lunes, 31 de enero de 2022

CONTEMPLACIÓN MÍSTICA.

Del Amor viene la Contemplación mística.

Todas las Escuelas Esotéricas (interiores) y Religiosas proponen a la Contemplación como un conocimiento metafísico. 

En otros artículos anteriores, hemos estudiado que toda representación consciente es un estado para estabilizar la energía y aparecer en la contemplación con el sujeto, más que con el predicado, para desarrollar el proceso del Nexo. Ello se debe a que, por estar conformada, se comporta análogamente a la proyección del plano universal, y como tal, tiende hacia éste proceso que es en realidad la continuación del movimiento iniciado desde el espíritu; y por ésta razón, se puede hablar con propiedad, de que es un solo fenómeno dividido en varias fases: 
1- Esquemas del ente.
2- Representación racional (del esquema del ente). 
3- La Relación.  
4- La representación consciente.
5- El desarrollo del proceso.
6- Naturaleza consciente. 
7- La voluntad del sujeto, para mantener el control de la conciencia, una vez que ha obtenido suficiente conocimiento de la representación de la visión eidética. 

La capacidad del sujeto consciente debe actuar con voluntad para desviar la atención sobre representaciones materiales y centrarse en la profundidad del alma. Esta es una señal de la elevada evolución en la estructura psíquica del sujeto. Pueden existir distracciones de la mente como subproductos del sujeto consciente. El sujeto consciente tiene que suprimir la fantasía de éste proceso, por más evidente que sea su contenido, es algo irreal y está propenso al simbolismo sagrado, que se superpone a ella. 

Resulta clara la diferencia apuntada: toda representación consciente, por su primera intención, está referida a Sí mismo; las fantasías, en cambio, no poseen primera intención, son producto del sujeto consciente y están sostenidas por éste. El símbolo sagrado (que se utiliza) tiene como único fin la apercepción a una concentración manifiesta frente al sujeto consciente.

EL DESARROLLO. 
El sujeto consciente, como espectador, podrá entender o no el espectáculo: si desea conocer pondrá más atención en el proceso, más energía volitiva que le ha de permitir interiorizarlo retirando la atención de lo superfluo. Por el contrario, intentará desplegar ese proceso sobre él involucrándose como actor y no como mero espectador. Naturalmente, el símbolo sagrado puede ser también dominado voluntariamente por el sujeto consciente; pero tal posibilidad es efectivamente remota, pues solo conseguirá retener el proceso de la relación que se establece entre el símbolo sagrado y el sujeto, en lo concerniente a la concentración y será objeto de una profunda tensión dramática.

EL ALMA PERMITIRÁ DESCUBRIR EN EL MICROCOSMOS AL ESPÍRITU ETERNO. Por eso, en éste artículo, vamos a suponer que el sujeto consciente no consigue dominar el símbolo sagrado del anagrama. 
¿Qué sucede entonces?.. Para mostrarlo de manera más gráfica podemos decir que el sujeto consciente, que se hallaba en plena percepción, comprueba de pronto que la letra va "cobrando vida" y se ha independizado de su voluntad.. o acontece una sónica activa; o una amenaza de disposición entre fantasia: el símbolo, que representa se convierte en un haz lumínico que no advierte y fagocita al sujeto; sujeto, que entra en eterna situación del creador; experimenta su obra controlada y se individualiza. Una situación semejante, ha sido relatada en muchas obras literarias, desde los "maestros" que iluminan y modelan a los discípulos y/a (sus "obras"), a quienes luego se independizan y traicionan a los maestros, para vender esos primitivos datos a las criaturas especuladoras, sean hombrecillos de barro o diablos que se revelan e intentan disputarse ese poder. Pero, en verdad, éste fenómeno espiritual con argumento místico - criatura-creador - tiene su origen entre el símbolo sagrado y el sujeto consciente.

Una fantasía de un objeto irreal cuya existencia depende de la voluntad del sujeto, se torna autónomo en un instante y amenaza peligrosamente con apoderarse de la voluntad del sujeto.. ¿qué ha pasado en realidad?: Que el sujeto consciente no ha advertido la presencia de la fantasía y cree presenciar un mismo fenómeno en su continuo proceder. Más la fantasía, es un objeto producido por el sujeto consciente, que ha dejado efectivamente de intervenir en el fenómeno desde el instante en que el símbolo sagrado emerge de la luz. Y resulta, al fin, que el sujeto ha comprendido.
Supongamos que el sujeto consciente ha retenido el símbolo emergente tal y como se ve en la figura.. Entonces, si en lugar de atender a la extensión experimenta la comprensión del símbolo, será posible que perciba su propia esencia temporal, es decir, la sucesión del tiempo inmanente, y el carácter dialéctico del presente. Para ello, será necesario situarse en otra perspectiva diferente del enfrentamiento extensivo, con el fin de aprender comprensivamente el significado del símbolo y saber dónde debe centrar su atención. 

