domingo, 7 de noviembre de 2021

EL SILENCIO MÍSTICO NO ES MUTISMO. (Primera parte).


La experiencia, más allá del espacio-tiempo, de la razón, de los sentidos y del lenguaje, traduce los símbolos más  representativos en lo vivido de manera inextricable: el símbolo, ya se sabe, suele ser intrínseco a la experiencia misma que tiene que traducir. El dinamismo, fue de gran ayuda para los antiguos precursores. Como observará el lector, para comunicar aquellas verdades reveladas, infusas, abisales e infinitas, que lograron dar a entender que todo en el universo está interrelacionado, sustentado y redimido en la Unicidad última del Amor.. La vivencia extática vivida, como toda experiencia mística auténtica, no estuvo sujeta al discurrir racional: del razonamiento analítico que no es permisible durante la iluminación, y de ahí que se alcance la cúspide de la razón pura y neutral. 
Ninguna imagen o palabra alcanzaría a suscitar una idea ni siquiera aproximada de lo allí acontecido. ¿Cómo se podría entonces entender la paradoja de una conciencia transitoria inmersa en el Uno?..

La Belleza que no se experimenta con dinamismo es un enigma indecible

Ya lo dijo el célebre místico Ibn Arabi: "Que las correspondencias subliminales se registran en el orden del espíritu". 
Ciertamente, la propia configuración y desarrollo espiritual, (de cada cual), intentan controlar esas correspondencias. Admito que los escritos del Shaykh al-Akbar detonaron reminiscencias secretas, (de tal magnitud), que solo décadas después están muchos preparados para comprender la profundidad abismal de sus enseñanzas místicas: que se intuyen con fuerza, se dejan comprender a fondo, pero es menester estar preparados para la inmersión a las misteriosas afinidades, que nos convierten en aparentes tránsfugas de otras expresiones que constituyen un fenómeno usual en la vida del alma. No se trata tan solo de un temperamento estético de otra cultura, etc. sinó que es un vínculo sobrenatural que opera en niveles espirituales más elevados. Una dimensión de la realidad que trasciende al conocimiento que podemos adquirir a través de la mente y los sentidos.
Algunos gravitamos hacia formas contemplativas.. de la misma manera que un girasol gira buscando instintivamente la luz del sol, dondequiera que éste se encuentre. Las afinidades culturales tardarían décadas en dar frutos semejantes. Aquí hablamos de adoración con conexión. 

Todos los místicos [de todas las épocas y culturas] son motivo de inclusión en las charlas con los universitarios y son de la más alta admiración. Siempre se deben tener en cuenta. 
Sospecho, que esa admiración es particularmente intensa porque podría guardar relación con el pudor que he sentido siempre ante el despliegue público de mi propia espiritualidad. 
Reconozco instintivamente la oración contemplativa, simplemente recogida en el silencio, sin mediar una palabra ante Su presencia.  
Recuerdo vívazmente la rapidez de mi organismo por el encuentro con el mendigo para escuchar aquellas palabras y parábolas abstractas.. y la incomodidad de las prisas que marcaban el tiempo de exposición. Veinte minutos, que eran largos como un fin de semana. 
El curso de la vida me ayudó a superar ese pudor, (ya percibirá el lector), el esfuerzo que constituye extenderse en intimidades sobre las experiencias místicas personales, en la vida adulta, a tenor de que los demás te puedan poner en el catálogo de su desconocimiento con una etiqueta adversa y perversa.  
Varios maestros espirituales fueron dando orientación a lo largo del camino espiritual y me ayudaron a comprender sus secretos y sus frutos. Ya hemos hablado suficiente acerca de ellos en éste blog. 

