martes, 1 de marzo de 2022

SOBRE LAS LETRAS. Ibn Arabi.

SOBRE LAS LETRAS.  Ibn Arabi.

El hombre, constituye por su simbolismo gráfico y geométrico la expresión adecuada de la trascendente correspondencia entre los planos divino y humano. El "Nûn" es un círculo del cual sólo la mitad inferior y el centro aparecen por escrito y su parte superior pertenece a lo no manifiesto. Su realización total representa la perfección de la Existencia. Pero "Nûn" también encierra el secreto de la eternidad divina en el Hombre, porque a partir de él es posible rastrear las tres letras de la palabra AZAL. En virtud de su forma divina, la entidad esencial ('ayn) del Hombre existe eternamente en la Ciencia divina y en su estado de inmutabilidad (fi häl thubutihi). Entonces se hace posible hablar de la eternidad humana” (al-azal al-insân) escondida en la de la Divinidad. La riqueza simbólica de la letra 25 "Nûn", sin embargo, no se limita a la representación de la doctrina metafísica de las Esencias inmutables (al a'yân al-thâbita) ni siquiera a la del más alto grado de realización espiritual; por el contrario, se extiende como un hilo conductor y más allá. 
En cuanto al Ángel, recibe las dieciocho cartas restantes. Este número confirma su función cosmológica y su papel de intermediario, porque las presencias divina y humana, (ternaria), comprenden cada una los tres grados de los tres mundos (mulk, malakût y jabarut), comprendiendo cada grado a su vez en tres aspectos externos, interiores e intermedio (barzak). La suma de las letras de las dos "presencias" (idénticas al número de días de la creación), multiplicada por tres, es pues dieciocho. Si multiplicamos los tres mundos por su triple división, obtenemos nueve esferas: los siete cielos, osea los 172.

El Pedestal (al-kursi) y el Trono (al-'arsh). La enéada cósmica se reduce entonces a una heptada si consideramos que la cara interior del mundo exterior es idéntica a la cara exterior del mundo intermedio y que es la misma entre el intermedio y el superior.

Desde otro punto de vista, la multiplicación del ternario divino por los tres mundos produce las nueve esferas de proyección de la ciencia divina hacia el Hombre (aflâk al-ilqâ'). De manera similar, la multiplicación del ternario humano por los tres mundos produce las nueve esferas de recepción (aflâk al-talaqqî). Entre los dos planos, o lazos sutiles (raqâ'iq) descienden y ascienden y el Ángel no es otro que su encuentro. Además, por su movimiento ascendente, descendente y horizontal, los ángeles animan el Universo según la dinámica cósmica de las tres tendencias; por tanto, su papel es similar al de las tres vocales en el mundo de las consonantes.

Esta parte, dedicada a la división cuatripartita de las letras, termina volviendo a la cuestión de las cualidades físicas o “principios maternos” (al-ummahât al-uwal). ¿Por qué la mezcla de calor y humedad, de la que emana la Vida, no procede de una esfera específica? Si es así, la finalización del ciclo de esta esfera coincidiría con el cese de toda vida. Pero la vida no termina. Cuando deja un cuerpo, el hombre muere sólo en apariencia y en realidad vuelve a su origen. Los conocimientos relativos a esta cuestión se desarrollarán en relación con la ciencia de las letras 8 y con el futuro posthumero del hombre.
Incapaces de mezclarse con su opuesto, las cuatro cualidades solo pueden engendrar cuatro elementos. 

Ibn Arabi. (Las revelaciones de la Meca).

sábado, 26 de febrero de 2022

LOS RETIROS ESPIRITUALES.

LOS RETIROS ESPIRITUALES.

Cuando (Musa) Moisés hubo completado las treinta noches en un principio consagradas al Encuentro, operó (Allah) en él una purificación, para que resplandeciese así en la consumación (tamam) de la cita. Se limpió la boca con el palo (siwak), y pensó que, con las otras diez noches, Allah le concedería otra promesa. Una vez se hubo purificado con el aseo de la boca, se refugió (laya') en la observancia (tahafuzz), y no se movió de nuevo hasta recibir la orden divina. Más cuando hubo alcanzado la santidad, salió de su Adoración, ya que la santa Presencia (al-hadra al muqaddasa) no se aplica sinó al fiel, y no le pertenece la santidad sinó a Él. (La Presencia) es celosa como para dejar que junto a ella entre alguien que sus santos Atributos y dispute, y más aún, si sucede sin una orden divina. No es así visto el poderoso, por quien tiene un poder mucho más grande, sinó que en tal sólo puede verle el humilde, no encontrando qué poderle ofrecer. Cuando el poderoso está en presencia del poderoso no hay nada que pueda darle sinó el poder ('azz). El fiel no puede acceder pues a la Presencia divina más que mediante las realidades de la Adoración. Es también por ésta razón por la que se añade diez noches, para apartar la santificación deseada por Moisés. Éstas son las causas divinas que Allah (Al-Haqq) ha instituido en el mundo, para así hacer visible su Sabiduría en su Creación. Completando de tal forma la cita, y libera al fiel del cumplimiento del plazo, para que no sea servidor sinó de Allah (Alabado sea). Él cumple su promesa, santifica su oído y le habla, y le da la Palabra en su totalidad, tal y como el Oído había hecho. Es todo oídos en la escucha, tanto como la lengua en la recitación. Sabe, por su gusto y contemplación, que el todo recibe al todo, y es único en cada presencia. Este viaje, pues, está en el rango de lo oculto, tanto como del espíritu y del tiempo. Se manifiesta en la lengua muhammadiana por Su palabra: Quien dedica a Allah un culto durante cuarenta mañanas, trae El palo (siwak), que se extrae del arāk).
"Entonces ves que de su lengua surgen y de su corazón las fuentes de la sabiduría". Escucha pues el corazón, al tiempo que su lengua dice cuanto su corazón escuchó y retuvo.
Éste es el viaje a lo no manifestado. La divinidad otorgó la Palabra y el Oído en su totalidad a Moisés, así como el gusto y la contemplación.

