sábado, 12 de febrero de 2022

EL CONOCIMIENTO. (Según Ibn Arabi).

EL CONOCIMIENTO. (Según Ibn Arabi).

El Acto creador, es un acto de Absoluto Conocimiento en sentido total y se hace patente en el hadiz sagrado que nos habla del Tesoro escondido que ha creado el mundo para ser conocido y, a la vez, para conocer-Se en la Creación. Seguin un mencionado sufi irani contemporáneo de Ibn Arabi, Baqli de Shiraz, el hecho de hacerse objetivo a sí mismo hace del Ser divino un testigo fuera de Si y, en cierta manera, lo hace ser Otro que El, siendo esta manifestación primordial, el Primer Velo de la Creación. Ante éste, el espíritu dirige su mirada a los seres creados para contemplarlos y, en esa contemplación, se conozca a si mismo, siendo esta contemplación un segundo velo.

Sin tener en cuenta la resonancia neoplatónica de esta descripción, que resultaba plenamente evidente en pensadores andalusies como el ya mencionado Ibn Al-Sid, de Badajoz, lo importante de la misma son las consecuencias que tiene en el espiritual y en el sufi y, en nuestro caso, en ibn Arabi, que es consciente participe de ellas, Para todos ellos, se hace necesario que el sufi descubra su conocimiento de si como ejerciendo la misma mirada con la que Allah se contempla, como siendo El mismo el Testigo que atestigua de Si Mismo. En éste caso, el velo y todos los velos subsiguientes se convierten en espejos reflectores. 

La mirada por la que el sufi conoce a Allah es la misma por la que Allah se conoce a Sí mismo y, en éste caso, Ruzbaran y la casi total generalidad de los safies hacen suya la tesis neoplatónica que indica que, antes de la existencia del mundo, el Ser divino, el Uno, es el mismo amor, amante y ser amado. Desde este mismo horizonte, Ibn Arabi nos dice que al-Junaid pudo decir que conoció a Allah por Allah, mientras que los teólogos pueden decir que Lo conocen por sus criaturas.

El acto de mutuo conocimiento entre Allah y sus seres humanos creados es un acto especular en el que, dice Ibn Arabi, aquel que se mira en el espejo (...) no ve sinó su propia imagen en el espejo del Verdadero y no ve al Verdadero, pues no es posible ver-Le, aun sabiendo que no ha visto su imagen sinó en Él. Lo mismo sucede con el espejo en nuestra realidad más inmediata: cuando ves una imagen reflejada en él, no ves el espejo, aunque sepas a ciencia cierta que no distingues esa imagen, o tu imagen, más que sobre la superficie de su cuerpo (...). Intenta esforzarte, cuando veas una imagen reflejada en un espejo, en ver el cuerpo del espejo: no lo podrás ver nunca, en absoluto. Hay quienes han advertido esta cuestión relativa a las imágenes de los espejos y han afirmado que la imagen visible se sitúa entre la vista del que mira y el cuerpo del espejo, interponiéndose, y hasta ahí llega su conocimiento. (...) No ambiciones más ni te agobies. intentando escalar por encima de este escalón, pues ahí no está Él en absoluto y, después, no queda más que la nada en su estado de pura simplicidad. Él es tu espejo para la visión de ti mismo y tú eres Su espejo en la visión de Sus Nombres y para la aparición de Sus Normas.

Hay que observar que el acto de conocimiento que el creado tiene de Su Creador está más allá de todo supuesto racional discursivo, pues se trata de un desvelamiento semejante al que Sócrates propuso como método epistemológico y que queda reflejado en su opinión expuesta por Platón en su Menón: «Admiro desde hace mucho tiempo mi propia sabiduría, pero desconfío de ella». Tal desconfianza, que nace no de la razón, sino del uso inadecuado de la misma, es semejante a la que Ibn Arabi proclama en muchos de sus textos cuando habla del acto de pensamiento reflexivo, fikr, diciendo que con él se entra en el abismo de un océano buscando una perla que no se puede conseguir por reflexión y quien lo hace acaba siendo ahogado en su empeño:
"Los que usan la reflexión meramente intelectual son aquellos a los que le son familiares las especulaciones racionales y buscan alcanzar el objeto de su búsqueda por un método discursivo y por medio de la argumentación con pruebas racionales. ¡Qué incoherencia y qué poco discernimiento! Allah no se revela más que por solicitud y gracias a un secreto íntimo que no se logra por el esfuerzo personal, sinó por la ayuda divina". Cuando esta se hace presente y se manifiesta en el dominio de la similitud, es decir, por medio de alegorías o símbolos, se percibe como una gacela en medio de las dunas del desierto a modo de las miradas de esta hacia ti en la blanca duna en la que tiene lugar la visión de tu Señor y, también, por la elegancia de los propósitos y del discurso que ella emite.

