domingo, 20 de marzo de 2022

SOBRE LA FITRAH INFANTIL.

SOBRE LA FITRAH INFANTIL. 

1/ Los musulmanes no creemos ni aceptamos el "pecado original". No creemos que cada ser humano nazca cargando la falta cometida por su ancestro primero, Adán (P). Si bien creemos en Adán (P) y en su historia, el Islam tiene al respecto una visión particular, diferente a la del Cristianismo, y no aceptamos que el error de Adán (P) se haya transmitido a toda la Humanidad, cargando a cada ser humano con un gran pecado desde su nacimiento. Para el Islam, cada ser humano nace en la pureza, en un estado libre de toda mancha, corrupción o pecado. Y cada alma es responsable sólo por lo que hace, sin cargar con lo que hayan hecho sus antepasados o sus contemporáneos. Dice el Corán:
"Allah no es injusto en absoluto con los hombres, sino que son los hombres los injustos consigo mismos". (Cor. 10:44)

Para el Islam, todo ser humano nace puro e inocente, en un estado llamado "fitrah", su naturaleza primigenia, que es pura y buena. Luego al crecer, a través de su libertad de acción y voluntad elige una de las posibilidades que tiene delante suyo: hacer el bien o hacer el mal. Así va juntando méritos o faltas, y el Dia del Juicio será juzgado por esto, recibiendo su remuneración: el premio del Paraiso o el castigo del Infierno.

2/ Fitrah es un signo que acredita religiosidad, pues las pruebas de la fe afirman que el ser humano posee dentro de sí el reconocimiento de la existencia del Creador y de su adoración.

3/ En el Islam no existe el rito de confesión como en el cristianismo, por el cual la persona confiesa sus pecados, se le establece una penitencia y queda libre de los mismos. La persona debe arrepentirse con sinceridad, pedir el perdón a Allah de todo corazón, comprometerse a no reincidir en su falta y reparar el mal que pudo ocasionar a otros, si corresponde. Si ha dañado a otra persona, no basta con pedir el perdón a Allah. Y si ha obrado mal toda su vida y al percibir la llegada de la muerte, tal persona busca la redención; nos dice el Corán:
"No (se aceptará) el arrepentimiento a quienes cometan maldades hasta el momento de la muerte, diciendo: 'Ahora me arrepiento, ni tampoco a quienes mueran en la incredulidad. A estos les Hemos preparado un Castigo doloroso." (Cor. 4:18).. Por lo tanto, el hombre debe alcanzar el arrepentimiento y la corrección de sus acciones antes de que llegue su hora. Este mundo es el plano de las acciones para el hombre y el plazo de su vida es lo suficientemente largo para alcanzar el bien y la salvación. 
Dice el Corán:
"¿Piensan acaso los hombres que se les dejará decir 'Creemos' sin ser probados?”.

4/ En el caso que nos ocupa, el niño de 7 años o menos, no ha podido tener tiempo ni intención para cometer impurezas y pecados que le causen prejuicios, según se explica anteriormente, está todavía en  estado de inocencia, (pureza), y por tanto, el hecho de su fallecimiento no conlleva un arrepentimiento tácito, pues no le ha dado tiempo de ser injusto o de advertir lo que está bien y lo que está mal, ni ha podido transgredir las leyes de Allah ta'ala, por tanto, no necesita la redención. 

Assalamo aleikum. 

viernes, 18 de marzo de 2022

CAMINA SOLO CAMINA.

ENSE-FIANZA, ACTOS Y DINÁMICA.

La ense-fianza debe estar acorde con la Lengua, sobre todo, tratándose de los primeros periodos del alumno (murid). Esencialmente, con la plática, los murides deben aprender de ti.. hablando y escuchando se produce la comprensión empatica que enseña, y no es por medio de definiciones o de reglas que no entienden para calmar el carácter abstracto que en general revisten, y que frecuentemente ven contradichas y hasta negadas. Los manuales no enseñan empatia. El educador tiene que actuar con correccion y propiedad; procurando que los murides biproduzcan de Ia misma manera, y haciendo que oralmente se ejerciten en la composición, es como mejor se les enseña el lenguaje, y no por medio de los tratados, gramaticales, que, por muy bien hechos que estén, siempre resultan indigestos, y más, tratándose de otros idiomas a formación: al hablar se les dará a conocer la parte de la oración práctica é instintiva. No se olviden, que para comprender la verdad de lo que decimos, es importante aprender uno mismo a hablar mejor y expresar con propiedad los pensamientos que usted mismo recibió de su Maestro/s. 
Aquellos que viven entre las personas más cultas y que mejor hablan, son al mismo tiempo más ricos en su vocabulario y con modales más selectos.. el mundo en el que viven es más ancho que el de los otros; y cuanto mayor es el número de ejemplos positivos que les rodea, mayores son sus consecuencias y las impresiones que reciben; pues, como les decimos, en la medida en que los actos aumentan también ilustran y se desenvuelve mejor el empleo inteligente del lenguaje. 

El análisis y la síntesis, y ambos a la vez, serán instrumentos inertes sin el procedimiento interno que radica en el espíritu de quien lo aplica, y que es capaz de suscitar la acción en el murid, de infundirle con el saber, el saber hacer, de dar a su inteligencia el impulso y el movimiento, para provocar el pensamiento individual y hacer que fecunde la ense-fianza, de modo, que quien la reciba la viva y la asimile por su propio esfuerzo personal, que es lo más vivificado del saber tonificar con la ense-fianza el espíritu para quien la recibe. 
El movimiento del espíritu consiste, más que en encontrar, en buscar, y la persuasión del alma se asemeja a un viaje: donde lo agradable no es llegar, sinó caminar.. camina, sólo camina.

Assalamo aleikum. 

Shaykh Ahmad Salah As Sufi. 

martes, 15 de marzo de 2022

LAS REVELACIONES OBJETIVAS. (Sharif Sidi Muhammad al-Ghalli, QS).

LAS REVELACIONES OBJETIVAS. 
(Sharif Sidi Muhammad al-Ghalli, QS).

Dentro de éste camino, ustedes pueden  asistir y reconocer a los Servidores a través de sus patrones de vida. Si pueden comprender las razones de sus experiencias, esfuerzos y percepciones inusuales del pasado, podrán ver la sabiduría del comenzar la búsqueda de algo más. Los Servidores de hoy son testigos del creciente sentido que existe en algo muy loable de ser descubierto por ellos y por quienes siguen su impulso interno hacia el Misterio más grande de la vida, que encontrarán ciertamente, con la fianza de que no están solos con sus presentimientos. Debido a que el acto de buscar la Verdad automáticamente agudiza el sentido y clarifica su visión, los Servidores probablemente empezarán a reconocer la búsqueda más importante y absoluta, necesaria por la comprensión; una peregrinación espléndida que ya han comenzado un gran número de Servidores y otros que se están preparando para ello.

Cuando esa decisión, es acompañada por la perseverancia, el Servidor avanza espiritualmente y ha sido yá registrado para recibir asistencia, no solamente por su alma, sinó también por los Agentes divinos que están cerca y/a quienes están siempre buscando para ayudar. La Sincronización empezará a manifestarse una vez que los Servidores comiencen el proceso de búsqueda formal, y vendrán a reconocer que están inequívocamente guiados y protegidos en su senda. Esto está asegurado, porque la sed sincera por el Conocimiento y la realización espiritual, se habrá iniciado con una invocación poderosa y confiable sobre lo elevado y que, por ley, no pueden ser ignorados por aquéllos que vigilan y esperan.

Sin embargo, si los Servidores realmente anhelan vivir en armonía con la ley divina, y si desean alcanzar las alturas mayores en lo espiritual, entonces deberán entender claramente que su búsqueda no puede realizarse por motivos curiosos propios. Para conocer el cumplimiento espiritual real, el ego propio debe de olvidarse, pues es en ese auto-olvido donde se experimenta la liberación: la liberación del ego separativo, que es la fuente de todo dolor y pena. Ahora, si el "yo" ha sido olvidado del todo, entonces uno no podrá estar pensando en cuándo o cómo, aquel "yo" deberá liberarse, o qué tipo de felicidad tendrá o en qué tipo de maestro se volverá. Efectivamente, la felicidad completa y verdadera debe incluir la felicidad de aquéllos que están alrededor de nosotros, y ultimadamente también, la de toda y cada cosa viviente con la cual estamos inseparablemente conectados. Es una certeza inmutable que, aunque indudablemente hay una libertad en las apretadas leyes del "yo" inferior, no hay libertad de la Ley divina por la interacción constante entre persona y persona, alma y alma, vida y vida. La alegría más grande por encontrarse en las relaciones con otros es la de ayudarlos; una felicidad real y espiritual - o alegría - puede encontrarse sólo para ser de utilidad, en todos los caminos diversos de la vida, y eventualmente, convergen sobre la única Senda del Servicio. Las razones de esto se expresan en las siguientes aclaraciones.