El origen y el progreso de la quietud.  Otórgase de ordinario la quietud a las almas que ya se ejercitaron por cierto tiempo en la contemplación, y que han pasado por las noches de los *sentidos. 
Sin embargo, suele preceder a esta última, sobre todo a las almas inocentes que están en [fitrah] -purificación especial-.
Al principio no se da sino de vez en cuando, de un modo débil e inconsciente; dura poco tiempo. Cuando el ejercicio es más frecuente se va alargando más, hasta una media hora. Pero, como no se presenta de repente, ni se marcha en un suspiro, puede llegar, la aurora y su ocaso, hasta una hora y aún más. Algunas veces, en *khalwa (Jalwa) puede alargarse a uno o dos días, sin estorbar por eso en la sequedad devota del ayuno-purificación.
Llega el tiempo en que la quietud se convierte en habitual: apenas el alma se pone en oración; a veces es de improviso, incluso en medio de las ocupaciones más corrientes. Siempre tiende a hacerse más fuerte y consciente, y, si el alma corresponde a la gracia, puede llegar hasta el éxtasis (nexo) unificador. Mas, si la atención no le es fiel, puede ir decayendo y venir a dar de nuevo con la oración discursiva.. por eso se dice, "corresponde" y no se dice, "desearlo".

La soledad y el silencio enseñan el espacio que ocupan.

Formas o variedades de la quietud
Se distinguen tres principales: la quietud silenciosa, la esencial y la operativa. 

1/ En la quietud silenciosa, el alma contempla en un silencio amoroso; porque la admiración sustrae, digámoslo así, la palabra; la voluntad abismada es en Allah, encendida en amor, y descansa absorto deliciosamente en él (amor) con una unión sosegada, tranquila y sabrosa.

2/ La esencial.
No se trata de restar importancia a las actividades de la vida. Sin comer no se puede vivir, tampoco sin sentir, sin amar. Hablamos antes de la dimensión de la realidad que trasciende al conocimiento que podemos adquirir a través de la mente y los sentidos. Sin un silencio y quietud de los sentidos y de la mente esta facultad permanecerá atrofiada y entonces la Vida, la experiencia de la Vida, prescindiendo de sus manifestaciones en diferentes actividades, la Vida en su profundidad se nos escapará. El vínculo con el mundo latente se nos oculta, y la participación en la plenitud cósmica pasará inadvertida. Entonces nuestras vidas, privadas de su fuente, se tornan pobres, tristes, mediocres. Para dominar esta miseria recurrimos a una multitud de cosas que la endulzan, que la enriquecen, que le dan sentido, valor, dignidad. Nos identificamos con esa multitud de cosas; nos agotamos en esas actividades incesantes. Pero nos olvidamos de Allah, que da mayor gloria,  que todos nuestros afanes, prisas y peripecias mundanas. Suspiramos por la otra vida, pero esencialmente, no vivimos esta vida. 

En la casa de Marruecos sabíamos los unos de los otros aunque no habláramos ni una palabra. Había una forma de mirar.
El silencio es una gran dimensión espiritual.  (Shaykh Ahmad Salah As Sufi).

3/ Elementos constitutivos de la quietud y experiencia operativa. 
La experiencia comprende cuatro momentos distinguibles, aunque no separables: 
A) La experiencia pura, momento vivido, experiencial, inmediato.
B) La memoria de ese momento, que nos permite hablar de él, pero que ya no es experiencia pura, ya que está mediada por el recuerdo. La memoria no puede separarse de la experiencia, pero tampoco debe ser confundida por ella. 
C) La interpretación que hacemos de esta experiencia, que nos lleva a describirla como dolorosa, sensible, espiritual, amorosa, del Ser, de Allah, de la Belleza, etc. La interpretación que se da a la experiencia está íntimamente ligada a la experiencia misma, a la memoria y, evidentemente, a nuestro lenguaje.
D) Su recepción, (es en un mundo cultural que no hemos fabricado), sinó que nos ha sido dado y que confiere a la experiencia de una resonancia particular. 
Toda experiencia está inscrita en un ámbito cultural, fuera del cual no tiene necesariamente validez.

El hombre debe aprender sobre el primer tono del universoel poder del silencioque es una fortaleza para el gnóstico. 

Estos puntos tetra-dimensionales de la experiencia, son siempre personales, y pueden comunicarse mediante la resonancia, amor, asimilación, educación y otros medios que incluyan la participación subjetiva, pero nunca mediante una mera extrapolación de los conceptos objetivos como si se tratase de una entidad formal. Esta es la razón de que no puede haber un conocimiento universal sobre todas las experiencias humanas y, por lo tanto, sobre la interculturalidad.