Tal grado de conocimiento sutil y profundo es el mismo que, según Ibn Arabi, manifestó cuando se le preguntó al sufí al-Jarraz (m. 899) por qué medios había llegado a conocer a Allah, respondiendo: "Por su síntesis entre los dos opuestos, pues, como dice el Libro revelado: "Él es el Primero y el Último, el Manifiesto y el Oculto y es Conocedor de todas las cosas". (Cor. 57: 3). En este conocimiento no interviene la razón discursiva, pues (...) esta facultad otorga las pruebas sobre esta cuestión en la medida de sus alcances afirmando que Allah es el Primero sobre un determinado aspecto y Último sobre otro, de la misma forma que lo hace afirmando Su Exterioridad y Su Interioridad. Las facultades que Allah ha otorgado al ser humano no pueden ir más allá del límite de sus capacidades, de la misma forma en que al sentido del olfato solo se le ha concedido la capacidad de percibir los olores buenos y los malos, lo mismo que al resto de los sentidos corporales. Del mismo modo, la razón no puede aprender más que lo que entra en su capacidad reflexiva en la búsqueda de las pruebas racionales. El secreto del Señor se percibe de acuerdo con la capacidad que se le ha dado al ser humano y, así, puede darse el caso de que algo resulte absurdo para la razón, pero no para Allah que es la Realidad. (...). No es conveniente, por tanto, que la razón se pronuncie sobre el conocimiento de Allah como Esencia, aunque es propio de la capacidad de la razón conocer el Ser de la Verdad en tanto que es un Ser que se revela a dicha razón que comprende que ese Ser nos ha hecho existir desde la necesidad de Él que el ser humano tuvo para que llegásemos a existir y perdurar.

El velo que hay que descorrer para llegar a conocer a Allah en su Creación y ver-Lo a través de ella como en un espejo, es el que Ibn Arabi denomina "la iluminación del desvelamiento", pues (...) has de saber que Allah es demasiado Grande y Trascendente para que se pueda llegar a conocer en Sí mismo, es decir, en Su Esencia. Sin embargo, puede ser conocido por las cosas creadas, pues éstas, son respecto a Él como unos velos que, cuando se descorren, aparece lo que hay detrás de ellos. Quien logra ese desvelamiento ve a Allah en las cosas, de la misma forma en que el Profeta, como él mismo dijo, podía ver lo que había detrás de él. (...) Las gentes de entendimiento común se quedan en lo que de las cosas perciben y en ese entendimiento común se quedan en lo que de las cosas perciben.

La aprehensión de Allah en los entes creados solamente puede realizarse en tanto en cuanto Él es Señor, Rabb, de esos entes, pues Su Esencia, lo que Él es en Sí Mismo, es absolutamente incognoscible, y, por ello mismo, la primera invocación a Allah por parte del creyente, está en el segundo verso de la Sura que abre el Libro, que dice: "Alabado sea Allah, Señor del Universo". En este verso queda determinado, primero, la cualidad esencial del Creador y, seguidamente, Su cualidad señorial, que es la única a la que llega la capacidad humana de conocer-Lo..  mientras que las que obtienen la iluminación del desvelamiento, solamente perciben a Allah en las cosas. Entre ellas, hay quien ve a Allah en las cosas y quien ve a las cosas y/a Allah en ellas.

En ese principio cognoscitivo reside el significado del hadiz que dice: "Quien se conoce a sí mismo, conoce a Su Señor", en el que se pone de manifiesto lo señalado en éste verso citado a la vez que la cualidad de Señor es la epifanía del mismo Allah bajo la cual el ser humano puede conocer-Lo. Como dice un Maestro Sublime:
"La finalidad del conocimiento humano es conocer a Allah, pero siempre lo hará en tanto que Señor del universo y este conocimiento, por tanto, no será posible si antes no ha conocido el mundo y/a sus seres creados. Esto es algo que saben los humanos más perfectos en el mundo y algo, también, que el Profeta ha señalado en el hadiz (el hadiz citado anteriormente)".

Desde éste punto de vista, el fundamento último del conocimiento de Allah en Su Creación deberemos encontrarlo en las teofanías o manifestaciones de Su presencia en la misma. No olvidemos que estamos discurriendo por la senda que nos marca el verso 24 de la Sura 59 en la que, tras enunciar las tres modalidades del Acto creador, Creador, Originador y Modelador, leemos: (Allah) Posee los Nombres más bellos" y/a ellos nos hemos de referir siempre.

"Él es Allah, el Creador, el Originador, el Modelador.
Suyos son los nombres más hermosos. A Él Lo glorifica cuanto hay en los cielos y en la tierra.
Y Él es el Irresistible, el Sabio".


Assalamo aleikum.