Un viejo sabio advirtió: ¿Cuándo la persona busca a Allah sin obligación?.¿Cuando se considerarán las múltiples técnicas de la disciplina espiritual?.. aquellas que han sido prescritas y practicadas a lo largo de la historia. 
La declaración anterior puede parecer bastante incompleta. Sin embargo, una investigación más profunda, y con más información, será capaz de elevar el pensamiento y que todo dé un giro más elevado en la espiral del avance que le revelará (que su veracidad) sólo se aplicará con el compromiso del esfuerzo y (hasta cierto punto) también es un logro espiritual.

Esto ha sido afirmado repetidamente por todas las enseñanzas de las grandes luminarias espirituales a lo largo de la historia de la humanidad, y que la individualidad, es realmente una con el conjunto; esto ha sido claramente señalado sobre la creencia en la ilusión de un "yo" aislado y en una indulgencia consecuente de eso, que es la causa de toda separación y, por tanto, del sufrimiento. Además, si nos paramos a reflexionar sobre el hecho obvio de que una porción infinitamente más grande existe, aparte del pequeño "yo", entonces probablemente apreciaremos la insignificancia relativa de aquel y valoraremos la sustancia, magnitud e importancia enormemente mayor de todo lo que no es del "yo" personal. Teniendo ésto en cuenta, de que el individuo está aparentemente separado, podrá reconocer la sabiduría y nunca tendrá ningún interés en ser lo opuesto a las leyes universales de la Creación. Por supuesto, el individualismo del egoísmo es diametralmente opuesto a una ley como tal: la sagrada Ley del Amor, y así, justamente como la sombra de uno, los problemas necesariamente sucederán al transgresor de ésta ley. Aún, en la simple verdad por ayudar a otros, yace nuestro bien más grande, y los aspirantes estarán realmente progresando cuando asisten al progreso de otros. Tal es el camino del Amor de aquel principio glorioso, bajo el cual, la creación de todo y cada uno de los innumerables mundos a lo largo del Infinito, se hace posible en la medida en que la fuerza divina del Amor mismo (de forma silenciosa) penetra en todos ellos. La quintaesencia del universo, entonces, es el Amor, y es el Amor, (por tanto), lo que debe ser personalizado y expresado por cada vida individual en alguna etapa y durante el curso de su crecimiento, antes de ser conducido a la Senda Real del Retorno que todos tienen que atravesar. 

Ahora, el Amor tiene una relación inseparable con la Verdad, pues la Verdad vista se vuelve Amor expresado. El corazón espiritual nunca se puede satisfacer hasta que las experiencias del Amor y la Verdad sean compartidas perpetuamente con otras manifestaciones del Uno, y que pueda reconocerse, por tanto, el camino del servicio amoroso, que es la Senda Real de la Santidad, para el cual, todas las demás disciplinas espirituales están apenas entre las fases preparatorias. Esto puede verificarse fácilmente reconociendo debidamente el hecho recurrente e histórico de que todos los grandes maestros espirituales y verdaderos maestros del Camino han caminado por la senda más noble del servicio desinteresado. Para tales seres iluminados, no podría ser de otra manera y, a su debido tiempo, será similarmente así para toda la humanidad, en la medida en que cada persona reconozca la Verdad (y así) elijan caminar por ese mismo Sendero con el que han sido agraciados los pies de aquellos que se presentaron ante ellos para reclamar su propia libertad espiritual.

A medida que el Corazón de la Existencia progresivamente se desvela, a través de cada alma, de acuerdo con el decreto divino universal e irresistible de la evolución espiritual; a medida que la humanidad necesariamente asciende a mayores alturas en virtud y santidad; y en la medida en que la conciencia es inevitablemente más elevada y santificada a lo largo de las etapas de aprendizaje en que cada personalidad deberá necesariamente volverse más purificada, en la medida en que una mayor comprensión de la esencia sagrada de la vida sea otorgada. Esta esencia más profunda- o Espíritu - es la verdadera naturaleza de todo lo visto, percibido y que tiene propiedades por descubrir, y su más sublime expresión es el Amor, el cual, siempre busca expresarse con el servicio.

Eternamente, el Amor busca fluir para tocar otras partes de sí mismo.. y el Camino del Amor, debe de ser encontrado por cada persona, y es sólo sobre ésta senda del corazón donde se vuelve tan lleno y desbordante con el néctar del Amor divino, que simplemente, no puede ser contenido por otras cosas salvo por el corazón del ser humano y siempre hay más que suficiente para compartir alegremente con todos los demás. El Amor es una impresión, y su encantadora melodía, está siempre esperando para brotar desde cualquier corazón abierto sobre la senda del servicio desinteresado; incluso, una gota diminuta del Amor puro, siempre impresionará en el interior del Corazón cuando comenzamos a penetrar en la Realidad del Único.

Buscar progresar en la causa de la comprensión, haciendo el bien a través de la cautela, y enseñando con el ejemplo. 

Assalamo aleikum. 

domingo, 13 de marzo de 2022

LA ANOMALÍA SALAFISTA. Del Sheij Abdalqadir-as-Sufi (Allah le otorgue el paraíso).

LA ANOMALÍA SALAFISTA.

De Sheij Abdalqadir as Sufi (Allah le otorgue el paraíso).
 
Como en éste mundo las cosas nunca son sencillas, el tema de los Salafi debe ser estudiado en dos niveles, por lo menos.
 
En primer lugar, y para sacarlo ya de en medio, los medios de comunicación kafir muestran a los Salafi como el enemigo militante de América. Su perfil oficial es el de terroristas extremistas que quieren imponer la Shari’at islámica. A su vez, esta versión define a la Shari'at en términos de apedrear a los adúlteros, amputar miembros y cubrir a las mujeres con bolsas negras de basura. Con frecuencia se define como un deseo de volver a un pasado primigenio, a hace mil quinientos años atrás. Formando parte de ésta versión mediática y "experta" encontramos el uso de la palabra "extremista". Lo que se indica en consecuencia, es que ésta versión macabra es lo que el Islam es en REALIDAD, así que no os dejéis engañar por estos "moderados o buenos" musulmanes pues los salafistas están de camino. Incluidos en éste análisis de alta seguridad aparecen los extremistas de Túnez, Egipto, Arabia y Somalia, y por supuesto, el oscuro infra-mundo del Boko Haram de Nigeria y los salteadores de tumbas de Malí.
 
En segundo lugar, no obstante, tenemos el término tal y como se conoce por nuestros 'ulama. Me gustaría ahora proponer una tercera visión, histórica y política, basada en éste segundo aspecto.
 
La visión intelectual que los musulmanes tienen acerca de los Salafi es, en realidad, bastante sencilla. Los Salafi declaran que quieren regresar al islam puro de los Salaf, es decir, a la primera comunidad de la época en que el Rasul, (a quien Allah bendiga y conceda paz), estaba presente. Lo que no deja de ser irónico es que el término no surgió por una necesidad primigenia y urgente de purificar el Din. El término apareció al final, no al principio de un movimiento reformista que surgió en el desierto de Arabia. Esto ya lo sabemos, pero, para obtener una mayor claridad, vamos a recordar lo sucedido.
 
Ibn Abd al Wahhab apareció, como si fuese una especie de Savonarola [1] islámico, llamando a la adoración pura de Allah al tiempo que rechazaba, no solo a la Shi’a y  —lo que para él era— y la adoración de tumbas por los sufíes, sinó también al gobierno Otomano basado en un Estambul que todavía se llamaba Constantinopla.
 
La consecuencia fue que esta reforma radical exigía el rechazo de la mayor parte de los ‘ulama de la época que debían obediencia a los gobernantes turcos Hanafis. Quedaban así eliminadas las cuatro madhabs (escuelas) y la autoridad de sus Imams. Sólo quedaban el Libro de Allah y las grandes recopilaciones de los hadices, siempre que no contradijeran las nuevas doctrinas purificadoras. La enorme oposición de los haŷŷis de todo el mundo y de los ‘ulama de la India obligaron a los wahhabis a aceptar una madhab; y esto lo hicieron optando por la de Ibn Hanbal. La elección estaba basada en que Ibn Hanbal no había emitido juicios de Fiqh. Lo que habían abolido los wahabbis era el FIQH EN SÍ que, EN REALIDAD, ES la Shari’at. La Shari’at no es un módulo de castigos hadd que se aplican a una serie de transgresiones; eso no es más que un aspecto periférico. La Shari’at, en cuanto realidad viva, es la práctica del FIQH. Es el ‘Amal de la sociedad musulmana. Es toda transacción de bienes y productos básicos que puede tener lugar entre los musulmanes y el mundo.
 