Assalamo aleikum. 

lunes, 21 de febrero de 2022

LA ENSE-FIANZA ES UNA CONFIANZA. (Versión pública).


LA ENSE-FIANZA ES UNA CONFIANZA. (Versión pública).

La palabra "magisterio" está llamada al error más radical.. pues "magis" significa "más" y "terio" (therion) que significa "bestia". Con estos significados, se hace difícil despertar a una enseñanza lógica, si ya su propio nombre comienza con esas indicaciones. Por eso, preferiblemente usamos la palabra ense-fianza. 

La ense-fianza siempre tiene un principio en los remotos orígenes de la instrucción inicial que otorgaban las Escuelas de la antigüedad; en síntesis, tal principio consiste en revelar al alumno o murid ciertas señales simples, textos, letras, números, ideogramas, anagramas, etc, a partir de los cuales, y por su inducción, el alumno recibirá el entendimiento que le permite avanzar hasta unos grados interiores muchísimo más complejos y fructíferos. Por eso, las señales simples exteriores representan una ayuda y prueba para comenzar desde un grado inferior, el exotérico, (exterior), y poco a poco, ir ingresando sobre las señales complejas del interior, aunque solo sea por medio de la inducción de lo simple; el resultado posible será aproximarse hasta la presencia de lo complejo.

Está claro que el patrón "exterior" es una señal tradicional y cultural que acuerda  representar su papel hasta un cierto punto, (es no obstante), conveniente tener esa relación cultural para que sea fructífero para el interior. Los objetos culturales pueden ser "externos" e "internos". Los objetos culturales "externos" forman parte de la estructura cultural y constituyen el primer grado en la realidad. Los objetos culturales "internos" son proyectos que están corporizados y materializados de los anteriores y representan un segundo grado en la realidad del objeto; un nivel más alto que es reconocido en el mundo como el reflejo: naturalmente, si ésta dependencia no se advierte, puede convertirse en un error gnoseológico al atribuirle las cualidades culturales del cuerpo físico o de las entidades sobre las que se ha efectuado el "proyecto". Ahora bien, un 
objeto interior puede ser aprendido directamente sobre una estructura cultural si previamente ha sido descubierto por la intuición. Es lo que ocurre, por ejemplo, con los que son proyectados en el mundo, y afirmados como objetos culturales exteriores, y después, mediante una correspondencia gnoseológica, (el primer movimiento), son descubiertos afuera y tratados como tales, es decir, introyectados en la estructura de objetos culturales interiores; una vez que este proceso de aprendizaje ha tenido lugar, y cuando se han reconocido esas características, etc, recién es posible, "sin límites", confiar en la inducción que permite formar la idea en cantidades superiores, aunque "éstas" no presenten  contraparte concreta con el exterior del mundo.  
Cuando reconocemos esas características podemos pensar en cualquier estructura,  (aunque jamás las veamos); la inducción nos permite ésta extensión interior de los límites del conocimiento, aprendiendo la idea directamente de la estructura cultural, y por eso, cuando alguien nos dice -" he visto o he contemplado "- de inmediato le comprendemos y sabemos de qué está hablando; captamos toda la expresión (aunque no lo hayamos visto) porque entendemos por esa inducción el conocimiento básico de lo que también poseemos. Solo ésto pretendía el primer maestro que nos enseñó a descubrir el arte de la intuición, para que la descubriéramos y la aplicáramos extendiendo el conocimiento. Pero nosotros no podemos seguir solos; éste ejemplo, (el de la necesidad del maestro), también es compartido con otros alumnos que también descubrirán los significados  eminentes que cumplen con esa función principal iniciadora. Cuando los alumnos lo hayan comprendido, el ejemplo será un patrimonio colectivo, pues todos estarán yá iniciados en el sistema inductivo.  Hemos aprendido sobre la idea interior directamente de la enseñanza (tarbiya) de un maestro, y esa inducción, así como todas las que podamos recibir en nuestra vida, es por y para nosotros. Este razonamiento ha de permitirnos comprender dos cosas: 
A/ Que la inducción se extiende con el conocimiento desde lo simple y hasta lo complejo, y una vez que lo simple ha sido revelado, lo más profundo e importante, de toda iniciación y principio esotérico, (interno), debe ser un tesoro guardado en el Misterio y con suma discreción..
B/ Allah ta'ala santifica el secreto, así como el mismo acto exterior de la Iniciación, que es un símbolo sagrado, y la representación debe estar a buen recaudo.. en referencia a la complejidad interior que ésta representa. 