Ahora bien, la comprensión es una dimensión del concepto que indica cuán cerca está de coincidir con la Verdad del ente, es decir, indica una Relación. Como toda representación racional, y como es homóloga al concepto que significa, su dimensión es necesariamente equivalente.  
Entonces ¿Qué significa experimentar la comprensión del símbolo?..
Respuesta: Es preciso aprender su estructura; tomar conciencia, no de la mera apariencia que denota la extensión, sinó de su complexión Semiótica. Para ello, es preciso situarse en una perspectiva justa, que permita en un solo comprender, en un sólo golpe de vista, de un conocedor, ver su estructura completa. Esto es: el sujeto consciente debe situarse, no en el símbolo, sinó en la parte de éste; y viéndolo, no como emergente, sinó como circulante. En otras palabras: aún estando retenido en el presente, la observación comprensiva debe darse a la par en la dirección de su trańsito, es decir, comprobando que la sucede al tiempo inmanente. Hay que afirmar enérgicamente, que no es posible comprender el sentido del símbolo o representación consciente sin un efectivo cambio de perspectiva del sujeto consciente: y no existe aquí ningún "principio de relatividad" que permita, por ejemplo, simbolizar con la fantasía y/o "encarar" la comprensión de ello. Esto es imposible, porque normalmente, en todos los casos posibles, el aspecto frontal del símbolo es extensivo para el sujeto consciente. ¿Es útil para experimentar su comprensión?.. Se requiere el acto del movimiento del sujeto consciente que lo sitúe al par del símbolo retenido.

La primera intención se dirige hacia sí mismo, y por lo tanto, sucede en el tiempo inmanente. Al surgir en la conciencia, (es decir), al atravesar el umbral de conciencia el símbolo es retenido "desde un punto" por el sujeto consciente, quien se sitúa luego en posición favorable para su comprensión. Entonces, el símbolo es concreto, claro y definido, para un pensamiento consciente. Dicha conciencia, ha de ser capaz de efectuar las siguientes distinciones:

A/: Ante todo experimentar la certidumbre objetiva del símbolo, es decir, hay evidencia de que es un objeto pero no puede ser idolatrado pues constituye un grave pecado.

B/: En tal objeto, como una fuerza particular que apunta hacia sí mismo, se tiene que percibir una primera intención.  

C/: Una vez se percibe, también, la propia atención debe ser puesta en la "oración" en quietud de "recogimiento interior", que consiste en tener fijos los ojos del entendimiento en la Verdad "mirándola" sencillamente, con quietud, sosiego y silencio, sin tener necesidad de consideraciones ni discursos. Es decir, la quietud sobreviene con el silencio de la mente o desapropiando los pensamientos.

Hay tres formas de silencio:
Primero es el de las palabras.
Segundo el de los deseos.
Tercero el de los pensamientos. 
El primero es perfecto, pero más perfecto es el segundo y perfectísimo es el tercero. En todo caso, estos tres silencios constituyen una escala progresiva; No hablando, no deseando ni pensando, se llega al verdadero y perfecto silencio místico, en el cual el Nexo aflora y el alma se comunica y aprende en su más íntimo fondo la más perfecta y elevada sabiduría. En éste silencio místico puedes entrar si quieres oír la suave, interior y divina voz. No basta con huir del mundo para alcanzar éste tesoro, ni renunciar a sus deseos, ni ser desapegado de todo lo creado, si antes no te desapegas de todo deseo y pensamiento. Reposa en éste silencio místico, y abrirás la puerta para que aflore la comunicación y te transforme. (Ver artículos sobre: el silencio místico no es mutismo I-II.)