El ‘Amal se divide en dos: la adoración de Allah —‘ibada, los cinco Pilares— y las reglas que se aplican a las transacciones y los contratos. 
 
Este sistema dual exige la presencia de un Emir que autoriza los ‘Ids, recauda el Zakat y supervisa el mundo de las transacciones.
 
Los wahhabis abolieron este poder dual; o mejor dicho, separaron sus dos partes. Ibn Abd-al-Wahhab se encargó de la ʻIbada y la 'Aqida. El poder cívico iba a quedar en manos de la tribu de ibn Saud.
 
Con la aparición del petróleo, los sauditas eligieron la riqueza sobre la teología. Aplastaron y masacraron las fuerzas wahhabis. Una vez marginados los wahhabis, y ahora privados de poder, ellos se redefinieron como un movimiento clandestino que luego surgiría con una intensidad punitiva.
 
Ibn Saud fue de los brazos de ibn Abd al Wahhab -que le había dado Arabia (¡y el petroleo!)- a los brazos de Roosevelt que le dio una silla de ruedas y dinero de papel.
 
En tercer lugar, ésto nos permite examinar la historicidad de los wahhabis. Tras el período de influencia simbólica -limitada y supervisada por Aramco y su control- del Reino de Arabia Saudita, se alzaron de nuevo para intentar arrebatar el poder a sus amos sauditas. El ataque contra el Haram de Makkah fue la exposición devastadora de un movimiento que NO tenía, simplemente NO, entendimiento de la política. ¿Por qué? Porque había abolido el Fiqh, y con ello, la discriminación política. El ataque al Haram demostró lo poco que conocían a sus propios enemigos. Fahd se limitó a llamar a la mejor fuerza disuasoria de la que disponía, la elite militar francesa, que despejaron el Haram a puntapies y con eficacia en un abrir y cerrar de ojos.
 
Aún desprovistos de la formación cívica presente en el Fiqh, su respuesta no fue la adquisición de esa necesaria educación islámica. En su lugar adoptaron la dialéctica de su mayor enemigo, acercandose a las doctrinas de los kafir más marginados: el terror y la clandestinidad.  Y así fue como los reformistas de ayer se convirtieron en los rebeldes irracionales y amargados de hoy en día.
 
Admitamos que nadie puede calificar de entidad islámica a alguna de las Comunidades Islámicas que existen en el escenario mundial de nuestros días -las más grandes son Indonesia, Pakistán y la India-. ¿De éste modo, cómo puede recuperarse la pureza histórica de los Salaf? Ello significaría la recuperación de un modus operandi que esté en sintonía con todos los beneficios de la vida moderna.
 
Y el caso es que está ahí, esperándonos. Es ese madhab primigenio que predomina sobre los otros cuatro y está fundamentado sobre uno de ellos: el 'Amal de la Ahl al-Madinah. 
 
Los salafi en el poder, como los Ijwanis modernistas, ya están yendo con la cabeza agachada a las instituciones bancarias para conseguir sus préstamos; en Túnez, Egipto y Libia. Desprovistos de Fiqh y, en consecuencia, carentes de liderazgo.
 
Oh salafistas, si tenéis algo de seriedad, debéis recaudar el Zakat entre vosotros. Así es como abriréis la puerta hacia el liderazgo. El camino pasa por Madinah, ¡la misma que hasta ahora habéis ignorado por completo!.

martes, 8 de marzo de 2022

LA APOSTASÍA EN EL CORÁN.

LA APOSTASÍA EN EL CORÁN.

El Corán enseña los aspectos fundamentales sobre el concepto de apostasía. En última instancia, cuando la apostasía se asocia con la falta de arrepentimiento o de aceptación del Islam y de Allah, conduce al castigo en el más allá. La persona que lo comete sólo se perjudica a sí mismo. Aquellos que se desvían repetidamente de su fe no podrán obtener el perdón de Allah, sin importar lo que hagan.

La apostasía cometida bajo la coacción de terceros, (y por lo tanto), en una situación en la que no hay otra opción, no afecta a la verdadera fe (imán) del individuo. La única forma en que puede hacerlo es cuando una persona abre su corazón, con conciencia y voluntad, a la negación de la verdad. La fe débil, la falta de certeza y la falta de honrar a Allah con un corazón puro se encuentran entre los principales canales de acceso para la apostasía. Cualquier acción realizada por una persona que rechaza la verdad no conducirá a nada: éste es el resultado que se espera. El término "apostasía" transmite el sentido de abandonar el Islam y la fe después de haber aceptado todo esto de acuerdo con lo prescrito por Allah.

POR DEFECTOS.

Los términos al-riddah y al-irtidad, en su significado coránico, indican un retorno a algo que un individuo había abandonado después de haber llegado a otro. Sin embargo, ninguno de los diversos contextos del Corán que se refieren a la apostasía habla únicamente de un abandono del Islam o, (en todo caso), de un aislamiento relativo únicamente al plano espiritual. Más bien, el Corán entiende que el término incluye tanto los aspectos espirituales como los materiales, en combinación con el verbo radda, [evitar o alejarse]. Riddah es el término que en el Corán indica un rechazo y abandono explícito del Islam inducido por la incredulidad. Expresados ​​como una advertencia, estos versículos también sirven como un estímulo para que los fieles confíen firmemente en el Islam, la guía verdadera y, (por lo tanto), la base más autorizada y confiable para la vida y la conducta.

Habiendo aclarado el concepto de apostasía, o riddah, en el Corán, podemos ver cómo se ha empleado para transmitir una variedad de significados, usándolo como un sustantivo verbal relacionado con la religión. El sustantivo verbal al-riddah se usa para referirse a una retirada del Islam. Una persona renuncia a su creencia si rechaza la verdad después de entregarse a Allah a través del Islam. Durante siglos, el término riddah se ha utilizado inequívocamente para indicar un alejamiento de la religión y, concretamente de la religión islámica.

Naturalmente, los versos mencionados, que incluyen todo lo que el Corán tiene que decir con respecto a los conceptos de riddah o al-irtidad, ni hacen mención alguna sobre un castigo terrenal por el pecado o crimen de apostasía. Asimismo, ninguno de estos versículos se refiere, ni explícita ni implícitamente, sobre la necesidad de obligar a un apóstata a volver al Islam, ni incluso coaccionándolo si se niega. Tal como se usa en el Corán, el término riddah refleja el estado psicológico y mental que llevó al individuo en cuestión a la apostasía.

La libertad humana es uno de los valores supremos de la ley islámica y, al mismo tiempo, es uno de sus objetivos más fundamentales. En efecto, uno de los papeles más destacados de la fe, en particular el de afirmar la unicidad de Allah, es el de liberar a los seres humanos de la superstición, del paganismo y del culto a las cosas materiales, vinculándolos con el Todopoderoso. Se han revelado muchos versículos del Corán para apoyar, defender y proteger ésta libertad. De hecho, los numerosos versículos coránicos dedicados a la libertad religiosa se apoyan mutuamente en la afirmación de éste derecho, con la obligación de protegerlo y preservarlo de cualquier intervención o interferencia exterior.

De estos versos, el más importante es el que dice: "No habrá coerción en asuntos de fe". Aquellos niños que habían abrazado el judaísmo evitando así que vivieran con los judíos, el Profeta se negó a conceder tal permiso. Era un asunto más relacionado con la política que con la religión, pero debe saberse que entre los seguidores de algunas religiones, especialmente la cristiana, era costumbre obligar a las personas a convertirse a ese credo en particular. Muchos versículos coránicos dejan claro la idea del Profeta sobre la futilidad de tal constricción e imposición de creencias.

Se debe distinguir entre la visión del Corán hacia la perpetuación de una "incredulidad original", (es decir), una falta de fe por parte de quien nunca la tuvo, y la de quien la abandona después de haber creído. De éste modo, se reconoce la libertad que el Corán concede a la persona que aún se encuentra en estado de ateísmo originario, mientras que niega la misma libertad a quienes abandonan la fe después de haber sido creyentes.

En cuanto a la cuestión del arrepentimiento posterior a la apostasía, se acepte o no, esto no es más que una prerrogativa divina. Siempre que la apostasía de una persona no esté acompañada de ninguna otra acción considerada criminalmente, sigue siendo estrictamente un asunto entre Allah y el individuo, y ciertamente no es de interés de algún que otro gobernante terrenal u otros.