Assalamo aleikum. 

Continuación en el artículo: BUSQUEDA, OPCION Y ELECCION.

sábado, 19 de febrero de 2022

BUSQUEDA, OPCION Y ELECCION.

BUSQUEDA, OPCION Y ELECCION.

Un hombre perdido busca, entre varios posibles, el camino correcto que conduce a la salida; y cuando se encuentra frente a una bifurcación debe decidir el dilema de cuál camino tomar y comprobará y optará por uno de ellos; si elije la vía equivocada, éste termina abruptamente; o llegará a una nueva bifurcación, donde se repetirá la situación. Sin más ayuda que su intuición, y careciendo de todo indicio para obtener la orientación, solo le queda avanzar permanentemente, confiando en que un milagro le permita alcanzar la salida. Lo que no debe hacer jamás es detenerse.. pues alguien que transita extraviado, se debe a la premura de la supervivencia, como factor fundamental. 

Tal idea se le expone al iniciado como explicación del signo exterior. Pero una vez captada la idea, puede ser extendido interiormente por inducción para descubrir la representación interior de extrema complejidad, que será la interpretación arquetípica del verdadero estado del "Yo", es decir, un estado de búsqueda, opción y elección. Según la Sabiduría, cuando una  persona está perdida y representa su propia situación espiritual interior mediante el ejemplo de estar en una oscuridad, es porque ha alcanzado el nivel de pre-orientación intuitiva: que se da a la inducción del exterior. La orientación definitiva se obtiene con la Iniciación y mediante el principio de aislar el "Yo".

La iniciación tiene que inducir al descubrimiento de la propia situación espiritual y favorecer la orientación exacta. En otras palabras, debido a la función iniciadora, la reorientación espiritual debe cumplir con las señales instructivas exteriores, independientemente de cuál sea la procedencia que ostente el solicitante o la cultura en la que haya sido localizado. El exterior es un signo que, luego de ser revelado y explicado al murid por el Shaykh, le hace posible vislumbrar interiormente el propio extravío del "Yo" y le permite apreciar la "distancia estratégica que separa al "Yo" de uno mismo": ello es consecuencia de la expansión gnóstica inducida en un "Yo" que, (de pronto), se descubre dentro de un dédalo matafisico.

EL PRINCIPIO DE AISLAR EL "YO". 
Después de la "gnosis interior", causada por la inducción, es posible para el "Yo" perdido alcanzar un permanente estado de orientación estratégica. Ello se consigue aislando definitivamente al "Yo" del sujeto anímico; ¿Cómo se puede hacer?..  Respuesta: mediante la aplicación resignada del Jalwa. Y esta operación,  debe realizarse simultáneamente en ambos mundos.. en otras palabras, el "Yo" debe ser resignado simultáneamente en la zona del retiro. Éste es uno de los principales ejercicios a efectuar mediante la gnosis interior en la vía de la negación estratégica. Sin embargo, gracias al alto nivel alcanzado en el conocimiento de la Sabiduría, esta táctica se aplica directamente para aislar al "Yo" perdido, del sujeto consciente. Esta cualidad es: la táctica de los Caballeros resignados al Sagrado ayuno del sujeto consciente y que tiene propiedades para "aislar al Yo" perdido... así, queda entonces aislado del sujeto consciente y entra en la reorientación hacia el Origen; a partir de ahí, se despierta en la segunda Iniciación y se sitúa en la espiritualidad; así se concreta el murid despierto. Pero lo más importante de la Iniciación es, sin dudas, el renacimiento de la función espiritual: después de su aislamiento, el efecto del "Yo" se debilita y es afectado por la Extrañeza; ni la desintegración del microcosmos o la disolución del cuerpo podrán alterarlo en forma alguna. Por el contrario, el aislamiento del "Yo" es el conocimiento de su inmortalidad, y elimina para siempre la angustia y el miedo, transformando al Iniciado en un sharîf valiente y con poder.. ahora bien, no basta solamente con la resignación para aislar al "Yo": es necesario que éste ingrese voluntario en el retiro. ¿Cómo lo logrará?.. 
Respuesta: Empleando aquello que el Shaykh correcto le revelará para que atraviese exitosamente la oscuridad y vea la luz de la salida. Solo entonces, el espíritu estará en el ángulo perfecto. 

EN CALMA, AISLADO E INMORTALIZADO. Para comprender analógicamente el significado de aislar el "Yo" hay que destacar lo siguiente: La resignación iniciática es efectiva después de la gnosis. La convicción debe mostrar la disyuntiva de que se ha comprendido el efecto de ese "medicamento", para reducir la fuerza volitiva del "Yo" y, (anímicamente no ser arrastrado por la corriente temporal). ¿Qué se pretende con éste ejercicio?..
Respuesta: Que el "Yo" perdido se encuentre a sí mismo y una vez aislado sea el "Yo iniciado liberado" de toda fuerza negativa. Él mismo, aparecerá con el resplandor interior de la Purificación. Ya nunca se perderá, pues tiene la orientación definitiva a escala infinita. 

