domingo, 13 de marzo de 2022

LA ANOMALÍA SALAFISTA. Del Sheij Abdalqadir-as-Sufi (Allah le otorgue el paraíso).

LA ANOMALÍA SALAFISTA.

De Sheij Abdalqadir as Sufi (Allah le otorgue el paraíso).
 
Como en éste mundo las cosas nunca son sencillas, el tema de los Salafi debe ser estudiado en dos niveles, por lo menos.
 
En primer lugar, y para sacarlo ya de en medio, los medios de comunicación kafir muestran a los Salafi como el enemigo militante de América. Su perfil oficial es el de terroristas extremistas que quieren imponer la Shari’at islámica. A su vez, esta versión define a la Shari'at en términos de apedrear a los adúlteros, amputar miembros y cubrir a las mujeres con bolsas negras de basura. Con frecuencia se define como un deseo de volver a un pasado primigenio, a hace mil quinientos años atrás. Formando parte de ésta versión mediática y "experta" encontramos el uso de la palabra "extremista". Lo que se indica en consecuencia, es que ésta versión macabra es lo que el Islam es en REALIDAD, así que no os dejéis engañar por estos "moderados o buenos" musulmanes pues los salafistas están de camino. Incluidos en éste análisis de alta seguridad aparecen los extremistas de Túnez, Egipto, Arabia y Somalia, y por supuesto, el oscuro infra-mundo del Boko Haram de Nigeria y los salteadores de tumbas de Malí.
 
En segundo lugar, no obstante, tenemos el término tal y como se conoce por nuestros 'ulama. Me gustaría ahora proponer una tercera visión, histórica y política, basada en éste segundo aspecto.
 
La visión intelectual que los musulmanes tienen acerca de los Salafi es, en realidad, bastante sencilla. Los Salafi declaran que quieren regresar al islam puro de los Salaf, es decir, a la primera comunidad de la época en que el Rasul, (a quien Allah bendiga y conceda paz), estaba presente. Lo que no deja de ser irónico es que el término no surgió por una necesidad primigenia y urgente de purificar el Din. El término apareció al final, no al principio de un movimiento reformista que surgió en el desierto de Arabia. Esto ya lo sabemos, pero, para obtener una mayor claridad, vamos a recordar lo sucedido.
 
Ibn Abd al Wahhab apareció, como si fuese una especie de Savonarola [1] islámico, llamando a la adoración pura de Allah al tiempo que rechazaba, no solo a la Shi’a y  —lo que para él era— y la adoración de tumbas por los sufíes, sinó también al gobierno Otomano basado en un Estambul que todavía se llamaba Constantinopla.
 
La consecuencia fue que esta reforma radical exigía el rechazo de la mayor parte de los ‘ulama de la época que debían obediencia a los gobernantes turcos Hanafis. Quedaban así eliminadas las cuatro madhabs (escuelas) y la autoridad de sus Imams. Sólo quedaban el Libro de Allah y las grandes recopilaciones de los hadices, siempre que no contradijeran las nuevas doctrinas purificadoras. La enorme oposición de los haŷŷis de todo el mundo y de los ‘ulama de la India obligaron a los wahhabis a aceptar una madhab; y esto lo hicieron optando por la de Ibn Hanbal. La elección estaba basada en que Ibn Hanbal no había emitido juicios de Fiqh. Lo que habían abolido los wahabbis era el FIQH EN SÍ que, EN REALIDAD, ES la Shari’at. La Shari’at no es un módulo de castigos hadd que se aplican a una serie de transgresiones; eso no es más que un aspecto periférico. La Shari’at, en cuanto realidad viva, es la práctica del FIQH. Es el ‘Amal de la sociedad musulmana. Es toda transacción de bienes y productos básicos que puede tener lugar entre los musulmanes y el mundo.
 
El ‘Amal se divide en dos: la adoración de Allah —‘ibada, los cinco Pilares— y las reglas que se aplican a las transacciones y los contratos. 
 
Este sistema dual exige la presencia de un Emir que autoriza los ‘Ids, recauda el Zakat y supervisa el mundo de las transacciones.
 
Los wahhabis abolieron este poder dual; o mejor dicho, separaron sus dos partes. Ibn Abd-al-Wahhab se encargó de la ʻIbada y la 'Aqida. El poder cívico iba a quedar en manos de la tribu de ibn Saud.
 
Con la aparición del petróleo, los sauditas eligieron la riqueza sobre la teología. Aplastaron y masacraron las fuerzas wahhabis. Una vez marginados los wahhabis, y ahora privados de poder, ellos se redefinieron como un movimiento clandestino que luego surgiría con una intensidad punitiva.
 
Ibn Saud fue de los brazos de ibn Abd al Wahhab -que le había dado Arabia (¡y el petroleo!)- a los brazos de Roosevelt que le dio una silla de ruedas y dinero de papel.
 
En tercer lugar, ésto nos permite examinar la historicidad de los wahhabis. Tras el período de influencia simbólica -limitada y supervisada por Aramco y su control- del Reino de Arabia Saudita, se alzaron de nuevo para intentar arrebatar el poder a sus amos sauditas. El ataque contra el Haram de Makkah fue la exposición devastadora de un movimiento que NO tenía, simplemente NO, entendimiento de la política. ¿Por qué? Porque había abolido el Fiqh, y con ello, la discriminación política. El ataque al Haram demostró lo poco que conocían a sus propios enemigos. Fahd se limitó a llamar a la mejor fuerza disuasoria de la que disponía, la elite militar francesa, que despejaron el Haram a puntapies y con eficacia en un abrir y cerrar de ojos.
 
Aún desprovistos de la formación cívica presente en el Fiqh, su respuesta no fue la adquisición de esa necesaria educación islámica. En su lugar adoptaron la dialéctica de su mayor enemigo, acercandose a las doctrinas de los kafir más marginados: el terror y la clandestinidad.  Y así fue como los reformistas de ayer se convirtieron en los rebeldes irracionales y amargados de hoy en día.
 
Admitamos que nadie puede calificar de entidad islámica a alguna de las Comunidades Islámicas que existen en el escenario mundial de nuestros días -las más grandes son Indonesia, Pakistán y la India-. ¿De éste modo, cómo puede recuperarse la pureza histórica de los Salaf? Ello significaría la recuperación de un modus operandi que esté en sintonía con todos los beneficios de la vida moderna.
 
Y el caso es que está ahí, esperándonos. Es ese madhab primigenio que predomina sobre los otros cuatro y está fundamentado sobre uno de ellos: el 'Amal de la Ahl al-Madinah. 
 
Los salafi en el poder, como los Ijwanis modernistas, ya están yendo con la cabeza agachada a las instituciones bancarias para conseguir sus préstamos; en Túnez, Egipto y Libia. Desprovistos de Fiqh y, en consecuencia, carentes de liderazgo.
 
Oh salafistas, si tenéis algo de seriedad, debéis recaudar el Zakat entre vosotros. Así es como abriréis la puerta hacia el liderazgo. El camino pasa por Madinah, ¡la misma que hasta ahora habéis ignorado por completo!.