LA REACCIÓN A LA APOSTASÍA EN LA SUNNA.

La Sunna verbal, que se compone de las declaraciones del Profeta, contiene hadices aislados que indican lo que hacer con el apóstata. Una de las más importantes de éste tipo, y la más citada entre los juristas musulmanes y en la que la mayoría de ellos basan su pretensión de pena de muerte por apostasía, dice: "Si alguno cambia de religión, que se le dé muerte". Este hadiz se hizo ampliamente conocido después de los albores del Islam. Antes, sin embargo, representaba solo un hadiz aislado (ḥadiz aḥad), y que además se le consideraba con una transmisión en una forma incompleta. Este hadiz en particular se refiere a un contexto en el que los líderes judíos conspiraban para socavar al Profeta, la Revelación y su misión por cualquier medio posible, difundiendo falsedades sobre los musulmanes de Medina, y conspirando para crear divisiones y socavando la seguridad general de la comunidad. Este ciertamente no es el caso de un musulmán creyente que se vuelve apóstata y luego regresa para abrazar el credo islámico. Ni una sola vez el Profeta ordenó la muerte a nadie por tal situación. En cualquier caso, este hadiz ha continuado circulando como un ejemplo que indica que el Islam prevé la pena de muerte por la apostasía. El presente artículo rechaza esta visión confusa, atribuida al Imam Ali, como base para la interpretación del hadiz en cuestión. Lo siguiente es lo que nos dice el Corán sobre las tensiones entre las dos comunidades: "Si los hipócritas, los que tienen una enfermedad en el corazón, los tendenciosos de Medina, no dejan su actitud; te daremos poder sobre ellos y luego, no serán vecinos tuyos en ella por mucho tiempo.
Malditos, donde quiera que se dé con ellos serán capturados y matados enérgicamente.
Práctica constante de Allah con los que ya pasaron. Y no encontrarás en el modo de actuar de Allah ningún cambio".
(Sura 33: 60-62). 

Estos versos del Corán fueron diseñados para detener este tipo de conspiración contra el frente interno del Islam y los intentos de destrozarlo. Entonces, si se confiara en el hadiz que el Apóstol dijo: "Si alguien cambia de religión, mátenlo", habría tenido en mente un problema de seguridad extremadamente más serio para pronunciarlo.

Un hábito frecuente y peligroso de nuestra jurisprudencia islámica, (es considerar el hadiz al menos a nivel de práctica), como algo más allá de lo que se dice explícitamente en el Corán. Con esta operación, el hadiz se eleva de un estatus de aclaración, de explicación del Corán (en el que lo que aclara está subordinado a lo que se aclara) a un nivel de igualdad o paralelismo. El resultado de este proceso, (no es de extrañar), fue permitir que los hadices reinaran supremamente sobre el Corán, abrumando su juicio. Por ésta razón, el presente artículo cita el hadiz tal y como nos ha sido transmitido, a través de la sucesión de varios comentaristas y en todas sus diferentes versiones, así como la evidencia escrita y lo que los eruditos han dicho al respecto.

Al actuar de ésta manera, todos podrán ver cómo los eruditos lo han usado, transfiriéndolo de una esfera de mera explicación del Corán a un área en la que lo domina, con la emisión de veredictos que no tienen ninguna base en el propio Corán. Se puede notar, (por ejemplo), cómo el hadiz mencionado implica la destrucción de la vida humana, algo que el Corán cuida mucho de preservar y proteger, evitando por todos los medios su eliminación.

Además, hay unos doscientos versículos del Corán que rechazan el principio de coacción en materia de fe, estableciendo la libertad absoluta que posee el ser humano para elegir en qué creer y en qué religión profesar. Como hemos visto, el Corán afirma que no hay castigo terrenal por la decisión de cambiar de religión, siempre que, por supuesto, el individuo en cuestión no sea culpable de algún otro delito. Por el contrario, lo que argumenta el Corán es que el derecho a formular una condena por apostasía únicamente (por lo tanto, la apostasía no asociada con otro crimen) recae únicamente en Allah. Cuando se examina éste hadiz a la luz de los versos del Corán, (cuyo significado es muy claro y definido), no surge ninguna dificultad. Sin embargo, cuando se citan sus diversas versiones sin ninguna conexión con el Corán y cuando algunos comentaristas vinculan sus propias opiniones a otros eventos e historias, el hadiz puede ser incomprensible. Además, se pueden mostrar secuelas de comentarios sobre ciertos hadices incompletos y/o débiles, por lo que estos no pueden ser consideradas como fuentes confiables".

Además de citar los problemas con la forma en que se dictaron estos conjuntos de juicios, también debe recordarse que muchos de ellos provienen de un solo comentarista. Algunos de los puntos de vista que citan el acto de quemar apóstatas o incrédulos con llamas no mencionan si la quema debe realizarse después de su muerte por la espada o si deben ser quemados vivos. Además, se puede señalar que muchos de estos puntos de vista se caracterizan por una profunda confusión e inconsistencia. El presente artículo también intenta mostrar la importancia de dar prioridad al Corán sobre la Sunna. En otras palabras, es el Corán el que verifica la veracidad de la Sunna, y no al revés. En los primeros días del Islam, este énfasis se vio reforzado por las actitudes y políticas impartidas bajo la guía justa de los dos califas Abu Bakr y Umar ibn al-Khattab, quienes fueron devotos observadores de las instrucciones contenidas en el Corán y la Sunna. 

LA CONDENA POR APOSTASÍA. 

El siguiente paso de éste análisis implica un examen de la posición en que la jurisprudencia islámica y sus juristas tienen sobre éste tema, así como una revisión de la evidencia que respalda este punto de vista. Los juristas musulmanes basan sus puntos de vista en dos pilares fundamentales: la Sunna verbal y la visión errónea sobre la fiabilidad del hadiz que dice "Si alguien cambia de religión, mátenlo". Además, consideran su aplicación de forma generalizada, para cualquier persona que cambie de religión, independientemente de que haya o no hecho la guerra al Islam y/a la comunidad musulmana en su conjunto.

El segundo pilar fundamental, sobre la afirmación de que existe un consenso en torno a esta interpretación del hadiz, es una falsedad: además de que se expresan diferentes puntos de vista entre los estudiosos sobre el concepto mismo del "consentimiento", las escuelas islámicas de jurisprudencia tenían puntos de vista muy divergentes sobre éste punto. Los institutos jurídicos más importantes han confundido la apostasía en un sentido político con la apostasía en el sentido de cambiar las propias creencias y convicciones. Algunas escuelas han argumentado que representa un delito y que requiere una sentencia de origen divino, que debe dictarse sin indulgencia alguna. Otros creen que la apostasía es un delito, sí, pero que simplemente conduce a un castigo que varía de un caso a otro, mientras que un tercer grupo argumenta que la condena por tal acción cae dentro del ámbito de las "políticas legales islámicas" y que, por lo tanto, los gobernantes musulmanes son libres de aplicarlo según su propia interpretación, con el fin de mantener la autoridad de la ley, el orden público y la unidad de la comunidad.

La confusión entre traición "política" y apostasía "religiosa" surgió en el contexto de la cultura oral prevaleciente en el contexto del hadiz mencionado anteriormente, influenciado por una cultura oral judía que consideraba necesario matar a cualquiera que abandonara el judaísmo. Además, las conquistas islámicas pusieron a muchos países bajo la jurisdicción de la nación musulmana, todos con sus propios sistemas, costumbres, culturas y leyes. Tales normas, por ejemplo, se referían al cambio de alianzas, a rebeliones contra el orden político-jurídico, etc. Los Bizantinos, persas y otros pueblos tenían leyes y reglamentos bien establecidos, que habían generado diversas costumbres y culturas en las tierras conquistadas y que, poco a poco, llegaron a impregnar el contexto musulmán. Estas leyes, normas, costumbres y tradiciones acabaron influyendo así en la mentalidad jurídica islámica.