Por último, hay que afirmar aquí, que toda la fuerza es posible en Allah Azzawayal para quien adopta una actitud positiva y sin exhibir las gracias otorgadas por Allah Azzawayal públicamente.. puesto que es una exigencia personal el carecer de publicidad mundana.

La ciencia de los Iniciados se llama Tasawwuf. 

La Sabiduría no encierra al Espíritu. Pues bien, la misma distinción cabe realizarse en todo y cuanto se refiere al estudio.. ser discretos y no tirar las perlas a los cerdos. Significa: No darle el conocimiento a quién lo pisará entre la corrupción y las impurezas del mundo y no lo sabrán apreciar. 

La paz y las bendiciones de Allah ta'ala sean para nuestro Amado Profeta Muhammad (s.a.w.s) y para su familia y Compañeros (y que a todos) Allah ta'ala les conceda el Paraíso. 

Assalamo aleikum. 

Shaykh Ahmad Salah As Sufi. 

martes, 15 de febrero de 2022

LA INTENCION EN LAS OBRAS.

LA INTENCION EN LAS OBRAS.

El hombre observa las cosas sensibles; pero es Allah quien penetra en lo más secreto del corazón. Ningún secreto de nuestro corazón se Le oculta. Todas nuestras intenciones, por más ocultas y secretas que sean; siempre estarán patentes y/a la vista perspicaz de Su Divino conocimiento; por ellas nos juzga, y por ellas nos aprueba, cuando aprueba nuestras obras. La intención es la que informa, y da el (núcleo tras la acción). Si nuestra intención es buena, también lo serán nuestras obras buenas, pero si la intención con la que obramos, es mala; serán malas. Haz todas tus obras en rectitud, y con ello, las informarás con la buena intencion. Con ésto, serán agradables para Allah y resplandeceran en el espejo de la calidad eterna, y tú también brillarás con ellas eternamente.
Más atiende Allah, con la intención con la que obramos, y que la obra será remunerada en lo que hacemos.
Todas las intenciones para con los otros deben ser agradables y sinceras.. Allah ta'ala (sin decir nada) te sorprenderá en tus plegarias y resplandeceran los dones que os otorga. 

 تدار (Tudar) Administrar.
1/ La buena voluntad define la función de la intención. 
2/ Si tus obras son grandes, pero carecen de mérito público.. son los antecedentes que más atiende Allah por la intencion y la voluntad con la que obramos; ya que las obras que hacemos, aunque sean obras grandes: la verdad está en el porqué de la intención que rectifica la voluntad, y la conforma con la de Allah, y cómo.. de ésta rectitud de intención, nace las que tienen las obras; en tanto son estimadas éstas, y cuando fuera estimable la intención por la que nacen. Por eso, es la estimación Divina la que es más preciosa por la buena voluntad, más que cualquier obra hecha sin pureza de intención: y por ésto la acepta en lugar de las obras, cuando el hombre lo desea, pero no puede hacerlas. De donde se puede extraer, que así como las obras buenas son agradables para Allah, por la buena voluntad con que las hacemos, así también Le será agradable nuestra buena voluntad y nuestro buen deseo, aunque no obremos en lo que queremos, por la buena intención con que deseamos. Si no puedes hacer obras grandes en servicio para Allah, por lo menos desea el hacerlas, (y si tú deseo es como debe de ser), con él agradarás a Allah, como si hicieras lo que deseas. Aún el mover un dedo con intención, es de agrado para Allah y eres digno de recompensa en la estimación Divina.

En cualquier acción, (por pequeña que sea), se ha de entender también en ella ésta doctrina celestial. Pues no mira Allah tanto a lo que le damos, sinó en cuanto al afecto con el que lo damos: y si el afecto es bueno, y grande, será nuestra obra más grande a los ojos de Allah, aunque para ti, sea muy pequeña. En la intención observa Allah y mira lo que por ella Le es agradable.

Son un mérito muy agradable las acciones, y por ellas nos premia en ésta vida con los dones de la gracia, y nos dispone para la gloria. Por un vaso de agua dado.. por tú amor al pobre.. Allah te ofrece el premio al que le diste. Ricos nos podemos hacer, aunque el caudal de nuestras obras sean escasas, porque dedicándose todas para el servicio de Allah, y haciéndolas por amor; aunque sean muy pequeñas, mereceremos mucho con ellas. No perdamos éste tesoro, que en nosotros mismos tenemos. Tengamos continuamente la intención, y sobre todo, el deseo de agradar a Allah en todo lo que obramos, decimos, y deseamos, y en todo ello, mereceremos la recompensa de Allah. Como también se explica en la siguiente línea:
Para cualquier obra, por pequeña que sea, como se haga con buena intención, (como hemos dicho antes), le corresponde una distinción.