Han sido, en efecto, las grandes experiencias las que han plasmado las diversas culturas y la historia de la humanidad. Es indiscutible, que la recepción de una experiencia, (en el marco de una determinada tradición), condiciona la interpretación que de ella se hace. Las grandes tradiciones surgen, (generalmente), a partir de las experiencias extraordinarias que a menudo se acogen como Revelaciones. La memoria permite que la interpretación de esta experiencia perdure y se transmita; se trata de una interpretación que a su vez está condicionada por la cultura en la que ha sido recibida. Pongamos como ejemplo la experiencia de Ibrahim (P). Del impacto que esa experiencia causó en sus contemporáneos, y que ha quedado registrada en algunos documentos, lo que dio lugar a la interpretación sobre la recepción espiritual, y todo eso construye una tradición. Esta tradición recibida, transmitida, sin deformación acrecentada da forma a la religión y explica la riqueza de una experiencia que ha creado toda una cultura. La cuestión es muy compleja, puesto que no se trata solo de esa experiencia, sino también de otras abundantes experiencias. Esta es la razón de que la tradición viva sea más que una pura y simple exégesis de una experiencia pasada,-cosa que cierta teología secular parece haber olvidado-. La teología no es arqueología. No hay ninguna religión sin lenguaje y el lenguaje ya es una cultura. Por lo tanto, la relación que existe entre religión y cultura es constitutiva para ambas y, en consecuencia, tenemos que reconocer: 
--Que no hay religión sin cultura ni cultura sin religión.
--Que la experiencia con Allah no puede ser el monopolio de ningún sistema religioso (con éste u otro nombre), ni de ninguna Asociación, Sinagoga, Mezquita, Iglesia, Sala de culto, etc. Ni de ninguna cultura..
--Que necesitamos un lenguaje y el lenguaje es ya un fenómeno cultural.
Por lo tanto, todas nuestras concepciones acerca de Allah, así como nuestra memoria, nuestra interpretación y la recepción que hacemos de la experiencia, están mediadas por una concepción, una creencia o una -energía, fuerza, masa, número- que son tan misteriosos como pueda serlo la palabra "Allah". Pero, aunque puedan desconocer claramente en qué puede consistir -hoy- disponemos o podemos disponer de parámetros que nos permiten medir regularidades o formular posibles leyes sobre el funcionamiento de la realidad física, con Allah esta operación no es posible. No disponemos realmente de parámetros adecuados que nos permitan hablar sobre el "funcionamiento" de esta realidad que llamamos Allah. El discurso sobre Allah es único y, por lo tanto, no es comparable con ninguno de los demás lenguajes humanos.

De la Luz proviene la vida.. y la Luz espiritual brilla en silencio

Con la razón, del cuerpo físico, con la ciencia, con la sociología, ni siquiera con la filosofía o con la teología académica.. Allah no es localizable con ningún tipo de instrumento. El discurso sobre Allah no es una especialidad elitista de ningún tipo.
No necesitamos meditaciones para abrirnos al misterio de Allah, sinó contemplaciones. Ciertamente, para hablar, sentir, ser conscientes de Allah, necesitamos el lenguaje del sentimiento y de la consciencia vacía. Pero esto no significa que necesitemos un lenguaje particular, un determinado sentimiento, un contenido especial de consciencia. La existencia viene desnuda, así también nuestra misma entidad entre Allah y la nada.
La experiencia humana de todos los tiempos ha intentado siempre expresar el "misterio" que está al principio y al final de todo cuanto somos, sin excluir nada. Allah, "Es" y no puede estar por debajo de los conceptos físico-humanos.. Pretender situar a Allah y Sus atributos a ese nivel es sencillamente una blasfemia asociativa.