Las causas detrás de las "guerras de apostasía" durante el califato de Abu Bakr (632-634 dC) no se han determinado con precisión. Aunque se basaban en una dimensión política, y hay declaraciones del propio Abu Bakr que se refieren a la esfera religiosa, como "¡Definitivamente haré la guerra contra cualquiera que separe la oración ritual del zakat!".. Además, como Abu Bakr se basaba en la concepción de "religión" en el sentido totalizador, es decir, en el que la legislación, la autoridad, el orden público y el gobierno juegan su papel, y como todos estos elementos están incluidos en el concepto de Sharia, sin división clara entre doctrina y ley.. El objetivo de las guerras de apostasía era asegurar que aquellos individuos que abandonaran sus obligaciones y deberes como miembros de la Umma islámica o como ciudadanos de un estado estuvieran obligados a respetar sus compromisos, cuya validez legal se deriva de la religión y el deber patriótico que ésta última les impone como fuente de legalidad y legitimidad.
Entre las cuatro escuelas sunnitas de derecho islámico, la Hanafi no clasifica la apostasía entre los delitos para los que existe un castigo según la prescripción divina, sinó que es objeto de discusión en sus escritos, en la sección del siyar o en las partes relacionadas con la yihad y con otros temas. Los juristas hanafíes opinan que la mujer apóstata no debe ser condenada a muerte, sin excepción. Un niño que ha llegado a la edad del juicio, por otro lado, no debe ser asesinado, sinó encarcelado. Sin embargo, argumentan que es necesario dar muerte al hombre adulto que comete apostasía, aunque no han llegado a aportar ninguna evidencia coránica que sustente tal posición, limitándose únicamente a citar el hadiz "Si alguien cambia de religión, pónganse él hasta la muerte". Afirman la validez de su orientación en base al consenso que habría existido entre los Compañeros del Profeta sobre la necesidad de hacer la guerra a los apóstatas como una forma de prevención contra el caos social, en la época del califato de Abu Bakr. Por lo tanto, los juristas de la escuela Hanafi tienden a considerar la apostasía en términos políticos.

En la escuela Maliki, la apostasía entra en la misma categoría que los delitos de al-zină, las relaciones sexuales ilícitas. Sin embargo, esta escuela no argumenta que se trata de un delito para el cual existe una condena establecida por lo divino. Cuando afirmó que los apóstatas impenitentes deberían ser asesinados, el Imam Malik se refería más a la política judicial islámica y al hadiz incompleto habitual, que a una orden divina. La posición de esta escuela, sin embargo, es que el apóstata debe ser condenado a muerte, independientemente de su sexo.

La escuela Shafi' basó su enfoque en los versos coránicos que desalientan el politeísmo, afirmando que no se puede tomar legítimamente la vida de ningún musulmán, excepto que en tres casos: el regreso a la incredulidad después de abrazar la fe, el adulterio y el asesinato. El Imam al-Shafi abordó la cuestión de la apostasía a la luz de los siguientes cuatro versos del Corán: 
(1) "Y combatidlos hasta que no haya más disturbios ni opresión, y la justicia y la fe en Allah prevalezcan en todas partes y en todas partes". (8:39); 
(2) "... matar a estos asociadores dondequiera que los encuentres, captúralos, sitiarlos y tenderles una emboscada. Si luego se arrepienten, oran y pagan el diezmo, déjalos seguir su camino. Allah es Indulgente, Misericordioso" (9: 5) ); 
(3) "Y quién de vosotros niegue la fe y muera en la incredulidad, he aquí quién habrá fracasado en ésta vida y en la venidera. He aquí los compañeros del Fuego: permanecerán allí para siempre" (2: 217); 
(4) "Ciertamente a ti y a los que te precedieron se ha revelado: "Si atribuyes asociados [a Allah], tus obras serán en vano y estarás entre los perdedores" (39:65). 
Es una oposición a los intentos de obligar a las personas a cambiar su religión por la fuerza. El safeísmo argumenta que la apostasía se castiga con la muerte, porque se considera un asunto mucho más grave y repugnante que una falta de fe original, fundando este juicio en el hecho de que la apostasía implica que una persona actúa en la tierra, perdiendo todos sus valores y también perdiendo la posibilidad de la misericordia divina, pero nada, (en los cuatro versículos citados), expresaría la necesidad de un castigo de la ley divina para los casos de apostasía.

Según la escuela hanbalita, el apóstata debe ser asesinado por su incredulidad, no como una condena divina, sinó en referencia al hadiz habitual "Si alguien cambia de religión, mátenlo".

Algunas de las posiciones examinadas revelan una clara confusión entre la apostasía en el sentido político y la apostasía resultante del cambio de fe y las creencias. Además, las diferencias entre las distintas escuelas en muchos de los detalles relativos a la materia en cuestión demuestran claramente la inexistencia de un texto explícito que, junto a los principios de la jurisprudencia islámica, venga a sustentar la afirmación de la existencia de una pena de muerte impuesta por lo divino en caso de apostasía. Las posiciones que ocupan muchos juristas musulmanes incluyen alusiones a intereses relacionados con la seguridad del Estado y la sociedad, y la protección del frente interno de esta última. Esto se basa en la relación que, como hemos visto, se presume que existe entre la apostasía y el acto de hacer la guerra a la comunidad musulmana y/o al Estado.

La escuela chiita sostiene que hay dos tipos de apóstatas: el que nació en el Islam y el que se convirtió de otra religión. El primero debe ser castigado con la muerte inmediatamente, sin darle ninguna oportunidad de arrepentimiento. Si alguien trata de impedirlo, no debe ser escuchado, para que no pueda volver a abrazar el Islam. Sin embargo, para el segundo tipo de apostasía, se otorga una oportunidad para el arrepentimiento. Si la persona ejerce esta opción, es aceptada, de lo contrario, será muerta. Una mujer, en cambio, no debe ser eliminada, sinó encarcelada. Los seguidores de esta escuela no consideran a la apostasía un delito para el que exista una condenación divina, sinó que la clasifican entre los delitos punibles con penas discrecionales.
La escuela zahirita afirma que la apostasía es un delito que debe condenarse según prescripción divina, argumentando que se ha abrogado el verso del Corán "No habrá coacción en materia de fe". Esto se debe a que, a lo largo de su vida, el Mensajero de Allah insistió en que los árabes paganos abrazaran el Islam o murieran a espada. Por lo tanto, ese versículo solo se aplicaría a ciertas personas, principalmente judíos y cristianos.

La escuela zahirita cree que el apóstata debe tener la oportunidad de arrepentirse antes de ejecutar la sentencia de muerte. El zahidismo considera la apostasía como una declaración de guerra a la nación musulmana; si no de forma literal, al menos como un potencial.

A diferencia de otras escuelas de leyes, la Ibadi impone la pena de muerte si el apóstata no se arrepiente.

La confusión observada en torno al modo en que los estudiosos abordan esta cuestión deriva de múltiples causas: un concepto excesivamente amplio de "religión", que engloba el ordenamiento jurídico, a sumar la necesidad de su aplicación a todos los ciudadanos, independientemente de las diferencias del "yo creo". Además, la confusión existente entre el cambio de creencias personales y la acción de alterar los pilares de la religión misma, es decir, la tendencia a considerar un cambio de fe como enemistad y hostilidad hacia la Umma y la comunidad musulmana, siendo el apóstata una lucha contra el enemigo.

El Corán reconoce los muchos tipos de diferencias que distinguen a las personas entre sí, incluidas las diferencias de creencias. Aquellos que deseen creer, pueden creer, mientras que aquellos que son de opinión opuesta son libres de pensar de otra manera. El Profeta prohibió a los musulmanes siquiera pensar en obligar a alguien a abrazar la fe, como Allah le había dicho: "Y si tu Señor quisiera creerían todos los que están en la tierra.
¿Acaso puedes tú obligar a los hombres a que sean creyentes?  (Sura, 10:99).

En el Corán se protege y preserva la libertad religiosa. Además, dado que éste es su marco, lo mismo será el de la Sunna. El Corán deja claro que el castigo por un cambio de fe existe, pero que tendrá un efecto en la vida venidera. De manera similar, la Sunna deja claro que aunque un cambio de creencias no acompañado de otras acciones pueda interpretarse como hostilidad hacia la Umma, como una amenaza para sus ciudadanos e intereses, no hay, sin embargo, ninguna sentencia que cumplir en esta vida terrenal.
Más precisamente, la pena por tal conducta concierne sólo al más allá, ya que en un caso como éste, todo el derecho pertenece al Creador: sólo Él tomará lo que le corresponde, cuando esté en la morada de la eternidad. 
"Pero quien de vosotros reniegue de su Práctica de Adoración y muera siendo incrédulo...
Esos habrán hecho inútiles sus acciones en esta vida y en la otra, y serán los compañeros del Fuego en el que serán inmortales".
(Sura, 2: 217).

Allah sabe lo que es correcto.

Assalamo aleikum. 

viernes, 4 de marzo de 2022

LA REALIDAD DE LA MA'RIFA.

LA REALIDAD DE LA MA'RIFA.

