientan con el Altísimo y Le consultan. 

3/ Hombres de las Almenas, (que son los hombres del límite). Allah afirmó que "sobre las almenas hay hombres, [a los que se les conoce por su marca]", (Corán, 7:46). gente de elevada sensibilidad (lit. olfato), y discernimiento, liberados de atributos al no presentar ninguno.. Abû Yazid al-Bistâmi era uno de ellos.

4/ Hombres que, a la llamada de Allah, acuden a Él a pie (apresurándose a responder), sin caballo: Anuncian la peregrinación entre la humanidad. Siempre irán a tú encuentro a pie. (Corán, 22:27), estos son los hombres de la elevación.

Estos cuatros grados evocan la imagen de un castillo medieval, como aquellos que aún se pueden encontrar en algunas ciudades de Andalucia como Almeria, Granada, etc. - con una muralla alta de piedra de protección que divide la ciudad entre aquello que se encuentra fuera y dentro de la medina: las almenas en lo alto de la muralla que les permiten a los soldados vislumbrar ambos lados y las imponentes torres de vigilancia, (que le confieren una posición estratégica por su elevación), a cualquiera que mira desde alli. Se levantan por intervalos a lo largo de la muralla. Cuando se está fuera de la muralla, el interior se escapa a la vista. Al revés también, alguien de dentro tampoco puede ver el mundo de fuera de la medina. Únicamente aquellos que se encuentren en la muralla pueden mirar al exterior y al interior. La muralla en sí misma está "desprovista de atritutos", puesto que no pertenece a ninguno de los dos lados. Sin embargo, es aquello que delimita los dos lados y que se "eleva" sobre ellos - sin muralla no habría distinción entre lo de dentro y lo de fuera, Las torres de vigilancia que aparecen por intervalos a lo largo de las almenas ya no están sobre la superficie del suelo, sinó que se elevan en una dimensión diferente, la vertical. Esta imagen representa muy alegoricamente los cuatro grados del exterior, el interior, la linea que los une e, (incluso), los separa y la posición elevada que todo lo supervisa.
En términos espirituales, no hay distinción posible tomando el género como base. Por ello, al término "hombre" se le asigna el significado de "alguien" que ha alcanzado la madurez espiritual, tanto si es un hombre como una mujer, En el Corán, el término hombres tiene dos acepciones: algunas veces significa lo opuesto a mujeres y otras denota al conjunto de ambos sexos. Para Ibn Arabi, el individuo viril, (espiritualmente hablando), es equivalente al término 'arif' que es el que conoce su realidad.

Ibn Arabi pretende decir algo más con estos cuatro grados que hemos visto antes: la gente del exterior son aquellos que manifiestan su acción y poder espiritual, (en el mundo exterior visible), mientras que aquellos del interior hacen lo mismo, (pero esta vez en el mundo del interior, en lo Oculto). Las hombres del límite tienen el poder de actuar en el mundo del Istmo (barzah) y son los que experimentan la mayor felicidad puesto que "son testigos, las lineas imaginadas entre cada par de puntos opuestos" [...] son hombres de la Compasión que lo abarcan todo. Tienen la facultad de introducirse en cualquier presencia y de tener una visión completa. El último grupo, aquellos de la elevación, tienen poder sobre todos los nombres divinos y abarcan las otras tres categorias de los mejores hombres, la gente de la autocensura (aunque parecen semejantes a la gente normal). Este último grupo representa para Ibn Arabi el punto álgido de la santidad, el grupo que de verdad ha realizado el significado de la servidumbre.