El silencio constituye la primera condición para alcanzar la contemplación, pues: ¿Cómo se ha de oír la suave, interna y eficaz voz en medio de los bullicios y tumultos de las criaturas? Y ¿Cómo se ha de oír el puro y divino espíritu en medio de las artificiales consideraciones y discursos?. Para que se pueda escuchar dentro del Templo del alma, hay que desalojar todo aquello que produce ruido y ocupa espacio. No hablando, no deseando ni pensando, se llega al verdadero y perfecto silencio místico, en el cual habla lo celestial al ánima, se comunica y la enseña en su más íntimo fondo la más perfecta y elevada sabiduría.

SUSPENDER EL USO DE LOS SENTIDOS Y DEL PENSAMIENTO.
Para reafirmar los beneficios de la contemplación, la quietud del que aspira a contemplar, con la necesaria inmovilidad, como de quien está siendo retratado por un pintor: "No se les debe dar nada de discurso ni meditación, aunque les parezca que no hacen nada y que pierden el tiempo, y que por su flojedad no tienen ganas de pensar allí en nada, harán en tener paciencia y en perseverar con sólo dejar el alma libre y desembarazada de todas las noticias y pensamientos, no teniendo cuidado allí de qué pensarán o meditarán; y aunque más escrúpulos les vengan de que pierden el tiempo y que será bueno hacer otra cosa, no se puede allí hacer ni pensar nada, este sosegado, porque, si quiere obrar con las potencias, será necesario perder los tiempos y no portar reloj, para dedicarlos como bienes para Allah ta'ala, y por medio de esa paz y regocijo del alma, estar sentando e imprimiendo en ella la concentración necesaria sin moverse en querer hacer algo, pues no dejaría hacer nada al pintor y le molestaría en lo que está haciendo; así, cuando el alma está en aquella operación, tenemos cuidado, afición a su advertencia de que ella quiere tener algo, y entonces eso la distraerá e inquietará y no se "obrará nada en ella".  
La oración pura y de recogimiento verdadero es aquella que se realiza sin discurso ni reflexión alguna basando estas afirmaciones en la propia experiencia y en la de muchos sabios y  maestros místicos que la definen como la "visión sencilla, suave y quieta de la eterna verdad, sin discurso ni reflexión" mientras los sentidos quedan temporalmente suspendidos.

Ahora bien, la total suspensión de las potencias, aunque es una empresa difícil porque "estando abiertos los sentidos al exterior, los objetos, entran continuamente en imágenes y especies" es del todo inútil, así el necesario obrar, creer, conocer, esperar y amar, y no se pueden ejercitar estas operaciones estando el alma suspendida en la total cesación o suspensión. Procuren pues, esta total suspensión para no perder el tiempo. 
El silencio mental y la suspensión de los sentidos ha de ir acompañada de una actitud de entrega y confianza callada. En otro caso, no estaríamos más que ante un mero ejercicio mental que no produciría más que un dolor de cabeza. 
Pensarás en salir de la oración y de la contemplación de la misma manera en que la comenzaste; éste pensamiento viene por la falta de preparación y porqué no le sacas el fruto que quieres.> Todo ésto son estrategias del ego que pretende acercarse como un comerciante en busca de beneficios sustrayendo tú interés y perseverancia. 

La contemplación es otorgada por Allah Ta'ala como una experiencia íntima de Su manifestación, Su bondad, Su paz, Su Amor y dulzura, cuyo objeto es puro, inefable, abstraído de todos los particulares pensamientos, dentro del silencio interior. No obstante, hay dos maneras de contemplación: una imperfecta, activa y adquirida; y otra infusa y pasiva. La activa, es aquella que se puede alcanzar con nuestra diligencia, ayudados de la divina gracia, y recogiendo las potencias y sentidos, preparándonos para todo lo que Allah ta'ala quiera. La contemplación pasiva o infusa es un "don admirable" que concede Allah ta'ala a quien quiere, como quiere y cuando quiere, y por el tiempo que Él quiere.