Aquellos que se dedican al estudio de los libros de la Gente del Camino (al qawm), comprenderán sus alusiones espirituales, y verán, que todo lo que hemos relatado corresponde exactamente con sus doctrinas. Y aunque surjan algunas preguntas sabidas y otras de similares características, que aún no hayan sido formuladas explícitamente, los textos, o en sus expresiones, siempre derivarán al guía espiritual para la correcta comprensión de los símbolos y alusiones usados ​​por ellos.

Uno de los Maestros dijo: «El conocimiento es de dos clases: el de lo que pertenece por derecho (a Allah, ma'rifat haqq), y el de (Su) realidad profunda (ma'rifat haqiqa). En cuanto al Conocimiento de lo que pertenece por derecho (a Allah) consiste en conocer Su Unicidad (waḥdaniyya), según lo que se manifiesta a las criaturas de los Atributos, mientras que el Conocimiento de (Su) realidad profunda consiste en saber que hay un medio para acceder a ella por la naturaleza impenetrable de la Esencia divina (samadiyya) y por la (rububiyya). Dijo el Altísimo: "Él conoce lo que tienen por delante y lo que tienen detrás, ellos no pueden abarcarlo con su conocimiento". No será abrazado en la ciencia. (Cor. 20: 110), ya que el Impenetrable (al-Samad) es
aquel cuyas profundas realidades de Cualidades y Atributos no son percibidas. "di: ¡Señor! Concédeme más conocimiento". (Cor. 20: 114).

Al-Kalabadī ya había tratado el tema de la ma'rifa desde el punto de vista epistemológico; en el presente, en cambio, la ma'rifa es considerada en el contexto de la realización espiritual de la que, se puede decir, que constituye el contenido intrínseco. Por ésta razón, la ma'rifa se identifica a menudo pura y simplemente con la misma realización y, si bien coloca el tawhid como la coronación del Camino, la ma'rifa, entendida como "Conocimiento de Allah", permanece inseparable para él, ya que es el resultado más inmediato. La traducción del término con "gnosis", como se suele hacer, sería rigurosamente correcta, pero también se presta a algunos malentendidos debido al uso del término en el contexto de las diversas escuelas de pensamiento gnóstico en sentido peyorativo y un sentido batinita - que es bueno tener cuidado para distinguirlo. En cualquier caso, considerada en el contexto del sufismo, la ma'rifa implica siempre una idea del conocimiento esotérico e iniciático, incluso si no se enfatiza el valor específico de la liberación a través de un conocimiento de tipo "gnóstico" que realiza inmediatamente el 'Objeto" de la operación intelectual, presente en cambio en el pensamiento de inspiraciones platónicas. Esto no quiere decir que tal concepción no esté presente en el ámbito islámico, sinó que, en primer lugar, es difícil presentarse en estos términos, que de hecho son ajenos al lenguaje y/a la forma mencionada de inspiración coránica; en segundo lugar, está ciertamente desligado de la actitud espiritual de los primeros siglos, en los que los componentes filosóficos del pensamiento griego aún no habían modificado la expresión arcaica de la espiritualidad islámica primitiva. Tampoco debe olvidarse que la actitud dirigida a la Unión con Allah a través de un proceso de transformación basado en la adquisición de Cualidades divinas (el tahalluq bi-ahlaq Allah, de Wăsiți o el ittisäf de Hallaj - la teórica del Pseudo-Dionisio, incluso si el término es de hecho incompatible con la dogmática islámica hasta el punto de anular la propia voluntad en la Voluntad trascendente que algunos definen como la actitud "voluntarista" del tasawwuf-sufismo (Dimensiones místicas) - y que permanece siempre el carácter fundamental de su espiritualidad, aún cuando ésta se tiñe de componentes más marcadamente "gnósticos"; pero tampoco debe olvidarse que el pensamiento de tipo gnóstico está presente, aunque sea en forma embrionaria, desde sus orígenes.

Sin embargo, no es del Corán de donde podemos deducir la noción de la ma'rifa así entendida; aunque se usa el verbo 'arafa' ("saber"), cuando hablamos de "conocimiento" perteneciente a las cosas divinas o, más generalmente, a las de naturaleza religiosa, con el término ilm ("saber", "ciencia") que se emplea. Allah mismo se define como el "Sabio" (al-'Alim) y la "ciencia infusa" de la inspiración divina es el ilm ladunni. Entonces, ¿cuál es el fundamento tradicional del uso del término ma'rifa y cuál es su significado?. El uso ciertamente está confirmado por la tradición; Ibn 'Abbas habría comentado el verso: "Y no he creado a los genios y a los hombres sino para que Me adoren". (Cor. 51:56), en el sentido de “y para que Me conozcan (li ya'rifuni)” y Fahr al-Din al-Rāzi apoya esta interpretación citando el hadiz qudsi. “Yo era un Tesoro escondido y deseaba ser conocido (kuntu kanzan mahfi wa aradtu an u'raf), [luego creé seres para que Me conocieran]” (Mafatih al-gayb, XXVIII, p. 200; en éste hadiz, cf. supra, p. 203 n. 508). El Profeta dijo: "La fe es conocimiento a través (y en) el corazón (ma'rifa bi-l-qalb)" (Ibn Mağa, Muqaddima, 9), pero éste hadiz, aunque confirma el uso del término en el ámbito religioso, no parece permitir su aplicación en el sentido de una gnosis trascendente; Sarrağ, que evidentemente admite éste último aspecto, tiene mucho cuidado para distinguir entre el creyente (mu'min) que ve a través de la luz de Allah y el gnóstico ('ärif) que ve a través de Allah mismo (cf. Luma', p. 41). Lo más probable es que esté basado en la frase de Bistami: "He conocido a Allah por Allah ('araftu' Llah bi-Lläh), y he conocido lo que no es Allah por la luz de Allah (wa 'araftu má düna' Llah bin- nür Allah)"(Tab. Suf., p. 72), incluso si, en ésta oración, el conocimiento a través de "la luz de Allah" tiene un significado que va más allá del dominio de la fe. Este conocimiento presupone una visión directa (mu'ayana) de los diferentes grados de existencia, ya sea particular o universal, a través de un desvelamiento de las realidades propias de la manifestación suprasensible ('alam al-gayb), el reino (malakūt) de los cielos y de la tierra que Allah mostró a Ibrahim con certeza.. 
"Así fue como mostramos a Ibrahim el dominio de los cielos y de la tierra para que fuera de los que saben con certeza".
(cf. Cor 6: 75); tiene su fundamento en el hadiz en el que el Profeta vio en un sueño a su Señor que colocaba la palma de Su mano entre sus omoplatos: "Sentí - dijo el Profeta - el frío de Sus dedos sobre mi pecho; entonces todo se me manifiesta, y entonces supe (fa-tağallā lī kullu šay'in wa-'araftu). (Tirmidi, Tafsir 38, 4; Ibn Hanbal, V, 243), o según otra versión: ".. entonces todo lo que se encuentra entre el cielo y la tierra me es entregado (luego recitó el verso: Cor. 6:75)" (Ibn Hanbal, IV, 66; V, 378). Sin embargo, el conocimiento directo e inmediato de Allah, fin último de la vía mística, es algo distinto del conocimiento de la existencia universal; por extraordinario que sea un conocimiento derivado del desvelamiento (kašf, tağalli), lo que pertenece a la manifestación cósmica permanece estrictamente nulo frente a su Principio trascendente: "Este mundo no vale más a los ojos de Allah que el ala de un mosquito". (Tirmidi, Zuhd, 13; Ibn Mağa, Zuhd, 3).