Cualquiera que sea una buena obra, aunque las demás pesen poco; son de mucha Importancia para el hombre, si la hace con buena intención: porque con ella, merece un aumento de gracia, y se confirma en el bien comenzado, y se habilita para hacer otras obras mayores. El hombre siembra cuando obra, y aunque la semilla de las obras sea escasa, puede producir mucho fruto, por virtud de la intención, que con obras de poco tamaño se pueden producir frutos de mucho valor. Está en la voluntad la razón que debe de abrir siempre lo fructuoso de las obras, y si la razón, o el fervor fuera grande, grande también será el fruto de las obras, aunque sean en sí pequeñas.

Assalamo aleikum. 

Shaykh Ahmad Salah As Sufi. 

sábado, 12 de febrero de 2022

EL CONOCIMIENTO. (Según Ibn Arabi).

EL CONOCIMIENTO. (Según Ibn Arabi).

El Acto creador, es un acto de Absoluto Conocimiento en sentido total y se hace patente en el hadiz sagrado que nos habla del Tesoro escondido que ha creado el mundo para ser conocido y, a la vez, para conocer-Se en la Creación. Seguin un mencionado sufi irani contemporáneo de Ibn Arabi, Baqli de Shiraz, el hecho de hacerse objetivo a sí mismo hace del Ser divino un testigo fuera de Si y, en cierta manera, lo hace ser Otro que El, siendo esta manifestación primordial, el Primer Velo de la Creación. Ante éste, el espíritu dirige su mirada a los seres creados para contemplarlos y, en esa contemplación, se conozca a si mismo, siendo esta contemplación un segundo velo.

Sin tener en cuenta la resonancia neoplatónica de esta descripción, que resultaba plenamente evidente en pensadores andalusies como el ya mencionado Ibn Al-Sid, de Badajoz, lo importante de la misma son las consecuencias que tiene en el espiritual y en el sufi y, en nuestro caso, en ibn Arabi, que es consciente participe de ellas, Para todos ellos, se hace necesario que el sufi descubra su conocimiento de si como ejerciendo la misma mirada con la que Allah se contempla, como siendo El mismo el Testigo que atestigua de Si Mismo. En éste caso, el velo y todos los velos subsiguientes se convierten en espejos reflectores. 

La mirada por la que el sufi conoce a Allah es la misma por la que Allah se conoce a Sí mismo y, en éste caso, Ruzbaran y la casi total generalidad de los safies hacen suya la tesis neoplatónica que indica que, antes de la existencia del mundo, el Ser divino, el Uno, es el mismo amor, amante y ser amado. Desde este mismo horizonte, Ibn Arabi nos dice que al-Junaid pudo decir que conoció a Allah por Allah, mientras que los teólogos pueden decir que Lo conocen por sus criaturas.

El acto de mutuo conocimiento entre Allah y sus seres humanos creados es un acto especular en el que, dice Ibn Arabi, aquel que se mira en el espejo (...) no ve sinó su propia imagen en el espejo del Verdadero y no ve al Verdadero, pues no es posible ver-Le, aun sabiendo que no ha visto su imagen sinó en Él. Lo mismo sucede con el espejo en nuestra realidad más inmediata: cuando ves una imagen reflejada en él, no ves el espejo, aunque sepas a ciencia cierta que no distingues esa imagen, o tu imagen, más que sobre la superficie de su cuerpo (...). Intenta esforzarte, cuando veas una imagen reflejada en un espejo, en ver el cuerpo del espejo: no lo podrás ver nunca, en absoluto. Hay quienes han advertido esta cuestión relativa a las imágenes de los espejos y han afirmado que la imagen visible se sitúa entre la vista del que mira y el cuerpo del espejo, interponiéndose, y hasta ahí llega su conocimiento. (...) No ambiciones más ni te agobies. intentando escalar por encima de este escalón, pues ahí no está Él en absoluto y, después, no queda más que la nada en su estado de pura simplicidad. Él es tu espejo para la visión de ti mismo y tú eres Su espejo en la visión de Sus Nombres y para la aparición de Sus Normas.

Hay que observar que el acto de conocimiento que el creado tiene de Su Creador está más allá de todo supuesto racional discursivo, pues se trata de un desvelamiento semejante al que Sócrates propuso como método epistemológico y que queda reflejado en su opinión expuesta por Platón en su Menón: «Admiro desde hace mucho tiempo mi propia sabiduría, pero desconfío de ella». Tal desconfianza, que nace no de la razón, sino del uso inadecuado de la misma, es semejante a la que Ibn Arabi proclama en muchos de sus textos cuando habla del acto de pensamiento reflexivo, fikr, diciendo que con él se entra en el abismo de un océano buscando una perla que no se puede conseguir por reflexión y quien lo hace acaba siendo ahogado en su empeño:
"Los que usan la reflexión meramente intelectual son aquellos a los que le son familiares las especulaciones racionales y buscan alcanzar el objeto de su búsqueda por un método discursivo y por medio de la argumentación con pruebas racionales. ¡Qué incoherencia y qué poco discernimiento! Allah no se revela más que por solicitud y gracias a un secreto íntimo que no se logra por el esfuerzo personal, sinó por la ayuda divina". Cuando esta se hace presente y se manifiesta en el dominio de la similitud, es decir, por medio de alegorías o símbolos, se percibe como una gacela en medio de las dunas del desierto a modo de las miradas de esta hacia ti en la blanca duna en la que tiene lugar la visión de tu Señor y, también, por la elegancia de los propósitos y del discurso que ella emite.