Una vez descifrados los conceptos, el lector tiene la clave para acceder a su propia experiencia interna. En lugar de explicar la Realidad, lo que Ibn Arabi hace es alentarnos a ir más allá, a explorar las alusiones que él mismo nos presenta. La sensación entre las diferentes partes nos invade y desemboca en la siguiente pregunta sobre la conexión entre sus encuentros personales con Al-Khadir y los tipos de espiritualidad. Ibn Arabi no especifica en ningún momento quién es Al-Khadir. En su lugar, establece una relación útil entre los cuatro episodios vividos con las cuatro categorias de hombres espirituales. Esta es precisamente la clave para un entendimiento más profundo del mismo Al-Khadir, su instrucción durante el día en una calle de Sevilla, en la que se le dijo que debía confiar en los maestros, demuestra el poder de la gente del exterior, así como por ejemplo, los Suyut; su noche a solas con Al-Khadir en la Bahia de Túnez nos muestra el poder de la gente del interior; y su episodio de la alfombra voladora en la mezquita, el milagro dentro del ritual oratorio, que muestra el poder de la gente del límite, es la visión desde las almenas y finalmente, la investidura con el gorro en Mosul muestra como una acción aparentemente ordinaria puede tener un significado espiritual primordial, puesto que muestra el poder de la gente de la autocensura. Esta es una participación total en el estado de Al-Khadir que va más allá del nivel de verle a él actuar, de hecho, la propia forma de Al-Khadir desaparece aqui por completo.
¿Cuál es el papel de Al-Khadir en estos cuatro episodios y grados?.
Como figura humana individual en el mundo, interactúa con el que busca y le guía por estos niveles, acercándose cada vez más a la compañia de la aniquilación del egoísmo. Aquellos que llegan a la realidad de esta manera, pudiéndose considerar hombres y mujeres espirituales, han sido llevados a la vida del espíritu más inmediata e interior. Cada uno de ellos es participe del estado de Al-Khadir como guía inmortal. En palabras de Corbin, "convertirse en Al-Khadir es haber conseguido la aptitud necesaria para la visión teofánica".. para el encuentro, para el diálogo inexpresable que, (sin embargo), la especificación de Ibn Arabi si sería capaz de narrar, y Al-Khadir es el símbolo vivo de esta novedad del espíritu que está en todos los niveles y que permanece activo en los cuatro grados.
Ibn Arabi termina con un breve resumen de la realidad de éste mundo como la manifestación de la Divinidad y habiendo revelado en todas las forman excepto en la Suya.. A través de Su manifestación y revelación, el mundo se halla en un estado de permanencia, en otras palabras, (de no aniquilación). Nuestros compañeros lo son, de acuerdo con éste Camino, y éste es el Camino de los profetas.. Por lo tanto, el verdadero misterio o "secreto" es la paradoja esencial de que Allah Es el que se manifiesta en todo lo que aparece como otro, sin volverse otro que Él mismo y sin que lo otro se vuelva Él. Es el Único que aparece en tanto y número, pero No se trata de la expresión de al-Hallay, (Yo soy la Verdad), que destruye la existencia aparente, sino de la profundidad inmensurable de la transfiguración y de la transfigurada Verdad del Hombre que yace en el corazón de cualquier tradición profética.
La Manifestación Divina, según describe también Ibn Arabi, en un sentido más interno, como la aparición de Allah en el Corazón de Su Siervo. Segün el hadiz qudsi, "no sólo el corazón de Mi siervo creyente me contiene, sinó que se puede decir que Allah se ha puesto como manto (jirga) del corazón del siervo".
La implicación, es tambien un camino del mismo Al-Khadir, en éste modo, Al-Khadir no es sólo un hombre en la mitología o un misterio, sinó que su significado oculto simboliza la revelación Divina, la naturaleza teofánica de todo el mundo y la verdad interior directamente manifiesta. Los que parecen ser un universo exterior se convierten en una experiencia interior. La singularidad incomparable de Al-Khadir es el reflejo de nuestra propia realidad verdadera, y que también es incomparable: El hecho, de que no parezca estar a la vista, nos hace intuir que quizás no hayamos entendido todavia lo que su presencia significa para nosotros.. Su forma y su manto (jirga) sólo siguen existiendo como manifestación eterna del amor y deseo divinos para revelar la cara de la realidad a cada corazón humano.

"Ni Mis cielos ni Mi tierra pueden contenerme, solo el corazón de Mi siervo creyente Me contienen".

Pueden leer más sobre éste tema en el artículo de éste blog titulado
DETERMINANDO CIERTOS CONCEPTOS. 

Assalamo aleikum. 

PD.jac./ Para la Tariqa Sufiyya España.
Shaykh Ahmad Salah As Sufi. 
Material de estudio.