El Profeta alude a la ma'rifa de Allah en el hadiz: "Si conocieras a Allah correctamente, caminarías sobre (las aguas de) los mares, y las montañas se moverían a tu llamada".. (Firdaws, III, p. 370). ; Hilya, VIII, p. 156; ver el Tahriğ de 'Iraqi, en Ihya', pt. XIII, p. 195). Este hadiz es un eco del verso: "No valoran a Allah (sinó qadarü-Lläh) como corresponde".. (Cor. 6:91; 22:74), "No han apreciado a Allah en Su verdadera magnitud.
Realmente Allah es Fuerte, Irresistible".(mã'arafu-Llah) como corresponde. (cf. Sulami, Haqa'iq al-tafsir, v. 6:91). Por lo tanto, el Conocimiento de Allah se considera tradicional y lógicamente posible (el término es introducido en el tasawwuf por Ibn Adham; cf. Essai, p. 256), pero queda por aclarar hasta qué punto es esto. El aspecto catafático de la gnosis sólo puede concernir a aquello que se manifiesta a partir de Allah para llegar a la primera afirmación del Ser divino, la que Dü-l-Nün al Misri (el primero que aislará la noción de ma'rifa) define: la ma'rifa sifat al waḥdaniyya (cf. Essai, p. 208; Passion, III, p. 142, n.9); más allá de eso, sólo se abre un camino apofático. El dicho que Al-Kalabadī que se cita al principio del artículo pone el límite a la impenetrabilidad (samadiyya) del Principio (cf. Luma', p. 36); la Realidad divina es infinita y esta misma infinidad -Su kibriya' o' azama- excluye que cualquier realidad contingente pueda "comprenderla" (idräk, ihata): "Pero no Le abrazan en la ciencia (la yuḥīṭūna bihi' ilman) (Cor. 20: 110). Es por esto que el primer califa, Abu Bakr, (PyB) dijo: "Gloria a Aquel que no tiene lugar para las criaturas, otro medio de acceder al Conocimiento acerca de Él (ma'rifa fatihi) que la impotencia para conocerlo (al-' ağz 'an ma 'rifatihi) "(Luma', p. 36; ver Kašf, pp. 276, 284; Junayd consideró la expresión más excelente en términos de tawhid, (Luma', p. 124; Risala, p. 149; Kašf, p. 284). La misma idea se encuentra en Ghazali e Ibn 'Arabi, y es interesante notar concepciones idénticas expresadas en un contexto no islámico: "El Infinito dijo: No conozco el Principio; esta es una respuesta profunda. La inacción dijo : Yo conozco el Principio; esta es una respuesta superficial. El Infinito tenía razón al pretender ser ignorante de la esencia del Principio; La inacción podría pretender conocerlo solo por Sus manifestaciones externas. No conocerlo es de hecho conocerlo [en Su esencia]; conocerlo [en Sus manifestaciones] es no conocerlo [lo que Él realmente Es]. ¿Es que no es conociéndolo a Él que lo conocéis?”; Aludimos aquí al aspecto más profundo del Conocimiento divino, el relativo a la Esencia Suprema, como resulta de una sentencia de Muḥāsibi: "Los más dotados intelectualmente son aquellos que admiten que no pueden alcanzar (aqarra bi-l-'ağz) el fondo último de Conocimiento acerca de Allah (kunh ma'rifa fatihi) "(Tab. Suf., p. 60); y según Bistami: "El conocimiento acerca de la Esencia divina (dat al-Haqq) es ignorancia, y la ciencia de la realidad del Conocimiento (haqiqat al-ma'rifa) es desconcierto (hayra)" (ibid., p. 74); una frase similar también se atribuye a Dü-l-Nün (cf. Nafahat, 2). "Allah permanece para siempre como el Entendido que no puede ser entendido, el Conocedor que no puede ser el Objeto último del conocimiento". (cf. Tawasin, cap. XI); pero la ignorancia debe entenderse aquí como la docta ignorancia de Cusano, y la frase de Bistami, "He conocido a Allah por Allah mismo", adquiere entonces el sabor de una Autología en la identidad del Cono y de lo Conocido por el Saber que no es, sin embargo, el Conocimiento de la Esencia divina (cf. Futüḥāt, III, p. 72).. al que alude el hadiz: "Quien se conoce a sí mismo conoce a su Señor ( man 'arafa nafsahu' arafa Rabbahu)" (muy extendido entre los sufíes; los tradicionalistas consideran que es de Yahyä ibn Mu'ad al-Razi, mientras que Ibn 'Arabi, sobre la base de una revelación intuitiva, lo atribuye al Profeta; véase (Hafa', II, 262; Suyūți, Al-durar al-muntatira, 258). En comparación con nosotros, nuestro Conocimiento de Allah es ignorancia, ya que "no conoce a Allah sino a Allah" (Harrãz, Junayd, Ghazali en al cf. Ibn 'Arabi, Futūḥät, I, p. 160), pero cuando el iniciado se convierte en un 'Conocedor en y por Allah ('arif bi-Lläh), autoextinguido y subsistente a través de Él, entonces 'la Ciencia (ilm) acerca de Allah no tiene límite, así como no hay límite para el Conocimiento (ma'rifa) de Allah. De hecho, entre los más perfectos, Un eminente sufí (Hallaj) dijo: "El conocimiento consiste en hacerse interior, en las diversas formas de meditación (fikr), cuidadoso de respetar los contenidos de las experiencias extáticas (mawağid) inducidas por las invocaciones, de acuerdo con lo indicado en las siguientes revelaciones interiores" (kušūf). Esto significa que las profundidades del ser contemplan la inmensidad de Allah y lo que exige la reverencia de la ley divina y la reverencia de su valor que no puede ser objeto de expresión alguna.

Cuando se le preguntó sobre el Conocimiento, Junayd respondió: "Consiste, para las profundidades del ser, en la alternancia de un estado que considera a Allah demasiado grande para ser comprendido, y un estado que lo considera demasiado sublime para ser percibido". En otra ocasión, interrogado sobre el mismo tema, dio la siguiente respuesta: "Consiste en saber que la Verdad (al-Haqq) es distinta de todo lo que puedas imaginar en tu corazón. ¡Qué asombro! ¡Él no tiene nada en común con nadie y nadie tiene nada en común con Él!" En efecto, es una existencia que alterna continuamente en el no ser. Toda expresión es inadecuada a éste respecto, ya que lo creado es precedido (por Lo que existe), y lo "precedido" no puede abrazar a Aquel que lo "precede". Las palabras "y el - es decir, quien participa en un estado espiritual - es una existencia que alterna continuamente en el no ser", significa que nada aumenta hasta el infinito” (Harräz, cit. en Exégesis coránica, p. 263). (Ibn 'Arabi, La maravillosa vida de Dhû-l-Nûn, págs. 159-167).

El sentido de la frase de Junayd parece aplicarse, incluso, más propiamente a Allah, por lo que podría traducirse: "Él es El (puro) que entra y sale continuamente del y en el no ser". Al- Kalabadi, sin embargo, lo interpreta como una referencia al estado del iniciado.

También Junayd en esta otra definición: "El conocimiento es la conciencia de los fines últimos del devenir, y para el gnóstico implica actuar sin ir más allá de la medida y sin perderla". El sentido de esta afirmación es que no contempla su propio estado, sinó la Ciencia preeterna de Allah respecto de él, con el conocimiento de que su devenir póstumo será como le fue predestinado por Allah, y que queda libre. .(por Allah) en actuar sirviéndole o fallándole.

Uno de los sufíes dijo: "Cuando el Conocimiento hace su aparición en las profundidades del ser, no puede soportarlo, como en el caso del sol, cuyos rayos nos impiden captar sus límites y naturaleza"; mientras que Ibn al-Fargānī dijo: "Quien conoce el aspecto formal (rasm) se muestra altivo, y quien conoce el signo de la predestinación (wasm) permanece desorientado, quien conoce lo que preexiste (saba) suspende su acción, y quien sabe el Principio divino (al-Haqq) se vuelve imperturbable y quien conoce al que todo lo gobierna (al-Mutawalli) se vuelve humilde”. Esto quiere decir que quien tiene una alta opinión de sí mismo por los ritos realizados con la intención de (dirigirlos a) Allah se enorgullece; en cambio, quien considera lo que Allah le ha predestinado se queda desorientado, pues no sabe qué es la Ciencia divina sobre él y qué le ha escrito la Pluma (del destino); el que es consciente de que lo que ya le ha sido predestinado no puede ni anticiparse ni retrasarse, abandona toda búsqueda; quien conoce el Poder que Allah tiene sobre sí mismo y sabe también que Él le basta en todo, se vuelve firme y ya no se turba por lo que causa terror o por las condiciones de necesidad; finalmente, quien sabe que Allah es responsable de todos sus negocios, se somete humildemente a sus decisiones y decretos.

Uno de los grandes sufíes (Hallaj) dijo: "Cuando Allah se da a conocer al siervo, Él instala el Conocimiento, ¿dónde?, "en su conciencia", no hay ni amor, ni miedo, ni esperanza, ni pobreza, ni riqueza, ya que estos son estados insuficientes para el propósito, y el Principio divino permanece más allá de los límites (al-Haqq wara'a al nihayat). Esto significa que la hora ya no es consciente.

Estos estados son atributos, y como tales son suficientes para alcanzar lo que es digno desde el Principio. Se nos han recitado estas líneas de un gran Sufí: 
"Me cuidaste mientras me preservabas
y fui protegido del brote de la peste. En disputa eres mi justificación, y en el calor el que apaga mi sed. Cuando el gnóstico sube a su montura, asciende secretamente a ciertos lugares de visión sublime; cuando se sumerge en los mares desbordados, le son comunicadas profusas revelaciones, y luego rompe el sello de los Misterios que vivifican el corazón del santo doliente. Quienes quedan desconcertados en el asombro del encuentro aparentemente, aunque vivos, se muestran muertos".