Tal grado de conocimiento sutil y profundo es el mismo que, según Ibn Arabi, manifestó cuando se le preguntó al sufí al-Jarraz (m. 899) por qué medios había llegado a conocer a Allah, respondiendo: "Por su síntesis entre los dos opuestos, pues, como dice el Libro revelado: "Él es el Primero y el Último, el Manifiesto y el Oculto y es Conocedor de todas las cosas". (Cor. 57: 3). En este conocimiento no interviene la razón discursiva, pues (...) esta facultad otorga las pruebas sobre esta cuestión en la medida de sus alcances afirmando que Allah es el Primero sobre un determinado aspecto y Último sobre otro, de la misma forma que lo hace afirmando Su Exterioridad y Su Interioridad. Las facultades que Allah ha otorgado al ser humano no pueden ir más allá del límite de sus capacidades, de la misma forma en que al sentido del olfato solo se le ha concedido la capacidad de percibir los olores buenos y los malos, lo mismo que al resto de los sentidos corporales. Del mismo modo, la razón no puede aprender más que lo que entra en su capacidad reflexiva en la búsqueda de las pruebas racionales. El secreto del Señor se percibe de acuerdo con la capacidad que se le ha dado al ser humano y, así, puede darse el caso de que algo resulte absurdo para la razón, pero no para Allah que es la Realidad. (...). No es conveniente, por tanto, que la razón se pronuncie sobre el conocimiento de Allah como Esencia, aunque es propio de la capacidad de la razón conocer el Ser de la Verdad en tanto que es un Ser que se revela a dicha razón que comprende que ese Ser nos ha hecho existir desde la necesidad de Él que el ser humano tuvo para que llegásemos a existir y perdurar.

El velo que hay que descorrer para llegar a conocer a Allah en su Creación y ver-Lo a través de ella como en un espejo, es el que Ibn Arabi denomina "la iluminación del desvelamiento", pues (...) has de saber que Allah es demasiado Grande y Trascendente para que se pueda llegar a conocer en Sí mismo, es decir, en Su Esencia. Sin embargo, puede ser conocido por las cosas creadas, pues éstas, son respecto a Él como unos velos que, cuando se descorren, aparece lo que hay detrás de ellos. Quien logra ese desvelamiento ve a Allah en las cosas, de la misma forma en que el Profeta, como él mismo dijo, podía ver lo que había detrás de él. (...) Las gentes de entendimiento común se quedan en lo que de las cosas perciben y en ese entendimiento común se quedan en lo que de las cosas perciben.

La aprehensión de Allah en los entes creados solamente puede realizarse en tanto en cuanto Él es Señor, Rabb, de esos entes, pues Su Esencia, lo que Él es en Sí Mismo, es absolutamente incognoscible, y, por ello mismo, la primera invocación a Allah por parte del creyente, está en el segundo verso de la Sura que abre el Libro, que dice: "Alabado sea Allah, Señor del Universo". En este verso queda determinado, primero, la cualidad esencial del Creador y, seguidamente, Su cualidad señorial, que es la única a la que llega la capacidad humana de conocer-Lo..  mientras que las que obtienen la iluminación del desvelamiento, solamente perciben a Allah en las cosas. Entre ellas, hay quien ve a Allah en las cosas y quien ve a las cosas y/a Allah en ellas.

En ese principio cognoscitivo reside el significado del hadiz que dice: "Quien se conoce a sí mismo, conoce a Su Señor", en el que se pone de manifiesto lo señalado en éste verso citado a la vez que la cualidad de Señor es la epifanía del mismo Allah bajo la cual el ser humano puede conocer-Lo. Como dice un Maestro Sublime:
"La finalidad del conocimiento humano es conocer a Allah, pero siempre lo hará en tanto que Señor del universo y este conocimiento, por tanto, no será posible si antes no ha conocido el mundo y/a sus seres creados. Esto es algo que saben los humanos más perfectos en el mundo y algo, también, que el Profeta ha señalado en el hadiz (el hadiz citado anteriormente)".

Desde éste punto de vista, el fundamento último del conocimiento de Allah en Su Creación deberemos encontrarlo en las teofanías o manifestaciones de Su presencia en la misma. No olvidemos que estamos discurriendo por la senda que nos marca el verso 24 de la Sura 59 en la que, tras enunciar las tres modalidades del Acto creador, Creador, Originador y Modelador, leemos: (Allah) Posee los Nombres más bellos" y/a ellos nos hemos de referir siempre.

"Él es Allah, el Creador, el Originador, el Modelador.
Suyos son los nombres más hermosos. A Él Lo glorifica cuanto hay en los cielos y en la tierra.
Y Él es el Irresistible, el Sabio".


Assalamo aleikum. 

miércoles, 9 de febrero de 2022

LA MORADA DEL SOFÁ.