Silencio interior inicial.  
Toda disciplina parte de unos conceptos epistemológicos que le permiten acercarse al campo que le es propio. Al igual que para detectar un electrón se requieren sofisticados laboratorios y complejas matemáticas, así también para hablar de Allah se requiere, como método adecuado, la pureza del corazón que sabe escuchar la voz de la trascendencia (divina) desde la inmanencia (humana).

El silencio es una melodía de gratitud sobrenatural. ¿Lo comprenden?..

Sin la pureza del corazón no solo no es posible "ver", sinó que tampoco es posible darse cuenta de qué se está tratando. Sin el silencio del intelecto y de la voluntad, sin el silencio de los sentidos, sin la apertura.. no es posible acercarse al ámbito en que la palabra "Allah" pueda tener sentido. La facultad que nos distingue de los demás seres vivos, [porque nos permite acceder a una dimensión de la realidad sin negarlo], lo que captan el intelecto y los sentidos es la experiencia suprema de la realidad, y lo segundo es la espiritualidad, vista sobre todo como camino para alcanzar esa experiencia. Los caminos son distintos porque no solo se vinculan a las tradiciones y al culto, sinó también a las diferentes sensibilidades de los hombres y del período histórico o época.

De poco sirven las disciplinas y ayunos si la realidad circundante (la consciencia) no alcanza la recomendable virtud del silencio.

¿Qué tipo de espiritualidad es propio de nuestro tiempo?.. Intentar definir cómo ha de ser la espiritualidad de nuestro tiempo es ya una paradoja: la solución no está en la respuesta, sinó que está en la pregunta; es decir, en la misma formulación de la pregunta y en el hecho de sentir la necesidad de esta espiritualidad, aunque no podamos dar la respuesta. No obstante, un esbozo de esta respuesta, de esta espiritualidad debe ser integral: esto significa que debe involucrar al hombre en su totalidad. Y entonces hay que preguntarse: ¿Qué es, pues, el hombre cuando nace?.., y ¿tendremos que apelar a la antropología para que nos señale el camino?. Pero además hay que seguir una disciplina.. Debemos esforzarnos por conseguir la totalidad de esta espiritualidad, (sin olvidarnos), como sucede a menudo, de cuidar la vasija envolvente.

No se puede fragmentar la realidad al gusto débil del pensamiento occidental. Cuando dicen "hombre" hablan del cuerpo y poco del "individuo" y es preciso hablar del "cuerpo y alma". O bien, si se quiere especificar más, se habla de una entidad en conjunto que es el hombre, cuerpo, alma y espíritu.
El cuerpo es la vasija del alma.
El alma pertenece a la experiencia humana y saberse limitada, no solo linealmente -por causa del futuro- sino también constitutivamente por causa de su propio fundamento, que le es dado-. 
Nosotros somos la existencia de una Existencia que nos permite desplegarnos (en el tiempo) y extendernos (en el espacio), en conformidad con todo el universo, del que nuestra vida forma parte.
El aliento divino Espiritual es el misterio al que muchos no se atreven ni de nombrar. 

El silencio es la matriz de toda palabra auténtica. Y del silencio primordial surgió todo. 

El misterio divino es inefable y ningún discurso humano es capaz de describirlo.
La razón de esto es que en el silencio y el sosiego habla Allah mejor al corazón, y su palabra, mejor escuchada, ilumina el entendimiento, enciende el corazón y calma la voluntad egoísta. ¿Ya saben reconocer el idioma celestial?.
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Estás en todos los universos, 
invisible, cercano y elocuente;
el silencio espera ser voz;
Algunos hombres viven de luz..

Otros hombres son esclavos de la carne, 
de la tierra, piedra y sangre, 
crecidos y amalgamados por el fuego,  
en inagotables hornos de perdición;

Sus pueblos y ciudades están aquí, 
en la tierra.. y no piensan más lejos. 

Agradecemos tú presencia, 
oculta y venerable, fiel y afectiva. 
Creemos en ella y vivimos para servir, como comemos de nuestro esfuerzo, 
como anhelamos la paz que ensalza el
corazón y alimenta al espíritu. 
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Y del silencio surgió la Palabra didacta. 
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Assalamo aleikum. 

Shaykh Ahmad Salah As Sufi.