“Quien queda desconcertado en el asombro” de lo que es considerado una celebración por Allah es quien contempla la Grandeza y la Majestad.
Lit.: "Aquel cuyo desconcierto (hayratuhu) es asombro (dahsa)"; hayra y dahsa (o dahaš, "maravilloso"; cf. Manāzil, pp. 147, 205).. son dos términos técnicos del sufismo relacionados con la ma'rifa. Según Sarrag, el primero consiste en "una intuición repentina e inesperada (badiha) que se presenta al corazón de los gnósticos durante la meditación, concentración o reflexión, ocultando la meditación o reflexión misma", mientras que el segundo es "aquello que golpea violentamente el intelecto del amante por el pavor que siente hacia su Amado cuando, desarmado, se encuentra con Él después de haber desesperado (de encontrarlo)” (Luma, p. 345). Para Tirmidi hay tres grados en la gnosis: "Su comienzo es el éxtasis amoroso (walah) y la perplejidad (tahayyur), su medio es la alegría (ladda) y su final es la extinción (fană) y el desconcierto (hayra): extinción en relación con lo que no es Allah, desconcierto en éxtasis (wağd) "(cf. Exégesis coránica, p. 274); una oración similar, también reportada por Kalabadi, se atribuye a Du-l-Nun, (infra, p. 257), de la cual esta oración también se informa: "Aquellos que mejor conocen a Allah son aquellos que están más confundidos acerca de Él", (Risāla, p. 156). Y Šibli había dicho: "La ma'rifa es un desconcierto continuo (dawam al hayra)" (Kašf, p. 275; cf. Muḥammad ibn Wäsi ', ibid., P. 276, y las oraciones similares de Tustari (Risala, p.155) y Junayd (Enseignement, p. 132), y Bisţămi también hablaron del "asombro" (Sahlaği, Al-nür, p. 165; Meddeb, p. 146). Ibn 'Arabī, en cuya doctrina la noción del hayra es de considerable importancia, escribe al respecto: "El desconcierto del gnóstico ante el Señorío divino es la estación divina y aparece, aunque vivo, como si estuviera muerto: se extingue a la vista de todo lo que de él procede, pero no tiene capacidad de anticipar ni de retrasar (lo que le está destinado).

Su doctrina sobre la realización de la Unidad pura (tawḥid).
Los fundamentos de la realización de la Unidad pura son siete en total: aislar lo Eterno de lo contingente, "afirmar que la trascendencia de lo Eterno está más allá de la percepción del ser contingente; rechazar la equivalencia entre las Cualidades divinas"; eliminar cualquier idea de causa de Su Señoría; considerar el Principio Divino demasiado elevado para ser afectado y/o modificado por la capacidad de obrar del ser contingente; exaltar la trascendencia más allá de (la capacidad de) discernimiento y (la capacidad de) reflexión (individual) y considerarla no sujeta a razonamiento por analogía".

La forma más sublime de hayra, ya que este último está sustraído de definiciones y limitaciones... Tiene todas las formas, pero ninguna forma lo delimita. Es por esta razón que el Profeta solía decir: "¡Oh Allah, aumenta mi desconcierto en Ti (zidni fika tahayyur)!" "(Futūḥāt, II, p. 661); el hadit fue transmitido por Ghazali en Madhal al-suluk , (ver Hakim, Mu'ğam, p. 1263, n. 21); una frase similar se atribuye a Dū-l-Nun, ver (infra, p. 263, n. 598). "Anṣāri escribe:" Nada que concierna a Allah mismo está exento de desconcierto, no el desconcierto de la duda, sinó el desconcierto (que se siente) en la contemplación de la luz del Poder (al-ḥayra fi mušāhadat nur al-'izza) " (Manāzil, ed. árabe P. 99; tr. Fr. P. 219). El "Velo del Poder" (hiğäb al-'izza) es definido de hecho por Gurğani como "la Nube oscura ('ama) y el desconcierto en frente a la imposibilidad de captar intuitivamente (lā ta'tir li-l-idrākāt al-kašfiyya) el fondo último de la Esencia (kunh al-dat), esta imposibilidad de penetrar en la Esencia divina queda como un velo que nadie podrá nunca quitar. (Ta'rifat, p. 72; cfr. tr. p. 162). Ver también (infra, p. 257. 584).

La parte dedicada a la teología dogmática comenzaba con tawhid (supra, cap. 5), la de la vía mística termina con tawhid (los capítulos restantes ya no constituyen grados de realización espiritual, sinó que sólo describen los frutos); son los dos extremos de la doctrina especulativa y de la realización iniciática. Todo comienza con la Unidad divina y vuelve a ella: "Allah es el creador de todas las cosas, y Él es el Uno, el Gobernante supremo (al-Wähid al-Qahhär)" (Cor. 13:16); "El día en que... nos presentaremos ante Allah, el Único, el Gobernante supremo".

Assalamo aleikum. 

martes, 1 de marzo de 2022

SOBRE LAS LETRAS. Ibn Arabi.

SOBRE LAS LETRAS.  Ibn Arabi.

El hombre, constituye por su simbolismo gráfico y geométrico la expresión adecuada de la trascendente correspondencia entre los planos divino y humano. El "Nûn" es un círculo del cual sólo la mitad inferior y el centro aparecen por escrito y su parte superior pertenece a lo no manifiesto. Su realización total representa la perfección de la Existencia. Pero "Nûn" también encierra el secreto de la eternidad divina en el Hombre, porque a partir de él es posible rastrear las tres letras de la palabra AZAL. En virtud de su forma divina, la entidad esencial ('ayn) del Hombre existe eternamente en la Ciencia divina y en su estado de inmutabilidad (fi häl thubutihi). Entonces se hace posible hablar de la eternidad humana” (al-azal al-insân) escondida en la de la Divinidad. La riqueza simbólica de la letra 25 "Nûn", sin embargo, no se limita a la representación de la doctrina metafísica de las Esencias inmutables (al a'yân al-thâbita) ni siquiera a la del más alto grado de realización espiritual; por el contrario, se extiende como un hilo conductor y más allá. 
En cuanto al Ángel, recibe las dieciocho cartas restantes. Este número confirma su función cosmológica y su papel de intermediario, porque las presencias divina y humana, (ternaria), comprenden cada una los tres grados de los tres mundos (mulk, malakût y jabarut), comprendiendo cada grado a su vez en tres aspectos externos, interiores e intermedio (barzak). La suma de las letras de las dos "presencias" (idénticas al número de días de la creación), multiplicada por tres, es pues dieciocho. Si multiplicamos los tres mundos por su triple división, obtenemos nueve esferas: los siete cielos, osea los 172.

El Pedestal (al-kursi) y el Trono (al-'arsh). La enéada cósmica se reduce entonces a una heptada si consideramos que la cara interior del mundo exterior es idéntica a la cara exterior del mundo intermedio y que es la misma entre el intermedio y el superior.

Desde otro punto de vista, la multiplicación del ternario divino por los tres mundos produce las nueve esferas de proyección de la ciencia divina hacia el Hombre (aflâk al-ilqâ'). De manera similar, la multiplicación del ternario humano por los tres mundos produce las nueve esferas de recepción (aflâk al-talaqqî). Entre los dos planos, o lazos sutiles (raqâ'iq) descienden y ascienden y el Ángel no es otro que su encuentro. Además, por su movimiento ascendente, descendente y horizontal, los ángeles animan el Universo según la dinámica cósmica de las tres tendencias; por tanto, su papel es similar al de las tres vocales en el mundo de las consonantes.

Esta parte, dedicada a la división cuatripartita de las letras, termina volviendo a la cuestión de las cualidades físicas o “principios maternos” (al-ummahât al-uwal). ¿Por qué la mezcla de calor y humedad, de la que emana la Vida, no procede de una esfera específica? Si es así, la finalización del ciclo de esta esfera coincidiría con el cese de toda vida. Pero la vida no termina. Cuando deja un cuerpo, el hombre muere sólo en apariencia y en realidad vuelve a su origen. Los conocimientos relativos a esta cuestión se desarrollarán en relación con la ciencia de las letras 8 y con el futuro posthumero del hombre.
Incapaces de mezclarse con su opuesto, las cuatro cualidades solo pueden engendrar cuatro elementos. 

Ibn Arabi. (Las revelaciones de la Meca).