Durante varios siglos de pensamiento racionalista de Occidente, éste ha ido reduciendo tanto el polo objetivo como el subjetivo del conocimiento en un solo nivel. De la misma manera, Descartes se basó en reducir el sujeto cognoscente a un solo modo de conciencia, el mundo externo que percibe este "yo" cognoscente se reduce a un complejo espacio-temporal limitado a un solo nivel de realidad, por mucho que sea éste complejo, se extiende más allá de las galaxias y de los eones del tiempo, pasado y futuro. Como se mencionaba en el sofá, la visión tradicional, tal y como se expresa en las enseñanzas metafísicas de las tradiciones orientales y occidentales, se basan, por el contrario, en una visión jerárquica de la realidad, no solo en el aspecto objetivo de la realidad, sinó también del subjetivo. No solamente hay muchos niveles de realidad o existencia que se extienden desde el plano material hasta la Realidad Absoluta e Infinita que es Allah, sinó que también hay muchos niveles de realidad subjetiva o conciencia, muchas envolturas del yo, que conducen al Yo Último, que es Infinito y Eterno y que no es otro que la Realidad Trascendente e Inmanente tanto del más allá como del interior. Además, la relación entre lo subjetivo y lo objetivo no está ligada a un solo modo.. no hay solamente una forma de percepción o conciencia. Hay modos y grados de conciencia que van desde la llamada percepción "normal" que tiene el hombre tanto de su propio ego del mundo exterior, como hasta la conciencia de la individualidad última, en la que el sujeto y el objeto del conocimiento se unifican en una sola realidad más allá de toda separación y distinción.

La autoconciencia, desde el punto de vista de la metafísica tradicional, no es simplemente un hecho biológico de la vida común a todos los seres humanos. Hay más de un nivel de significados para uno mismo y más de un grado de conciencia. El hombre es consciente de su yo o ego, pero también se habla del dominio propio, y por tanto, eso implica incluso en la vida cotidiana, la presencia de otro yo que controla al yo inferior, tal y como afirman tantas autoridades. La tradición, por lo tanto, habla claramente de la distinción entre el yo y el Yo, o el yo y el Espíritu, que es el primer reflejo del Yo Último; de ahí la distinción principal entre anima y espíritu o al-nafs y al-ruh del pensamiento islámico y el énfasis en el hecho de que dentro de cada hombre hay tanto un hombre externo como uno interno, un yo inferior y uno superior. Es por eso que también la tradición habla del yo como siendo totalmente distinto del Yo Último; sin embargo, como un reflejo de él y como la puerta a través de la cual el hombre debe pasar para alcanzar el Yo. De hecho, la metafísica tradicional es principalmente una autológica, porque conocer es, en última instancia y conocer el Sí mismo. El hadiz, "El que se conoce a sí mismo, conoce a su Señor", atestigua en el más alto nivel esta verdad básica.

Hay, además, muchas etapas que separan el yo y el Sí mismo. En su descenso hacia la manifestación, el Ser se envuelve en muchas envolturas, que deben ser despojadas para regresar al Uno. Por eso, algunas tradiciones hablan de los diversos cuerpos sutiles del hombre, y algunos sufíes como 'al-Dawlah analizan la "fisiología" del hombre interior u hombre de luz en términos del lataif o cuerpos sutiles que el hombre "lleva" dentro de sí y que debe de "atravesar" y también dejar de lado para alcanzar el Sí mismo. Para alcanzar el Sí Mismo Último a través de la expansión del consciente del centro de la conciencia, el hombre debe revertir el proceso cosmogónico que ha idealizado tanto en las variaciones como en las reverberaciones del Ser íntimo de lo que aparece a través del velo cósmico (al-hijāb) como una existencia separada y objetiva. Y esta inversión debe necesariamente comenzar con la negación del yo inferior, con la realización del sacrificio, que es un eco aquí abajo del sacrificio primordial, el sacrificio que ha traído el cosmos a la existencia. La doctrina de la creación del cosmos, ya sea expuesta metafísica o míticamente en las diversas tradiciones, se basa en la manifestación del Principio, que es al mismo tiempo el sacrificio del polo luminoso de la existencia, del Hombre Universal (al-insan al kamil), del Logos Divino que también es luz, del Espíritu (al-ruh) que reside en la proximidad del Ser Último y en el centro del cosmos. El Ser Último en su infinitud interna está más allá de toda determinación y polarización cósmica, pero el Espíritu o Intelecto, que es a la vez creado y no creado, es ya su primera determinación en la dirección de la manifestación. Es el centro de todos los numerosos niveles de existencia cósmica y universal. A través de su 'sacrificio' se manifiestan los niveles inferiores del orden cósmico en sus aspectos tanto objetivo como subjetivo. El yo humano, tal y como lo experimentan normalmente los hombres que se han separado de su realidad arquetípica, es en sí mismo un eco débil en el plano cósmico del Espíritu y, en última instancia, del Yo, y existe sólo en virtud del sacrificio original de su Principio celestial. Por lo tanto, es a través de la negación de sí mismo o del sacrificio que el yo podrá volver a ser sí mismo y recuperar el empíreo luminoso del que ha descendido al reino corpóreo.
La autoconciencia sólo puede alcanzar el Yo Último si es ayudada por ese mensaje del Intelecto Divino, que no es otra cosa que la revelación en su sentido universal. Las puertas a través en que el Espíritu ha descendido al nivel del yo humano están sellados herméticamente y protegidos por aquellos que no pueden ser sometidos salvo con la ayuda de fuerzas angelicales. La autoconciencia en el sentido de experimentar con los límites de la psique, con nuevas experiencias, con las alturas y profundidades del mundo psicológico, no resulta de ninguna manera en acercarse a la proximidad del Yo. El intento de expansión de la conciencia en éste sentido, que es tan común en el hombre moderno, que está ansioso por romper los límites de la prisión del mundo que le rodea materialista y que ha creado para sí mismo, resulta sólo en una expansión horizontal, pero no vertical. Su resultado es un deambular interminable en el laberinto del mundo psíquico y no en el fin de todo deambular en presencia del faro, que es el único. Solo lo sagrado puede permitir que la conciencia del yo se expanda en la dirección del Yo. Lo Divino revela al hombre Su Sagrado Nombre como una vasija sagrada que lleva al hombre desde el mundo limitado de sí mismo a las orillas del Mundo del Espíritu donde solo el hombre es su Yo Real. Es por eso que el famoso sufí, al-Hallaj, a través del cual el Sí mismo pronunció "Yo soy la Verdad", (ana'l-Haqq) reza en éste famoso verso al Sí mismo para quitar el velo que separa el yo ilusorio del hombre del yo propio inferior. Yo que solo soy yo en el sentido absoluto.. entre tú y yo, es la "yoidad" lo que está en disputa:
"Elimina mi "yoidad" de entre nosotros a
través de Tu "es" de existencia". 