No obstante, la contemplación adquirida o activa prepara para la contemplación infusa o pasiva: y cuando el alma está ya habituada al interior recogimiento y contemplación adquirida, como hemos dicho; cuando ya está del todo negada a sus apetitos; cuando ya abraza lo interior y rechaza el exterior como una mortificación, y quiere muy de corazón morir antes de morir a sus pasiones y propias operaciones, entonces Allah ta'ala la eleva, sin que ella lo advierta, a un perfecto reposo, en donde suave e íntimamente la infunde Su Luz, su Amor y fortaleza, encendiéndola constantemente. 
El alma/ruh es el templo de la divinidad de modo que debéis tener siempre pacífico el corazón para conservar puro ese templo latente. La contemplación es la "llave para entrar" en aquella suprema región y sagrado templo del alma (dónde) se agrada del sumo bien, se manifiesta y deja degustar a la criatura, con un modo superior a los sentidos y/a todo entendimiento.  
El alma debe regir a sus súbditos (es decir, al conjunto de las facultades intelectuales y sensoriales): el alma es el centro, la morada. Este centro o corazón es un lugar sagrado y un lugar privilegiado para las teofanías porque "cuando el alma llega a éste estado (la contemplación) debe recogerse toda dentro de sí misma en su puro y profundo centro, donde está el Nexo con Allah ta'ala". Para que la verdadera contemplación tenga lugar, el ego impostor, (que mantiene tiranizados a sus súbditos), ha de aprender lo que es el desapego y estar en la nada.

Reposa en el místico silencio y abrirás la puerta para la comunicación, te daré una y consigo la transformación.

La tradición de la contemplación es consciente de que la más rápida aniquilación del ego no se logra con la aspereza de las mortificaciones físicas o psíquicas, sinó mediante la total aceptación de la nada. 
Sin saberlo, el Rey David llegó a la perfecta aniquilación. "Si tú perseveras con constancia, no sólo te limpiará de los afectos y apegos de los bienes naturales y temporales, pero a su tiempo te purificará también de los sobrenaturales y sublimes, como son las comunicaciones internas, los éxtasis interiores y otras infusas gracias, donde se apoya y entretiene el alma". Sólo así se instala uno en la auténtica humildad. 

La nada es el medio para morir a ti mismo, porque cuando uno ve que todas las cosas de éste mundo no son nada, cesa el deseo y la arrogancia de querer ser alguien.

La nada o el vacío representan conceptualmente un estado caracterizado por la inexistencia de un sujeto o "yo" que se experimenta como algo real. Implica la verificación de que no existe un sujeto individual que pueda alcanzar o poseer nada. Resulta paradójico porque cuando se está Allí no hay nadie que pueda reivindicar nada. Y cuando aparece la consciencia individual y el consiguiente sentimiento de apropiación, en ese mismo momento, se deja de estar Allí. La Nada no admite la dualidad ni tiene sensación de separatividad. Por eso es un estado que, al no poder describirse intelectualmente, es designado como un "vacío". Pero la nada no es un recurso didáctico sinó un principio metafisico con efectos formidables que limpia el corazón de toda vanidad y expectativa en éste mundo al indicar cual es la verdadera naturaleza del alma definiéndola precisamente por lo que no es; "sóla en casa". Aunque nunca está sola.

Por tanto, el conocimiento de los misterios no puede proceder de las cosas creadas, pues son ilusorias, sinó, inicialmente y como paso previo, del desapego por ellas; "No seas como el asno de la tahona, que camina, sí, pero el lugar al cual se traslada en su marcha es el mismo del cual ha partido". Antes bien, trasládate desde las criaturas hasta la Presencia, pues ese es el término "la meta" (Ibn Abbas de Ronda, Sarkh Hikam, I, 32). No es lo mismo estar en el mundo, (es decir), identificarte con la Creación, que ser del mundo al comprender la vanidad de todo; "Es muy diferente estar tú con las cosas que estar las cosas contigo. Estar tú con las cosas equivale a estar sujeto a ellas y tener de ellas necesidad, es decir, que tú seas su esclavo, para que luego ellas te abandonen y te dejen cuando más las necesitas. Tú estás con las cosas, mientras no contemplas a quien las ha Creado y otorgado el ser. En cambio, cuando tú contemplas quien les ha dado el ser, entonces son las cosas las que contigo están" (Ibn Abbas de Ronda Sarkh Hikam, II, 63-65).

Si sólo el Ser - Es - y no hay nada más que el Ser (la ilaha illa Allah), los seres son meras apariencias con una libertad y una voluntad ilusoria. Quien pretenda reivindicar su autonomía y libertad no solo es un ignorante, sinó que es un idólatra, puesto que está reclamando para sí, lo que es patrimonio exclusivo de Allah ta'ala. Suponer que hay más seres que el Ser es, por lo tanto un error que, como tal, puede ser disipado. (Sh. M. al Ghalli.)

Decía Ibn Al-Arabi (1155-1240); "¡Bien amado! vayamos hacia la unión. Y si nos topamos con el camino que lleva a la separación, destruyamos la separación".

Assalamo aleikum. 

Shaykh Ahmad Salah As Sufi.