Con la ayuda del mensaje y también de la flama que emana del Yo, el yo inferior o alma es capaz de contraer nupcias con el Espíritu en un matrimonio alquímico entre el oro y la plata.

El alma que inspira el mal.
Siguiendo con la terminología del Corán, debe ser transfigurada a través de la muerte y la purgación. Debe ser controlado por el yo superior. Con la ayuda del Espíritu, el nafs al ammārah se transforma en el nafs al-lawwāmah (el alma que culpa), adquiriendo una mayor conciencia de su propia naturaleza; la conciencia que se hace posible a través de la transmutación de su sustancia. En la etapa posterior de la transmutación alquímica interna, el nafs al-lawwamah se transforma en el nafs al-mutma'innah (el alma en paz), alcanzando un estado en el que puede obtener el conocimiento de la certeza y descansar en paz porque ha descubierto su propio centro, que es el Ser. Finalmente según algunos sufíes, el nafs almutma'innah se transmuta en el nafs al-rādiyah (el alma satisfecha), que ha alcanzado tal perfección y que ahora se ha hecho digna de ser la novia perfecta del Espíritu, volviendo así a su Señor.. como afirma el Corán, y finalmente realizando el Ser a través de su propia aniquilación (fana') y subsiguiente subsistencia (baqa') en Allah.

La ciencia tradicional del alma, junto con los métodos para la realización del Yo, es la ciencia que se encuentra en toda la tradición integral, como el medio por el cual la autoconciencia se expande para alcanzar el empíreo del Yo Último. Esta ciencia tradicional es el resultado tanto de la penetración intelectual como de la experimentación y la experiencia del yo por parte de aquellos que han podido navegar por sus vastas extensiones con la ayuda de un guía espiritual. Es una ciencia que no está limitada por los fenómenos o accidentes que aparecen en la psique o que muestra el yo de los seres humanos ordinarios. Más bien, está determinado por el mundo nouménico, por la Sustancia a la que finalmente regresan todos los accidentes, porque esencialmente son lo mismo.

La cosmología tradicional también es vista, desde el punto de vista práctico de la perfección del alma y del viaje del yo al Yo, como una forma de la ciencia sagrada del alma, como una forma de autológica. El cosmos puede ser estudiado como una realidad externa cuyas leyes son examinadas por diversas ciencias cosmológicas. Pero también puede estudiarse con el objetivo de aumentar la autoconciencia y como ayuda en el viaje hacia el Ser Supremo. De ésta manera, el cosmos se convierte no en un objeto externo sinó en una cúpula por la que transita el buscador de la Verdad y que se interioriza en el ser del viajero en la medida en que "viajando" a través de él es capaz de aumentar su autoconciencia y alcanzar niveles superiores de conciencia. Citamos a Rumi:

Las estrellas del cielo son siempre rellenadas por las almas estelares de los puros.

La capa exterior del cielo, puede controlarnos; pero nuestra esencia interior gobierna el cielo.

En la forma sois microcosmos, aunque en realidad también macrocosmos: "Aunque parece que la rama es el origen del fruto, en verdad la rama existe sólo para el fruto".

Si no había esperanza, ni deseo de éste fruto, ¿por qué el jardinero habrá plantado el árbol?

Así nació el árbol del fruto, aunque parezca al revés.

Así Muḥammad dijo: "Adán y los otros profetas siguen bajo mi estandarte".

Así, el maestro del conocimiento ha declarado en alegoría: "Nosotros somos los últimos y los primeros".

Porque si parezco nacido de Adán, de hecho soy el antepasado de todos los antepasados. Adán nació de mí y ganó el Séptimo Cielo por mi cuenta. 

Assalamo aleikum.